PHOENIX

martes, 30 de octubre de 2012

CAPITULO 34


Entramos en el local, que se llamaba “Karaoke Box”, era bastante típico, pero un lugar solo para gente que vivía en Londres, ya que no vi a ningún turista, incluso estando en pleno Soho.


Nos sentamos todos en una de las salas, donde nos prepararon todo lo necesario para empezar la noche, y ¿qué mejor que cerveza para ir soltándonos un poco?

Teníamos solo dos micrófonos, por lo que podíamos cantar en parejas o en solitario. Primero, y sorprendentemente empezó a cantar Sophie, incluso con lo tímida que era. Cantó a la perfección “Love Story” de Taylor Swift. La noche empezaba bastante bien. Y yo noté algunas miraditas con el soldadito Justin.

El siguiente turno era para Tom, que cantó “wanderwall”. Fue un momento muy especial, por que justo el dueño del local, que sabía quienes eran los chicos, le dejó a Tom la guitarra, para que la cantara en acústico mejor que en karaoke. Aquello fue mágico, la voz de Tom era perfecta, bueno, como siempre. He de reconocer que incluso se me escapó alguna lagrimilla mientras cantaba, pero no pude evitarlo.
Mientras cantaba Justin, decidí ir a la barra a pedir otra ronda de cervezas.
Estaba esperando cuando noté que me agarraban de la cintura, pensé que sería Ryan, pero me equivocaba.

-¿Cuándo vas a empezar a jugar?

+ Ya estoy jugando créeme, pero ¿quieres que vaya todo un poco más rápido?

-Quiero comerte.

+Eso me lo tomaré como un sí. Pues lo único que te voy a decir es que lo bueno se hace esperar, y que cada cosa lleva su tiempo, así que te esperas.

Pagué las cervezas y me fui con el resto.

Cuando Justin terminó de cantar, me levanté.

+Ahora me toca a mí.- dije decidida.- Y tú, ven conmigo- le dije a Ryan subiéndolo a la tarima que teníamos como escenario.

¿Cuál era mi canción? “Peacock”, de Katy Perry.

Mientras cantaba, iba tonteando con Ryan, mirándole a los ojos, e incluso atrayéndole hacia mi agarrándole del cinturón. La canción les gustó mucho a todos, sobretodo a Ryan, les hizo mucha gracia. La verdad es que lo bordé. Pero a Jay no se le veía muy contento por mi actuación, pero si no era eso lo que quería, que no lo hubiera pedido. Yo ante todo sabía divertirme, y Ryan me gustaba, así que decidí tener una gran noche con él.

Me senté junto a Ryan en un sofá de dos, y nos pusimos a charlar un rato. Jay no me quitaba la mirada de encima.

+ ¿Te ha gustado mi actuación?- le dije poniendo mis piernas sobre las suyas.

-Me ha encantado… ha sido muy… directa.- dijo riendo.- aunque a tu hermano no le ha hecho mucha gracia.

¿Mi hermano? Pensé que se refería a Jay por que era el único que no se había reído, aunque me hizo gracia que pensara que éramos hermanos.

+Déjale, es demasiado sobre protector…

Estuvimos hablando sobre muchas cosas mientras los demás cantaban, cuando entonces le tocó a Jay. Le dijo a Tom que tocara la guitarra, que él también cantaría sin el karaoke. Yo estaba intrigada por la canción que escogería. De lo único que estaba realmente segura era que me iba a sorprender.

Sonaron un par de acordes desde la guitarra que Tom estaba tocando, y ya sabía perfectamente que canción era. Mi piel se erizó, mi estómago se cerró y empecé a sentir cosquillas en mi interior, tenía un nudo en la garganta, no podía moverme. No sabía qué hacer, pero no podía quitarle la mirada de encima, y él no me la quitaba a mí. Me estaba cantado personalmente. Aquella canción…


Aquella estrofa, esas palabras, aquellas notas… que para mi eran más que eso. Me tomé aquella canción como una indirecta así que me la tomé al pie de la letra, aunque ya lo llevaba haciendo un tiempo. Él me pedía que le mintiera, y eso era lo que yo estaba haciendo, fingir. Fingir que no me gustaba más allá de algo físico. Fingir ser solamente su amiga. Fingir que no me importa lo que haga con las demás. Fingir, fingir, y fingir. Pues nada, no quería que me explotara como decía Mac así que puse la mejor de mis sonrisas, respiré hondo y le quité la mirada a Jay para mirar a Ryan. No era lo mismo. Él no me hacía sentir nada.

Aun así empecé a coquetear más con él. Una caricia por un lado, un besito por otro, risas y más risas… Pero Jay seguía sin quitarme ojo de encima mientras cantaba. Yo intentaba seguir a lo mío.
La canción terminó. Y yo me giré para mirar a Jay. Todos le aplaudían. Yo ni siquiera me movía, aunque me había levantado. Se acercó a mí. Ryan seguía detrás de mí sentado en aquel sofá.

+ ¿Qué te ha parecido?- me dijo mirándome fijamente a los ojos.

-¡Ey tío, que gran canción! Lo has hecho genial.-le dijo Ryan, que se había levantado para felicitarle.

Yo no dije nada. Jay no paraba de mirarme. Aquello fue más que una bonita canción para mí, y el no poder demostrarle lo que sentía… hacía que me temblaran las piernas.

+ ¡Muchas gracias!- dijo sin quitarme todavía la mirada de encima.

Entonces vino Nathan y se tiró encima de la espalda de Jay.

+Jay, dame el micro. Es mi turno.

-Me parece a mí que no.-dijo Mac quitándole el micrófono de las manos.

Nathan la miró con su típica mirada pícara, pero Mac no fue menos y se la devolvió. Se subió al escenario y colocó a Tom en una silla en medio de la sala, justo en frente de ella.

La música empezó a sonar, y Mac empezó a cantar… y bailar.“Skin” de Rihanna sonaba en nuestra sala. 
Ella estaba seduciendo al soldado, pero aquello iba dedicado para Nathan. Por lo menos yo si me di cuenta, y sé que él también. La manera tan sensual en la que cantaba aquella canción, como acariciaba su cuerpo, y el énfasis que hacía en algunas partes de la canción. Incluso alguna mirada cómplice que se le escapaba hacia él.

Y lo que pasaba ahora, Mac se lo había merecido. Era el turno de Nathan. ¿Cuál cantó? Pues “Say it on the radio” muy sutil… Le estaba devolviendo la pelota a su tejado, y la cara de Mac era un verdadero poema. Esta vez Nathan no estaba yendo con indirectas, se lo estaba dejando bastante clarito. “Si no puedo tenerte, ¿por qué no me dejas ir?” Sabía que aquellas palabras le estaban bien claritas a Mac, por la cara que estaba poniendo. Pero Nathan no se esperaba la reacción de ella. Creo que se sintió presionada, o mejor dicho, asustada, por saber que Nathan sabía lo que sentían ambos el uno por el otro, y su única reacción fue, besar a Tom delante de Nathan.

¡ERROR!

Yo me eché las manos a la cara. Tonta… dije para mi misma. Pero bueno, yo no podía meterme, no puedo obligar a nadie a que hiciera lo que, obviamente, era lo correcto. Bueno sí… a mi misma. Pero en ese momento me pregunté si era correcto lo que estaba haciendo conmigo.

Mientras tanto, Laura y Max estaban cantando “Marry me” de Bruno Mars, pero lo hicieron de broma, supongo que para calmar un poquito el ambiente.

Jay no dejaba de mirarme aquella noche. No podía aguantar más su mirada sobre mí. Mirada que no sabía interpretar. Mi mente me decía que era por lujuria, por el juego, pero mi corazón me decía otra cosa que no sabía lo que era. Así que decidí hacer lo que no se me daba mal, jugar. Cogí a Ryan y me lo llevé a la sala de al lado, que estaba vacía.
Pasé por delante de Jay, vi cómo me miraba. Bueno, cómo lo seguía haciendo.
Entramos en aquella sala, nos besamos, acariciamos, y mordimos. Pero no era lo mismo que con Jay. No sentía lo mismo. No tenía sentimiento. Era frío. Y en lo único que pensaba era en que apareciera Jay de una maldita vez.

Tardó en llegar, pero lo hizo. Finalmente, apareció.

+ ¡Elena!- gritó cuando abrió la puerta.

-¿Jay? ¡Vete!- le dije fingiendo sorpresa.

+ ¡Tú, soldadito, quítale las manos de encima a mi hermana!

-¡Primero, cálmate ricitos de oro! Tu hermana ya es mayorcita para hacer lo que quiera... Y mejor que no me enfades…

Jay se estaba cabreando, pero esta vez de verdad.

+Solo te voy a decir una cosa “Action Man”, o te vas, o te las verás con “Ricitos de oro”.

-Mira, Elena ¿no? Me voy de aquí que es una situación penosa. Te espero en nuestra sala.

Mientras Ryan se iba…

+Y tú, siéntate que tenemos que hablar…- me dijo Jay mientras que cogía en brazos y me ponía contra la pared.

-Pensaba que no ibas a llegar nunca… aunque Ryan no está nada mal ricitos de oro…

+ ¿Quieres dejar de jugar y así te vas con él?-me dijo acariciándome las piernas.

-No.- lo miré fijamente a los ojos. Aquello era completamente sincero, desde el corazón.- Sólo quiero contigo.

Aquel rato, yo no tuve solo sexo. 




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