PHOENIX

martes, 30 de octubre de 2012

CAPITULO 34


Entramos en el local, que se llamaba “Karaoke Box”, era bastante típico, pero un lugar solo para gente que vivía en Londres, ya que no vi a ningún turista, incluso estando en pleno Soho.


Nos sentamos todos en una de las salas, donde nos prepararon todo lo necesario para empezar la noche, y ¿qué mejor que cerveza para ir soltándonos un poco?

Teníamos solo dos micrófonos, por lo que podíamos cantar en parejas o en solitario. Primero, y sorprendentemente empezó a cantar Sophie, incluso con lo tímida que era. Cantó a la perfección “Love Story” de Taylor Swift. La noche empezaba bastante bien. Y yo noté algunas miraditas con el soldadito Justin.

El siguiente turno era para Tom, que cantó “wanderwall”. Fue un momento muy especial, por que justo el dueño del local, que sabía quienes eran los chicos, le dejó a Tom la guitarra, para que la cantara en acústico mejor que en karaoke. Aquello fue mágico, la voz de Tom era perfecta, bueno, como siempre. He de reconocer que incluso se me escapó alguna lagrimilla mientras cantaba, pero no pude evitarlo.
Mientras cantaba Justin, decidí ir a la barra a pedir otra ronda de cervezas.
Estaba esperando cuando noté que me agarraban de la cintura, pensé que sería Ryan, pero me equivocaba.

-¿Cuándo vas a empezar a jugar?

+ Ya estoy jugando créeme, pero ¿quieres que vaya todo un poco más rápido?

-Quiero comerte.

+Eso me lo tomaré como un sí. Pues lo único que te voy a decir es que lo bueno se hace esperar, y que cada cosa lleva su tiempo, así que te esperas.

Pagué las cervezas y me fui con el resto.

Cuando Justin terminó de cantar, me levanté.

+Ahora me toca a mí.- dije decidida.- Y tú, ven conmigo- le dije a Ryan subiéndolo a la tarima que teníamos como escenario.

¿Cuál era mi canción? “Peacock”, de Katy Perry.

Mientras cantaba, iba tonteando con Ryan, mirándole a los ojos, e incluso atrayéndole hacia mi agarrándole del cinturón. La canción les gustó mucho a todos, sobretodo a Ryan, les hizo mucha gracia. La verdad es que lo bordé. Pero a Jay no se le veía muy contento por mi actuación, pero si no era eso lo que quería, que no lo hubiera pedido. Yo ante todo sabía divertirme, y Ryan me gustaba, así que decidí tener una gran noche con él.

Me senté junto a Ryan en un sofá de dos, y nos pusimos a charlar un rato. Jay no me quitaba la mirada de encima.

+ ¿Te ha gustado mi actuación?- le dije poniendo mis piernas sobre las suyas.

-Me ha encantado… ha sido muy… directa.- dijo riendo.- aunque a tu hermano no le ha hecho mucha gracia.

¿Mi hermano? Pensé que se refería a Jay por que era el único que no se había reído, aunque me hizo gracia que pensara que éramos hermanos.

+Déjale, es demasiado sobre protector…

Estuvimos hablando sobre muchas cosas mientras los demás cantaban, cuando entonces le tocó a Jay. Le dijo a Tom que tocara la guitarra, que él también cantaría sin el karaoke. Yo estaba intrigada por la canción que escogería. De lo único que estaba realmente segura era que me iba a sorprender.

Sonaron un par de acordes desde la guitarra que Tom estaba tocando, y ya sabía perfectamente que canción era. Mi piel se erizó, mi estómago se cerró y empecé a sentir cosquillas en mi interior, tenía un nudo en la garganta, no podía moverme. No sabía qué hacer, pero no podía quitarle la mirada de encima, y él no me la quitaba a mí. Me estaba cantado personalmente. Aquella canción…


Aquella estrofa, esas palabras, aquellas notas… que para mi eran más que eso. Me tomé aquella canción como una indirecta así que me la tomé al pie de la letra, aunque ya lo llevaba haciendo un tiempo. Él me pedía que le mintiera, y eso era lo que yo estaba haciendo, fingir. Fingir que no me gustaba más allá de algo físico. Fingir ser solamente su amiga. Fingir que no me importa lo que haga con las demás. Fingir, fingir, y fingir. Pues nada, no quería que me explotara como decía Mac así que puse la mejor de mis sonrisas, respiré hondo y le quité la mirada a Jay para mirar a Ryan. No era lo mismo. Él no me hacía sentir nada.

Aun así empecé a coquetear más con él. Una caricia por un lado, un besito por otro, risas y más risas… Pero Jay seguía sin quitarme ojo de encima mientras cantaba. Yo intentaba seguir a lo mío.
La canción terminó. Y yo me giré para mirar a Jay. Todos le aplaudían. Yo ni siquiera me movía, aunque me había levantado. Se acercó a mí. Ryan seguía detrás de mí sentado en aquel sofá.

+ ¿Qué te ha parecido?- me dijo mirándome fijamente a los ojos.

-¡Ey tío, que gran canción! Lo has hecho genial.-le dijo Ryan, que se había levantado para felicitarle.

Yo no dije nada. Jay no paraba de mirarme. Aquello fue más que una bonita canción para mí, y el no poder demostrarle lo que sentía… hacía que me temblaran las piernas.

+ ¡Muchas gracias!- dijo sin quitarme todavía la mirada de encima.

Entonces vino Nathan y se tiró encima de la espalda de Jay.

+Jay, dame el micro. Es mi turno.

-Me parece a mí que no.-dijo Mac quitándole el micrófono de las manos.

Nathan la miró con su típica mirada pícara, pero Mac no fue menos y se la devolvió. Se subió al escenario y colocó a Tom en una silla en medio de la sala, justo en frente de ella.

La música empezó a sonar, y Mac empezó a cantar… y bailar.“Skin” de Rihanna sonaba en nuestra sala. 
Ella estaba seduciendo al soldado, pero aquello iba dedicado para Nathan. Por lo menos yo si me di cuenta, y sé que él también. La manera tan sensual en la que cantaba aquella canción, como acariciaba su cuerpo, y el énfasis que hacía en algunas partes de la canción. Incluso alguna mirada cómplice que se le escapaba hacia él.

Y lo que pasaba ahora, Mac se lo había merecido. Era el turno de Nathan. ¿Cuál cantó? Pues “Say it on the radio” muy sutil… Le estaba devolviendo la pelota a su tejado, y la cara de Mac era un verdadero poema. Esta vez Nathan no estaba yendo con indirectas, se lo estaba dejando bastante clarito. “Si no puedo tenerte, ¿por qué no me dejas ir?” Sabía que aquellas palabras le estaban bien claritas a Mac, por la cara que estaba poniendo. Pero Nathan no se esperaba la reacción de ella. Creo que se sintió presionada, o mejor dicho, asustada, por saber que Nathan sabía lo que sentían ambos el uno por el otro, y su única reacción fue, besar a Tom delante de Nathan.

¡ERROR!

Yo me eché las manos a la cara. Tonta… dije para mi misma. Pero bueno, yo no podía meterme, no puedo obligar a nadie a que hiciera lo que, obviamente, era lo correcto. Bueno sí… a mi misma. Pero en ese momento me pregunté si era correcto lo que estaba haciendo conmigo.

Mientras tanto, Laura y Max estaban cantando “Marry me” de Bruno Mars, pero lo hicieron de broma, supongo que para calmar un poquito el ambiente.

Jay no dejaba de mirarme aquella noche. No podía aguantar más su mirada sobre mí. Mirada que no sabía interpretar. Mi mente me decía que era por lujuria, por el juego, pero mi corazón me decía otra cosa que no sabía lo que era. Así que decidí hacer lo que no se me daba mal, jugar. Cogí a Ryan y me lo llevé a la sala de al lado, que estaba vacía.
Pasé por delante de Jay, vi cómo me miraba. Bueno, cómo lo seguía haciendo.
Entramos en aquella sala, nos besamos, acariciamos, y mordimos. Pero no era lo mismo que con Jay. No sentía lo mismo. No tenía sentimiento. Era frío. Y en lo único que pensaba era en que apareciera Jay de una maldita vez.

Tardó en llegar, pero lo hizo. Finalmente, apareció.

+ ¡Elena!- gritó cuando abrió la puerta.

-¿Jay? ¡Vete!- le dije fingiendo sorpresa.

+ ¡Tú, soldadito, quítale las manos de encima a mi hermana!

-¡Primero, cálmate ricitos de oro! Tu hermana ya es mayorcita para hacer lo que quiera... Y mejor que no me enfades…

Jay se estaba cabreando, pero esta vez de verdad.

+Solo te voy a decir una cosa “Action Man”, o te vas, o te las verás con “Ricitos de oro”.

-Mira, Elena ¿no? Me voy de aquí que es una situación penosa. Te espero en nuestra sala.

Mientras Ryan se iba…

+Y tú, siéntate que tenemos que hablar…- me dijo Jay mientras que cogía en brazos y me ponía contra la pared.

-Pensaba que no ibas a llegar nunca… aunque Ryan no está nada mal ricitos de oro…

+ ¿Quieres dejar de jugar y así te vas con él?-me dijo acariciándome las piernas.

-No.- lo miré fijamente a los ojos. Aquello era completamente sincero, desde el corazón.- Sólo quiero contigo.

Aquel rato, yo no tuve solo sexo. 




lunes, 29 de octubre de 2012

CAPITULO 33


Era sábado por la mañana, yo estaba durmiendo plácidamente en mi camita calentita, cuando noto algo grande y pesado sobre mi. Era Jay que, el muy gracioso, se había tirado encima de mí para darme los buenos días.

+ ¡Arribaaaaa!-me gritó haciéndome cosquillas.

-¡Te odiooooo!- le dije en el mismo tono.
+ ¡Venga ponte ropa cómoda que nos vamos al parque!

-¿Qué fumas?

+Venga tonta, que para un día que hace sol en Londres…

-Vaaale, pero por que eres tú. Venga sal de la habitación que me voy a cambiar.

+Elena, no hay nada nuevo. Me sé tu cuerpo de memoria.

Lo miré con cara de asesina, así que salió de mi cuarto gracias al empujón que le di.
Me puse unos shorts de hacer deporte, una camiseta de tirantes y me recogí el pelo en una coleta alta. 
Después salí a ver a Jay.

-¿Nos vamos o qué?

+Venga vamos pequeña...- me dijo agarrándome por la cintura y mirándome con esos preciosos ojos 
azules, y como no, aquella sonrisa…

-Y que es exactamente lo que vamos a hacer, si se puede preguntar papi.

+ ¿Quieres dar un paseo en bici?

-Buena idea.

Fuimos a Hyde Park que era el que estaba más cerca de mi casa, estuvimos dando un largo paseo en bici, incluso hicimos alguna que otra carrera, después nos sentamos en el césped, cerca del lago, cuando un grupo de tíos buenorros, a cada cual más guapo, se sentó cerca de nosotros después de venir corriendo.

+ ¿Te apetece seguir con el juego?- dijo Jay al ver mis ojos brillantes mientras miraba aquel grupo de Adonis.
-¿Tú que crees?

+Pues elijo…. A ese.- dijo señalando exactamente al que me parecía más guapo.

-Gracias. Se nota que me conoces.

Me levanté. Respiré hondo. Jay se rió  Y fui decidida hacia aquel grupo de hombres extraordinariamente perfectos. Me acerqué al chico que dijo Jay.

+ ¡Hola! ¿Te molesto?

-Claro que no dime.

+Verás, me preguntaba si estabais entrenando para alguna maratón o algo, es que me gustaría participar.

-¿Nosotros? No, no. Estamos entrenando pero no es para eso. Somos militares. Por cierto me llamo Ryan ¿y tú?

+Ryan… bonito nombre para un soldado. ¿Eso significa que tendré que salvarte?

-¿De qué manera vas a salvarme?

+Eso déjame que te lo demuestre esta noche. ¿Qué te parece en Leicester Square a las 9? Puedes traerte a tu tropa también.

-¿Y si no voy?

+Tu te lo pierdes, pero sé que vendrás.- le di un beso en la mejilla para volver con Jay.

-¿No me vas a dar tu número?- me dijo antes de que me fuera.

+No voy a darte la oportunidad de que lo canceles.

-¿Ni tu nombre?

+Esta noche lo sabrás.

Seguí mi camino hacia donde estaba Jay y me senté a su lado.

+ ¿Y el juego?- me dijo él.

-La partida está en pausa, y continúa por la noche.

+Perfecto.

Me tumbé a su lado y nos pusimos a hacer tonterías como si fuéramos dos enanos.
Pasamos un gran rato en el parque pero después nos fuimos cada uno a casa, no tenía ganas de estar pagada a él las 24 horas del día. Además, quería prepararme para aquella gran noche.

Cuando llegué a casa me encontré con Mac, le conté el plan de esta noche, y me volvió a recordar que no estaba muy segura del juego que tenía con Jay pero que se apuntaba. El resto del día fue bastante tranquilo, por lo menos para mi, por que Mac no dejaba de recibir mensajes, tantos que mientras hablaba con ella se escuchaba más al móvil que a mi.

+ ¿Puedes parar?- le dije cabreada.

-Si no fuera importante ya lo habría hecho.

+ ¿Es Nath, verdad?

-Y tú eres muy lista.

+Por lo que veo es mejor que me vaya a darme una ducha. Ya me lo contarás.

No sé que pasaba entre esos dos. A ver, era obvio que se gustaban, y más aún que se querían, malditos cabezotas… Me indigné así que me fui  y me di la mayor ducha relajante que me había dado en mi vida, y eso que habían sido muchas. De fondo me puse el disco de los chicos, y cuando sonó Lie to me, mi corazón se paró. Aquella forma de decir, de rogar, que mintiera para pensar que lo quiere, la manera cómo la cantaba… se me ponía la piel de gallina. Y yo ahora mismo estaba haciendo eso. Prefería mentirme a mí misma y pensar que me quiere, aunque sea jugando, a que me rechace, él no.

Terminé mi eterna ducha. Mis músculos estaban completamente relajados. De mi pelo caían pequeñas gotas de agua que terminaban, heladas, por todo mi cuerpo, aunque a mi me gustaba esa sensación.
Me fui para mi cuarto, pasé por el salón, Mac seguía enganchada al móvil. Yo hice un movimiento de negación con la cabeza y me fui para ella. Me senté a su lado en el sofá.

-Mac…

+Déjame.

-Mac…

+No me vas a dejar hasta que no te lo cuente ¿verdad?

-Me conoces a la perfección, chica.

+Pff… pues ahora no te quejes. ¿Quieres saber por qué no estoy con Nathan? Porque me gusta de verdad. 

Y no voy a cagarla. Paso. Me niego.

-Pero vamos a ver Mac, vosotros os queréis, os lleváis bien, os gustáis… ¿Qué más quieres?

+Pues lo mismo te digo yo a ti cariño. Porque tú estás en la misma situación que yo. Es más, se podría decir que tú lo has hecho hasta peor… ¿jugar a que se acueste con otras? Sin sentido nena…

-Golpe bajo cariño.

+Pues no preguntes entonces.

-Vale, vale. Pues nada Mac, tú sigue así. Huyendo de los sentimientos cuando sabes que no es lo mejor que haces. Eso sí que es inteligente. Por cierto, no compares situaciones. Que a mi me guste Jay no significa que sea al revés. No se deben de dar las cosas por hecho. A no ser que tú sepas algo que no me hayas contado…

Mac se quedó en silencio.

-Mac…

+Yo no puedo decirte nada. Lo prometí. Y no lo voy a hacer. Por cierto, no hablemos de evadir 
sentimientos…

-Gracias amiga mía.

+Exactamente, amiga. Bueno, ¿podemos dejar de discutir? No me apetece mucho en este momento, gracias.

-Creo que será lo mejor.

Me fui a mi cuarto, intentando pensar en cosas bonitas para no cabrearme con Mac, era lo que me faltaba.
Entonces se me ocurrió una idea que sabía que a Mac le iba a encantar. Se me pasó el enfado de inmediato, me fui corriendo, todavía en toalla, hasta el salón.

-¡Maaaaac! ¡Ya lo tengo!

+ ¡¿Qué te pasa, con esos gritos?!

-Esta noche nos vamos al karaoke.

+ ¿¡En serio!? ¡Me encanta!- dijo ilusionada.

-Sabía que te iba a gustar la idea… Creo que hay uno por donde hemos quedado ¿no?

+Cariño, esto es Londres…

-Cierto. Pues vístete y avisa al resto que nos queda poco más de una hora y tenemos que ir hasta allí y todo…

Aquella noche no íbamos a salir muy arregladas. Yo prefería algo más natural. Así que unos vaqueros y una jersey calentito bastaban para aquella fría noche londinense.

Llegamos a la plaza donde habíamos quedado con todos. El chico que conocí por la mañana fue el primero en aparecer con algunos de sus amigos. Cuando Mac los vio me dio un codazo en el costado que tuve que disimular por que se estaban acercando, pero que hizo que aumentaran considerablemente mis ganas de matarla en aquel momento de lo que me había dolido.

-¡Buenas noches!- le dije al chico sonriente.

+ ¿Qué tal guapísima? ¿Me dirás hoy tu nombre?- me dijo agarrándome de la cintura mientras me daba dos 
besos.

-Depende de cómo te comportes…- le dije al oído.

Justo en aquel momento llegaron los chicos. Entonces Jay me cogió de la cintura y me separó del soldado, empujándome hacia él.

+ ¿Cómo estás enana?

-Pues siempre se puede estar mejor, pero no me puedo quejar…

La cara del soldado era un poema, y la mía más aún. ¿A qué venía eso?

-Bueno chicos, creo que es hora de empezar a presentar.

+Claro que sí guapísima.

-A ver, Ryan esta es mi amiga, bueno, mi hermana de otra madre, Mac. Estos son Jay, Max, Siva, Nathan, Tom, Sophie, Laura y Nareesha. Mi familia. Chicos, este es Ryan.

Al parecer Kelsey no había podido venir por que había quedado con una amiga suya.

+Encantado de conocerte Ryan. – dijo Nathan tan educado como siempre.

Jay le miró con cara de asesino.

-¿No me presentas a tus amigos?- le dije coqueteando.

+Por supuesto. Chicos estos son Tom y Justin.

Mac se fue directa a Tom.

-Encantada Tom, yo soy Mac. Es un placer conocerte.

+Lo mismo digo. Pasaremos una gran noche hoy.

-Eso te lo aseguro.

Ahora era Nathan el que tenía cara de asesino.

Tom era realmente guapo. Era alto, fuerte, moreno y de ojos oscuros. Perfecto para Mac. Aunque yo seguía pensando lo mismo con respecto a su “no relación con Nathan”.

El otro chico, Justin también era bastante guapo. Alto, musculado, rubio y de ojos color miel. Pero lo que más destacaba de aquel chico, era su nariz. Era pequeñita y respingona, era perfecta y muy graciosa. Hacía que tuviera más cara de niño.

+Bueno y donde se supone que vamos…- me dijo Ryan.

-¿Te gusta el karaoke?

+ ¿Y a quién no?- me dijo él sonriendo.

-¿Qué os parece chicos?

Todos asintieron. A nosotras nos encantaba, a los “soldaditos”, como les llamábamos, también y los 
chicos… bueno, ellos eran cantantes, como no les iba a gustar.

miércoles, 24 de octubre de 2012

CAPITULO 32

Él me siguió, intenté cerrar la puerta antes de que él llegara pero no lo conseguí. Me acorraló en el baño.

-Elena ¿Qué te pasa?

+Jay, déjame, vete.

-Sabes que no voy a hacerlo.

+Pues entonces me iré yo.

-Pues entonces no te dejaré ir.

+Ya lo veremos.

Salí como pude del baño y conseguí llegar al salón. Estaba dispuesta a irme pero aún seguía desnuda y Jay seguía persiguiéndome. Cuando estaba al lado del sofá, buscando algo con lo que taparme Jay me cogió del brazo acercándome a él.

-¿He hecho algo mal? ¿Te he hecho daño? ¿Estás bien?

+No has hecho nada malo pero yo sí.

-¿El qué, Elena?

+Nada que te importe.

-Hombre, teniendo en cuenta en el momento en el que te has ido y cómo lo has hecho, creo que algo si me importa.

Jay cada vez se iba acercando más a mí. Y a cada paso que daba hacia delante, yo daba otro hacia atrás hasta que acabé cayéndome al sofá y Jay aprovechó para tirarse encima de mí.

-Ahora si que no te escapas.
+Vale. ¿Quieres saber qué me pasa?

-Sí.

+Pues juguemos a un juego porque ni yo quiero darte explicaciones ni quiero oír las tuyas.

-Como tú digas Elena. ¿De qué va el juego?

+Es muy fácil. Sólo tienes que saber elegir. Ya sabrás de que va cuando estemos jugando. Yo empiezo.

-No sé que decir, pero bueno, acepto.

+Así me gusta. Te va a encantar, ya lo verás.

¿Qué de qué iba el juego? Es algo complicado. Trata de que si yo veo una chica por la calle que me guste para él, la elijo, y él tiene que seducirla, para que cuando estén a punto de hacerlo, entrar yo en escena, liar una bronca enorme y acabar llevándome yo al chico. ¿Qué por qué ese juego tan enrevesado? Para sentirme deseada y vale… lo reconozco, para ponerle algo celoso. Puede que no funcionara, pero quería ponerme a prueba a mi misma, a ver hasta donde era capaz de llegar por él.

Me besó. Lo besé. Y seguimos con lo que yo había interrumpido.

Me cogió en volandas y me levantó del sofá.

+ ¿Quieres desayunar?- le dije tocando mi nariz con su nariz.

-Venga, vamos a desayunar.

Fuimos hasta la cocina, y yo todavía seguía en sus brazos. Me sentó en la encimera, y me besó por el cuello, y por el pecho.
+Jay, sabes que seguiría pero tengo que ir a clase…

-Cierto… que mala suerte… Por cierto, ¿dónde está Mac?

¿Qué dónde estaba Mac? Pues precisamente durante la magnífica noche que yo estaba teniendo con Jay, Mac estaba haciendo exactamente lo mismo que yo, pero no en casa, sino en casa de… John. Cuando me lo contó al llegar a casa me quedé fría. Hacía rato que Jay se había ido, y yo me estaba preparando para ir a la universidad, tenía clase en una hora, así que quedé con ella para comer, sí o sí, tenía que contarme muchas 
cosas y yo a ella.

Cuando estaba en la universidad fui a una nueva clase en la que me había apuntado como optativa. A mi lado se sentó una chica rubia que me miraba con cara de asco, no sé por qué, pero por lo que pude escuchar de algunas conversaciones que tenía con las compañeras, se lo tenía bastante creído. Sonaba muy altiva, como si los demás fueran inferiores a su lado, recibía mensajes a cada momento y los comentaba como si fuera Obama el que se los estuviera mandando. A mi no me va la gente así, por lo que simplemente la ignoro, aunque ella me llamaba mucho la atención por su manera de comportarse.

Yo seguí a lo mío, y la clase terminó. Entonces se me acercó aquella chica.

+Bonito pañuelo.- dijo con sarcasmo.

No contesté, ¿para qué? No iba a darle el gusto de cabrearme, por una tía que ni conozco.

Salí de clase y me fui para la salida donde había quedado con Mac. Después fuimos a Candem, y nos sentamos en las motos a comer unos burritos.

+ ¿Qué hacías con John, Mac?

-¿Qué pasa, no puedo divertirme?

+Si, pero, ¿qué pasa con Nathan? ¿Y lo vuestro?

-Nathan y yo no tenemos nada, solo hubo sexo unas cuantas de veces, pero nada más. Somos amigos.

+Mac… amigos, amigos… no sois.

-Puede, pero no quiero complicar las cosas. Y tú deberías de entenderme mejor que nadie.

+Te equivocas, yo lo acabo de complicar todo al máximo. No sé por qué lo he hecho pero ya no hay marcha atrás.

-¿Qué has hecho Elena? Miedo me das…

+Pues bien que haces… Me he acostado con Jay…

-¡Qué! ¿Qué dices?

+Sí, y ahora hemos quedado en jugar a un juego…

Le expliqué el juego y se quedó pálida y sin palabras.

+No te preocupes, así no tengo que decirle lo que siento por él.

-Elena, estás jugando con fuego… ten cuidado o te acabará explotando en la cara.

+ ¿Por qué me iba a explotar? Solo es sexo… nada de sentimientos.

-Pues por eso mismo…

+No te entiendo pero bueno…

Entonces me llamaron. Era Nareesha.

-Elena, esta noche hemos quedado todos para ir a ver el partido de fútbol a un pub ¿Os apuntáis?

+ ¡Claro que si cariño, a las siete estamos en casa de los chicos!

Dimos un paseo más por Candem, hicimos algunas compras. Yo me compré una cámara de fotos antigua de la que me enamoré, aunque no podía evitar acordarme de Alex.

Cuando llegamos a casa de los chicos, no paraba de cruzar miraditas con Jay. Estaba muerta de la vergüenza. Hasta aquel momento no me di cuenta verdaderamente de lo que había pasado con él. Aquella mañana, nos habíamos acostado unas mil veces, y ahora, nos teníamos que comportar como si fuéramos solo amigos, aunque resultaba bastante difícil. Pero he de decir, que aquel juego de miradas cómplices me 
encantaban. Eso sí, esta noche, sí que jugaríamos.

El partido estuvo muy interesante, jugaban el Manchester contra el Liverpool. Max se salía de sus casillas, nunca lo había visto así, pero me hacía mucha gracia. Mientras veíamos el partido, corría la cerveza, los frutos secos y al final, irremediablemente, los chupitos.

Entonces vi a una buena candidata para comenzar el juego. Jay estaba sentado a mi lado, me acerqué a su oído.

+Esa. La morena de pelo corto.- le susurré.

-¿Qué? ¿De qué hablas?- me dijo extrañado.

+Empieza el juego. Lígate a esa.- dije señalando a la chica.

-No voy a hacerlo, no quiero acostarme con ella.

+No tienes que hacerlo. Tú lígatela y del resto me encargo yo.-le acaricié la entrepierna disimuladamente.

-Confío en ti.

Jay se acercó a la chica, que inmediatamente le reconoció. Todos se quedaron mirándome cuando lo vieron pero yo les dije que no pasaba nada, que ya estaba todo solucionado entre nosotros.

La chica fue bastante fácil. Sólo tuvo que decirle un par de cosas típicas, agarrarla un poco por la cintura y ya la tenía en el bote. Me miró y me dio la señal de que se la iba a llevar a otro sitio del bar, para que yo supiera cuando tenía que actuar.

Esperé unos minutos. Quería que la chica disfrutara algo de lo que yo ya había probado. Al fin y al cabo, ella iba a terminar perdiendo. Entonces les dije a los demás que iba al baño, y en lugar de eso, me acerqué a donde estaban ellos dos. Comiéndose a besos, acariciándose apasionadamente.

+ ¡Jay!-grité- No me lo puedo creer… ¡¿Cómo puedes hacerme esto?!

-¡Elena! ¿Qué haces aquí? Te lo juro, esto no es lo que parece…

+ ¡Cómo! ¿Tienes novia? Serás gilipollas…- le dijo la chica dándole una bofetada a Jay.- Lo siento no sabía 
nada…- me dijo cuando se marchaba.

+Todos los tíos son iguales…-le dije riendo al ver que no me veía.- Y tú, gilipollas, ¿no me vas a explicar nada?- le dije acercándome a sus labios y empujándole hacia el baño de los chicos.

-No sé por donde empezar- me dijo mordiéndose el labio.

+Pues qué tal si te ayudo…- le mordí el cuello.

-Pfff… ¿ya empezamos con los mordiscos?- dijo mientras notaba como su respiración se aceleraba.

-¿Quieres que pare?- dije con cara de niña buena.

+Eres mala… no me vas a engañar con esa carita…

-Puede que no quiera engañarte… bésame.

Tuvimos un momento muy pasional dentro de aquel baño. Sus manos recorrieron todo mi cuerpo, al igual que las mías el suyo.

+ ¿Te gusta el juego?

-¿Qué juego? ¿El de novia celosa que me pilla yéndome con otra?

+Si.

-No… me encanta. Estás muy sexy cuando te enfadas y te pones celosa.

Estábamos enredados cuando llamaron a la puerta del baño, entonces salimos los dos de la mano, riendo y secándonos los besos.

+ ¿Dónde estabais?- dijo Nathan.

-Jugando-dijo Jay riendo mientras me miraba.

Mac me miró raro, pero yo estaba bien, es más, en aquel momento me encontraba muy bien.

La noche terminó y cada uno nos fuimos a nuestras casas. Excepto Mac, que al parecer habló con Nathan y acabaron yéndose juntos.

-¿Quieres que te acompañe a casa?- me dijo Jay cogiéndome de la mano.

+Como quieras… pero como amigos ¿vale?

-Es para que no duermas sola… ¿te apetece una peli?

+Mucho, pero de miedo.

Fuimos a casa y la verdad es que pasamos una gran noche. Vimos la película, nos hartamos de comer chocolate y beber cerveza, aunque así visto era algo asqueroso… jugamos a varios juegos de mesa, hablamos sobre muchos temas y al final nos quedamos dormidos en el sofá.

Me desperté a mitad de la noche, y lo vi en el sofá durmiendo, con toda su belleza y esos ricitos. Cogí una mantita y se la eché por encima, le di un beso en la frente y me fui a dormir a mi cuarto para no molestarle.

domingo, 21 de octubre de 2012

CAPITULO 31


Me volvió a besar. Yo no sabía que hacer. Quería que lo hiciera, pero también sabía que yo sí que me acordaría al día siguiente. Además, no quería a Jay solo para el sexo. Ni quería que él me quisiera solo para eso.

Lo aparté.

+No Jay. No sabes de lo que hablas. Estás muy borracho, no voy a hacerte caso. Duérmete anda, que necesitas descansar. Mañana será otro día.

-Elena, yo sé que puedo superar al de anoche. Te quiero, te quiero mucho.- me decía intentado besarme de nuevo.

Aquello ya me estaba cabreando.

+Jay, duérmete. Se acabó la conversación. Si quieres sexo, llama a cualquiera de tu larga lista de teléfonos que seguro que tienes miles dispuestas a lo que sea.

-Pero yo solo quiero contigo Elena.

+Eso lo piensas ahora, que estás borracho.

Cuando me di cuenta, Jay ya estaba medio dormido. Intenté pensar que era efecto de todo el alcohol que había bebido pero aun así me dolía igual. Y encima, ahora tenía que dormir con él en mi cama, abrazado a mí, aunque apestando a alcohol.

Dormí bastante bien aquella noche, no pensé en lo que había pasado tan solo hacía unos minutos, simplemente disfruté del momento y dormí con Jay abrazado a mi toda la noche.

Cuando desperté, Jay aún seguía durmiendo, estuve mirándolo unos segundos, aquella carita angelical y eso ricitos que se recostaban sobre la almohada. No quería despertarlo, pero tampoco quería ver como aquello no se iba a volver a repetir, no de la manera que yo quería, así que antes de que se despertara decidí irme a tomar un poco de aire fresco, y que mejor sitio que el parque.

Llegué al parque y pensé, ¿y por qué no voy a aprovechar la oportunidad que me dio Jay? Al fin y al cabo es solo sexo, buen rato para él, buen rato para mi, ya me ocuparé después de los sentimientos, y si al final él no quiere nada conmigo, pues eso que me he llevado.

Llegué en menos de cinco minutos a casa, pero cuando entré intenté no hacer ruido para no despertarle. Entré a mi habitación y me metí de nuevo en la cama, pero esta vez con las ideas claras, la mente fría y el cuerpo caliente, muy caliente.

Me pegué a él, que inmediatamente, e inconscientemente me abrazó, pero yo ahora no me quedaría quieta. Me giré. Él seguía durmiendo, pero no por mucho más tiempo. Empecé a acariciarle el brazo, después el pecho y entonces abrió los ojos muy despacito. Me vio y sonrió. Aquella sonrisa…

+Buenos días.

Volvió a sonreír. Aquella sonrisa…

+ ¿Recuerdas algo de lo que pasó ayer?

-Me acuerdo perfectamente de todo, Elena.

+No te creo Jay, ibas muy, muy borracho.

-Elena, si te digo todo, es, todo.

Yo seguía pegada a su cara acariciándole todo el cuerpo, ya no tenía más el control de mi mano.

-Solo que hubo algunas cosas que no me gustaron de anoche, exactamente tres.

+ ¿Qué tres?

-La primera discutir contigo, la segunda besar a aquella chica que a la que no quería besar, y la tercera…- se quedó callado.

+ ¡Venga, di cuál es la tercera!

-La tercera fue que me dijeras que no anoche…

Me quedé mirándole durante unos segundos.

+Anoche no es hoy.

Me puse encima suya, él no daba crédito de lo que estaba pasando en aquel momento, y yo solo me dejé llevar por mis sentimientos más primitivos.

-¿Elena?

+ Shhh… si quieres seguir con lo que anoche no te dejé empezar dame un beso.

-¿Elena, que te pasa?

+Así, no vas a superar al de la otra noche.

-No estés tan segura.

Se incorporó, pero me agarró para que yo siguiera encima de él. Estábamos sentados, me besaba el cuello, yo me estremecía mientras le arañaba su cuerpo sin camiseta. Ahora me tocaba a mí hacer que se erizara su piel. No podía más, veía como su cuerpo iba a explotar y esto, había sido solamente el principio.


Nuestra fuerte respiración iba al unísono, y solo se interrumpía por besos y mordiscos. Pero yo, no se lo iba a poner fácil.

+ Si esto es todo lo que puedes hacer que sepas que me aburro.

-¿Te aburres?

+Si.- le dije con nuestros labios casi rozándose.

-Entonces soy aburrido… el de la otra noche fue mucho mejor ¿no?

+ ¿Qué eres capaz de hacer para entretenerme?- le mordí el labio.

-Elena…

Me besó, me mordió el cuello y me arrancó la camiseta. Mi corazón iba a mil, y sé que el suyo también, lo notaba cuando se acercaba a mí. No podía dejar de morderle por todas partes.
Me cogió y me tumbó sobre la cama para ponerse encima de mí.

-¿Por qué me muerdes tanto?- me dijo mientras le daba mordisquitos en el hombro.

+Por que me apetece comerte. Aunque los charlatanes no son de mi estilo.

-¿Ah no? Pues veremos ahora quién es la que habla.

+ ¿Por qué dices eso?

-Por que no voy a parar hasta que te tiemblen las piernas y todos tus vecinos sepan cual es mi nombre.

Me levanté. Aún tenía los shorts vaqueros puestos. Él estaba tumbado en mi cama, pero no desnudo, aunque no estaría así mucho más tiempo.

Me desabroché el botón del pantalón, muy despacito. Bajé la cremallera, muy despacito. Y fui bajándome los pantalones, muy, despacito.

Él se iba a salir de sí, yo llevaba sin estar en mí desde que me dio el primer beso. No me dio tiempo a quitarme lo demás. Él ya me había vuelto a tumbar sobre la cama. Ahora era él quien terminaba de desnudarme, suavemente y entre besos.

Mi pulso se aceleraba, al igual que mi respiración, y arañaba las sábanas de mi cama como si me fuera la vida en ello.

Era cierto, mis piernas temblaban, sobretodo cuando empecé a enredar mis dedos entre sus rizos cuando él sabía lo que estaba haciendo mientras estaba entre mis piernas.

Otra cosa que era cierta era que todos iban a saber su nombre, pues no sabía por qué, pero no podía parar de gritarlo en aquel momento.

No sé cómo pude, pero recordé que tenía algo pendiente. Tenía que hacerle saber quien era Elena de verdad. Desde aquel momento dejaría de verme como aquella chica que trabaja en la tienda de chocolate, que es una patosa, y a la que llama pequeña. Ya no. O al menos durante ese momento.

Aproveché que subía por mis piernas y llegaba a mi ombligo. Lo cogí, le di la vuelta y sin preguntar ni pedir permiso, lo desnudé.

+Ahora ya estamos en igualdad de condiciones. Ya no hay ventajas, podemos luchar justamente.

-No te voy a contestar por que no te gustan los charlatanes, así supondré que tengo permiso para lo que 
quiera.

+Prueba a ver.- le dije mordiéndome el labio.

Fue a darme un beso, me aparté. Intentó acariciarme por el pecho. Intento fallido. Lo estaba cabreando, esto ya era personal.

Me agarró fuerte de las manos, pero no me hacía daño, era la presión justa. Ahora no me podía mover. 

Tampoco quería. Empezó, bueno, siguió besándome el cuello. Ahora yo era suya. Y no me importaba nada serlo. Me mordía el labio mientras lo miraba fijamente a los ojos.

-No tienes ni idea de lo que me has dicho antes.

+Pero sí que quiero tenerla.

-Elena…

+Dime, Jay.- mi cuerpo se estremecía cada vez que él decía mi nombre.

No dijo nada. No podía.

+ ¿Estás bien?

 -Tú que crees… Por cierto cállate la boca.
Entró fuertemente, y lo hizo para quedarse.

El sudor corría por nuestro cuerpo ardiendo. Los muebles crujían. La cama, la mesa, la pared y el suelo sufrieron las consecuencias de aquella, nuestra lucha. Y nosotros solamente nos limitamos a… sentir.

No quería que aquel momento acabara. Yo gritaba su nombre. Él decía el mío entre suspiros. Mi aliento rozaba su oreja. Su aliento, mi nuca. Había momentos en los que me quedaba sin respiración. Y momentos en los que a él se le paraba el corazón.

Pasaban las horas. No había descanso. No lo necesitábamos. No lo queríamos. Aunque mi cuerpo le perteneciera, y yo fuera dueña del suyo, no nos parecía suficiente.

La sed que sentíamos el uno por el otro era insaciable. Pero era muy, muy, muy placentera. De fondo la única música que sonaba era la de mis gemidos.

Iba a besarle, pero me quedaba rozando sus labios. Buena señal. Eso no le gustaba. Su reacción me gustaba aún más.

Pasión, lujuria, avaricia, ira, gula… pasamos y repasamos cada uno de los siete pecados capitales, excepto el de la pereza. Nuestros cuerpos estaban demasiado llenos de energía y la adrenalina corría a velocidades tan rápidas por nosotros, como para pararnos en ese pecado.

Me empujó contra la pared. Me cogió las piernas y me levantó. Mi espalda la rozaba  y mi piel volvía a estremecerse de nuevo entre besos y caricias. Mis dedos volvían a dibujar fuertemente arañazos en su espalda. Abrí los ojos. Miré al frente. Ahí había un espejo, donde nos veía reflejados. Si hubiera sido con otra persona, o quizás en otra situación puede que me hubiera excitado aún más, pero no. Esta vez no. Lo único que veía era algo meramente físico y aunque su corazón latía, incluso más rápido que el ritmo que llevábamos, estaba frío. No sentía nada por mí, solo una bonita amistad. Y yo no soy de conformarme, yo quería más, necesitaba más. Me separé de él.

+Jay, no más.- salí de mi habitación y me fui al baño.

viernes, 19 de octubre de 2012

CAPITULO 3O


Aquel día no salí de mi cuarto. Pero Mac me llamó para decirme que aquella noche saldrían todos los chicos y las chicas por la noche. Era la primera vez que saldríamos todos juntos, y no iba a perdérmelo por que fuera Jay.

Quedamos en casa de los chicos, todos estaban guapísimos, con sus pantalones apretaditos, sus chupas de cuero, sus “camisetas sexys” como yo las llamaba, y por supuesto por ser ellos simplemente. Y la verdad es que aquella noche Jay iba especialmente guapo. Sentía como una dualidad de sentimientos. Por un lado le odiaba, por ser un capullo integral, pero por otro lado no podía dejar de sentir todo aquello por él.
Mac iba muy guapa, bueno como siempre. Y yo, yo ya había tenido suficiente la noche anterior. Me puse una falda negra de cuero y una camiseta con un hombro al descubierto de color gris. No quería ir muy arreglada. No estaba de humor.

Estábamos saliendo por la puerta para ir hasta los taxis. Yo intenté evitarlo pero no pude. Nos tocó a Jay y a mí en el último taxi, solos. No hablé para no provocar ninguna pelea, pero él si que habló.

-Esta noche verás a qué me refiero.

No contesté. Pero si que no dejé de darle vueltas intentando adivinar lo que quería decir con aquello. Intenté no darle más importancia, pero me resultaba imposible.

Entramos en el club, no recuerdo el nombre por que iba tan inmersa en mis pensamientos que ni pregunté, ni miré a ver cómo se llamaba.

Aquella noche no iba a emborracharme, quería estar sobria, quería pasármelo bien con los chicos. Era nuestra primera noche juntos y quería acordarme de todo.

La noche fue pasando, solo bebí un par de cervezas o tres, por lo que estaba bien. Bailé mucho con Max y con Tom, recuerdo que Kelsey no paraba de reírse cuando bailaba con Tom, no sé por qué… Estuve haciendo el tonto con Siva y con Nareesha haciendo imitaciones y poniendo caras y voces raras. Mac y Nathan estuvieron bailando y hablando pero algo más distanciados. Y Jay… no veía a Jay desde que entramos en el pub.

De repente vino Nathan y se puso justo enfrente mía, y después se sentó en mis rodillas. Yo no podía ver a Jay, y lo estaba buscando, pero él no me dejaba.

+ ¿Sabes dónde está Jay? Quiero hablar con él, a ver si ahora quiere hablar conmigo.

-Ele, no busques a Jay.

+ ¡Ay quita de en medio Nath, que quiero hablar con él, no sé qué tiene de malo!- le dije quitándolo de encima de mí y levantándome de aquel sofá.

No podía estar viendo aquello. No. Mis ojos no querían creérselo. El corazón me iba a estallar. Sin moverme, mi cara se llenaba de lágrimas. Ahí estaba él, con una chica.

Me vio. Sé que me vio, por que vino hacia mi justo en ese momento. Yo seguía sin moverme.

-Julie, quiero presentarte a una muy buena amiga mía. Elena es amiga mía desde que vino a Londres. Y es una amiga maravillosa.- no paraba de repetir aquella maldita palabra, como para que me quedara bastante claro lo que era para él.

+Encantada Julie, yo soy Elena.- dije entre lágrimas como pude.

-Encantada de conocerte Elena.- dijo aquella chica guapísima, alta, esbelta, y preciosa.

Entonces él me miró fijamente a los ojos.

-Esto es exactamente a lo que me refería- me dijo al oído.

La besó. No fue un beso cualquiera. No fue un piquito en los labios, no. Tenía pasión y muchas ganas. Yo me quedé paralizada unos segundos, todos habían visto aquello, en especial Nathan y Mac.

Yo no tenía por qué aguantar aquello. No tenía por qué quedarme ahí viendo aquello que no quiero ni recordar, así que salí corriendo de allí. Nathan vino detrás de mi, intenté correr más que él pero me alcanzó. 
Y cuando lo hizo, me abrazó. Yo rompí a llorar como una niña pequeña en sus brazos.

Mientras tanto en el bar, Mac se fue directa para Jay y le empujó.

+ ¡Pero qué haces Mac!- gritó Jay.

-¡No, qué haces tú Jay! ¿Crees que esto era necesario? Espero que ya tengas lo que querías…- se fue a buscarme, bueno, todos fueron a buscarme.

Al final acabamos todos en la calle, donde Nathan me había parado, incluido Jay, que seguía la discusión con Mac.

+ ¿Qué si era necesario? Pregúntaselo a ella, que es la que no se sabe de qué va.- seguía gritando Jay.

-¡Cuando nos digas qué coño ha hecho tan grave como para que le hagas esto en toda la cara pues entonces te daremos la razón!

+No quiero escucharlo, me da exactamente igual Mac.- dije entre los brazos de Nathan.

-Pues ya sabes lo que se siente cuando besan al que no es el indicado.- dijo Jay , dio media vuelta y se fue.

+Voy a acompañarle, no quiero que le pase nada.- dijo Siva- Elena, ¿estás bien?

-Perfectamente Siva.

+Puede que no sea el momento pero… ¿qué ha pasado aquí?- dijo Tom intrigado por que no sabía qué pasaba.

-Nada Tom. Todo está bien, créeme.- le dije.

Entonces un impulso me hizo salir corriendo hacia donde estaba Jay.

+ ¡Jay, Jay, para!- grité mientras intentaba alcanzarle.

Jay paró, y le dijo a Siva que nos dejara hablar un momento.

-Que te pasa ahora…

+Es por que me besé con Alex ¿verdad?- le dije entre fuertes respiraciones.

-Chica lista, lo coges todo.- dijo con sarcasmo.

+Pero ¿cómo sabes tú eso?- dije extrañada.

-Te vi. Por cierto, buen provecho.- siguió andando.

+ ¡Jay, espera!- le agarré del brazo para pararle.-   no es lo que piensas.

-Pensaba que eras más inteligente y que no ibas a volver con aquel capullo, por eso estaba así contigo.- me dijo mirándome directamente a los ojos. Pero yo no veía sinceridad del todo en su mirada. Veía rabia, tristeza, incluso dolor.

+ ¿Pero qué dices? Jay, él me estaba pidiendo que volviera con él, y yo le dije que no. No dejaba de insistir, pero yo seguía en mis trece. Me besó, sí. Pero enseguida me lo quité de encima, le pegué y le dije que no volviera a acercarse a mi.

-¿En serio?

+Si. Yo ya no siento absolutamente nada por él. No estaba enamorada de él. Yo a quien verdaderamente 
quiero es a…

-¿A quién?

+No importa.- no tuve valor para decírselo. Todavía tenía aquella imagen en la mente. Dolía mucho.- 
Podemos volver a casa por favor.- le cogí la mano y caminé hasta los demás.

-¡Elena!- me paró.

+Dime.

-¿Puedes perdonarme?, he sido un completo capullo, debí habértelo dicho desde un primer momento… no quería hacerte llorar.

+Siempre te voy a perdonar Jay, te quiero.

Aquel te quiero creo que fue el más sincero que le había dicho a nadie en mi vida.

-Y yo pequeña.- me abrazó.

Sentir cómo me rodeaba me hacía sentir rara de nuevo. Quería que me abrazara, pero no como una amiga más.

Me acompañó a casa, incluso entró a mi habitación, estuvimos hablando de muchas cosas, resolvimos aquel malentendido, y le estuve contando cosas sobre París.

-Elena.

+Dime Jay.

-No sé si es lo más correcto, pero voy un poco, bueno estoy bastante borracho…

+Miedo me das.

-A ver, somos amigos ¿verdad?

+Sí.- cada vez que decía aquello me mataba.

-Bueno amigos ¿no?- rematada.

+Si… ¿Qué quieres decirme?

-Verás, creo que deberías de darme una oportunidad, solamente por una noche, y mañana, hacer como si no hubiera pasado nada.

+ ¿A qué te refieres?

Entonces se tiró encima de mí.

-Llevo mucho tiempo queriendo hacer esto.- me dijo cerca de mi boca mirándome fijamente.

Me besó. Fue breve pero intenso. No me podía creer aquello.

-Déjate llevar por una noche Elena. Mañana no habrá pasado nada.

jueves, 18 de octubre de 2012

CAPITULO 29

No quería seguir pensando en Jay, aunque era evidentemente irremediable. Por lo que pensé en mi muy mejor amigo, el alcohol. Causa y solución de todos mis problemas.

Tres chupitos de tequila, y un viaje en taxi y ya estábamos en mi habitación. Comiéndonos a besos.

Estaba haciendo justo lo que yo quería ¿no?

Eso daba igual, yo estaba decidida a seguir, no iba a parar. Me lo estaba pasando realmente bien.

Me tumbó en la cama, me quitó aquel vestido poquito a poco, mientras me besaba las piernas, e iba subiendo a medida que me lo quitaba. Escalofrío. Después llegó al cuello. Sitio prohibido. Debilidad. Sin control. Yo le quité la camiseta y tuve mi momento. Me puse encima suya, y supe dominar la situación durante mucho, mucho, mucho rato. Pero volvió a ganar la batalla.

No se cuánto tiempo estuvimos exactamente, pero sé que fue un buen rato. Justo lo que necesitaba. Y lo mejor es que me desperté sin estar a su lado. Sabía lo que yo quería y, al parecer, él quería lo mismo. Cumplió con creces su función. Me hizo sentir deseada, ya estaba todo hecho, no había marcha atrás. Elena había tenido su noche, su gran noche.

Cuando me levanté para desayunar estaba Mac con Nathan en la cocina, pero se veía a alguien más en el sofá, que no podía distinguir muy bien por que me daba el sol desde la cristalera y me cegaba y molestaba mucho por la resaca.

+ ¡Buenos días princesa, aunque mejor noche por lo que pude escuchar!- dijo Mac, tan sarcástica como siempre.

-Já, já. Muy graciosa. Fue a hablar la que lleva así toda la semana.

Nathan se puso rojo.

+ Tú calla, que la que lo ha triunfado has sido tú. Estaba bastante bien chica….

-¿Y tú que sabes?- le dije extrañada.

+Pues por que se ha ido hace cinco minutos y le he invitado a un café. ¿Cómo se llamaba?

-¿Ah si? Le invitas a él y a mi no… que buena amiga… Pues no tengo ni idea, pero tampoco me importa.

+ Estás hecha todo un zorrón, baby. 

- Me ha dicho que te diga que gracias por la noche y que se ha tenido que ir sin despedirse por que llegaba tarde a trabajar.- dijo Nathan dándome un chocolate que me acababa de preparar.

+Gracias cielo, muy amable los dos.- le dije dándole un sorbito al chocolate caliente.

-Para ti todos lo son. Pero a ver quién te quita ahora la resaca.- dijo quien estaba sentado en el sofá.

Sí, era Jay. Y lo había visto todo, absolutamente todo.

+Buenos días a ti también.- le dije sentándome en la otra punta del sofá sin mirarle.

-Que más dará. – dijo con tono de cabreo.

+ ¿Qué pasa te cabrea que haya pasado una buena noche? Ni que fueras mi novio…- dije molesta levantándome del sofá y sentándome en uno de los taburetes de la cocina.

Pude ver cómo se les cambiaba la cara a Nathan y a Mac cuando dije aquello. Jay no contestó.

+Por cierto, ¿Qué haces en pijama? -dije dándole otro sorbo a mi chocolate.

-He dormido aquí. En el sofá.- dijo sin mirarme.

Eso significaba que lo había visto todo. TODO. No me lo podía creer. ¿Podría haberme pasado algo peor? Era lo último que quería que viera…

+Mac ¿Puedes venir un momento?- le dije con cara de urgencia.

Me acompañó al baño.

+ ¿Por qué coño no me dijiste que iba a dormir él en casa? No habría hecho nada joder… o al menos no me lo habría traído aquí… Dios… me quiero morir. Pensará que soy una cualquiera.- le dije angustiada.

-Créeme. No lo piensa.- me dijo ella con un tono serio.

+Mac, cariño. Me ha visto medio follando con un tío del que no sé ni su nombre y del que me ha importado una mierda que se marchara al día siguiente sin despedirse.

-Elena. Primero cálmate. Y segundo, si te digo yo que no lo piensa, es que no lo piensa.- me dijo agarrándome la cara.

Ahora sí que se me iba a salir el corazón del pecho.

 +Mac, no se lo voy a decir a Jay. No pienso decirle lo que siento por él. Va a pensar que soy gilipollas. Yo…- empecé a llorar- yo sólo quería olvidarme de él, aunque fuera por una noche…

-Lo sé Ele. Mira, no tienes por qué decírselo ya. Pero creo que es mejor que lo sepa. Tanto para él como para ti. No se puede huir de los sentimientos, tú lo sabes mejor que nadie.

+Eso lo dices por que tú estás con Nathan.

-Te equivocas. Nathan y yo no estamos juntos. Es solo sexo.

+Mac…

-Ese tema no importa ahora. Date una ducha anda, que apestas a cosas prohibidas.

Me di una ducha, y cuando salí, Mac y Nathan estaban hablando con Jay en el salón, pero cuando llegué yo, dejaron de hablar. Jay me miraba raro.

Automáticamente, Nathan y Mac salieron de la habitación. ¿Qué coño pasa aquí? Me estaba cabreando mucho. No me gustan nada las encerronas.

+ ¿Qué coño es todo esto?- les dije mientras salían del salón.

-Elena, tenéis que arreglar esto, queráis o no. No está bien que os llevéis así. Os queréis. Sois buenos amigos, y eso no debería cambiar.

+Pues entonces dile a Jay que me explique por qué coño se puso así conmigo el día de la fiesta.- dije alzando la voz.

-Pues por que no se puede jugar con la gente de esta manera Elena. Eres una caprichosa.-me dijo él en el mismo tono.

+ ¿De qué coño hablas Jay? ¿Cuándo he sido yo así? Y menos contigo… no entiendo nada en serio… Estoy alucinando.

-Ya lo entenderás…

+Pues muy bien. Paso de ti. Y Mac, no me digas que esto es huir. Simplemente no voy a discutir por algo que he hecho mal, cuando ni siquiera sé que es lo que he hecho mal. Que os den.

Esta vez no me fui de casa. Me fui a mi cuarto, para que Mac viera que no huía del problema. Me puse el equipo de música a todo volumen mientras tiraba la toalla por la habitación. Sonaba el primer disco de Maroon 5. ¿Qué más daba todo? Yo había tenido una noche magnífica, que le dieran al mundo. Jay se estaba comportando como un verdadero capullo, y que sintiera algo por él no significaba que tuviera que aguantarle sus gilipolleces de niño consentido. Si todas las tías le hacían la pelota por todo, yo no iba a ser una de ellas. Se lo dije en un primer momento y él aceptó. Es más, dijo que le gustaba que fuera así. Ahora que no venga quejándose. Si no quiere ni decirme lo que he hecho mal, para que pueda recapacitar y disculparme, será que tan malo no habrá sido.

                                   

Cogí un cigarro, y desnuda aún me tiré en la cama a escuchar el disco. Tocaron a mi puerta.

-¿Se puede?- era Mac.

+No.- grité para que se me oyera.

-Elena…

+Mac, estoy desnuda.

-Como si eso me importara. Elena, vístete y habla con Jay.

+Solo si voy a oír unas disculpas de su boca, sino que le den. Yo no le he hecho nada, ¿me oyes? ¡NADA!.

-Ele… por favor. Hazlo aunque sea por mi.

Me puse una camiseta enorme de baloncesto que tenía tirada en el suelo y salí de mi habitación para hablar con Jay y, mejor dicho, para que Mac se callara de una puñetera vez.

+Pff… que pesadita eres cariño mio.

-Después no me lo agradezcas.- me dijo molesta.

Me senté en el sofá. Solo llevaba aquella camiseta, nada más, y mi pelo largo y mojado.

+A ver, hablemos como personas civilizadas y adultas y ahorrémonos los insultos y reproches ¿va?- le dije a Jay.

-De acuerdo.

+Mira, como dicen estos dos, vamos a llevarnos bien. Te quiero mucho Jay y me duele estar así contigo. Si no me quieres decir qué hice tan malo como para que me trataras así aquel día, no lo hagas, prefiero olvidarlo.

-Que tú quieras olvidarlo no significa que yo quiera también. No me has preguntado.

+Mira Jay, si no pones tú también de tu parte no vamos a llegar a ningún sitio. Si no fueras por el aprecio que te tengo, por que te quiero, por que eres un gran amigo mio – no era lo que yo quería decirle, pero era lo que tenía que hacer- ahora mismo te habría mandado a la mierda. Pero no quiero. Quiero que sigas en mi vida, por mucho tiempo a ser posible.

-Gilipolleces. Pero que se le va a hacer, tendré que aceptar.

+Jay, tú oyes pero no escuchas, por que si lo hicieras, sabrías que todo lo que te acabo de decir viene del corazón. Sobretodo por que no tengo que por qué hacerlo. ¿Quieres hacer las paces conmigo si o no?

-Llevémonos bien, nada más.

Me encontraba fatal. Me dolía el pecho. ¿Qué le abría hecho para que no quisiera ni hacer las paces conmigo? Fui a hablar con Mac y Nath a ver si sabían algo.

+ ¿Podéis decirme qué es exactamente lo que le pasa a Jay conmigo?

-No lo sabemos Elena.-dijo Nathan- Por eso hemos dormido los dos hoy aquí. Anoche lo trajimos para hablar con él y que solucionara los problemas que tuviera contigo, pero no quiso decirnos nada. Simplemente nos dijo que hiciste algo que le molestó muchísimo, y que hasta que no sientas tú lo mismo, no sabrás lo que es. Intentamos hacer que entrara en razón pero el grandullón es un cabezota.

+ No sé que hacer. Yo ya lo he intentado. Seré amable con él, pero intentaré rozarme lo menos posible, así no habrá problemas.

-Esto es una pena…- dijo Mac haciendo gestos de negación con la cabeza.

+Sí, lo es. Yo le quiero, mucho, pero no voy a aguantar este tipo de cosas. Y esta vez, no voy a huir, no.