PHOENIX

jueves, 11 de octubre de 2012

CAPITULO 24


 Me quedé algo cortada en aquel momento. Era una situación extraña, diferente, pero para nada estaba incómoda, es más, estaba muy a gusto en ese momento.

Nos quedamos en silencio por unos segundos. Mirándonos. Yo tenía mis manos en su costado para hacerle cosquillas y él me agarraba por la cintura.

-¿Vemos la película?- me dijo bajito.

+Eso significa que he ganado ¿no?- no se me ocurrió nada mejor que decir en aquel momento, por que no quería hablar, quería besarlo simplemente. Pero no podía, ni debía.

-Tú me has ganado desde hace tiempo.

Me quité de encima y me acurruqué a su lado. Él me rodeó con su brazo y nos tapó con la manta. Y nos pusimos a ver la película. Aquello era el cielo.

-¡Vaya pedazo de tía! ¡Qué culo dios…!- dijo cuando vio a Reese Witherspoon.

+Cierto. Pero yo gano de nuevo. A falta de un tío bueno tengo dos ¡já!- Dije señalando a Tom Hardy y a Chris Pine.- ¡Eso no puede ser bueno para el cuerpo!

Pasamos un rato genial viendo aquella película, que aparte de tener acción era como una comedia romántica.

-¿Ponemos la otra película?- me dijo mirándome desde arriba por que yo seguía bajo su brazo.

+Me muero de hambre, ¿qué tal si pedimos algo de cenar? Bueno olvídalo, quizás tengas prisa…

-¡Que dices tonta! No tengo prisa ninguna. Además he venido a pasar un rato contigo y eso es precisamente lo que voy a hacer, te guste o no. –bromeó.

+Vale papi…  pero no me riñas más… ¿pedimos unas pizzas?

¡Hawaiana por favor! – dijimos los dos a la vez.

-¿Te gusta la hawaiana? A nadie suele gustarle…

+Es mi pizza favorita… me encanta el sabor de la piña… no entiendo por qué a la gente no.

-Lo mismo pienso yo. No saben de lo que hablan.

Las pizzas llegaron unos diez minutos más tarde, y nos sentamos en el sofá de nuevo.

+Estas cosas se suelen hacer con chicas no con chicos…- le dije mientras me metía un trozo de pizza en la boca.

-¿Qué cosas?

+Pues pasar la resaca mientras vemos una película, comemos pizza y helado, y nos tapamos con una mantita en el sofá, por ejemplo.

-Es que a veces me gusta sacar a relucir mi lado femenino.- bromeó.

+Bueno tú siempre lo tienes fuera- le dije riéndome.

-Solo cuando estoy a tu lado, por que la verdad es que eres bastante masculina…- me ganó.

+ ¡Oye! – le dije golpeándole el brazo.

-Bueno, entonces por lo visto tu película de amor favorita es “El diario de Bridget Jones” ¿no?

+Efectivamente.

-¿Y por qué esa película? ¿Si no es la típica película de amor?

+Pues precisamente por eso. Yo no suelo ser muy… típica. Ella es una mujer normal y corriente, que usa faja, fuma, bebe y sólo se lía con capullos. Vamos como todas las mujeres normales del mundo. Por eso me gusta.

-Ahora tengo ganas de verla…

+ ¿Y la tuya? ¿Cuál es tu película favorita?

-Avatar.

+Mmm… Avatar- intenté decir mientras hacía el intento de coger un trozo de queso que se me caía de la pizza- he podido ver esa película como un millón de veces, me sé casi los diálogos de memoria.

-Yo también.

+Pues si vemos otra película, prometo que será esa ¿va?

-Me parece perfecto. Por cierto, ¿escuchaste el CD que te regalé?

+Unas mil veces ¿por qué? Ya me sé todas las canciones…

-¿Cuál es la canción que más te gusta?

+Difícil pregunta. Me gustan todas. Me refiero a que todas son mis favoritas, pero si pudiera elegir una ahora mismo, en este momento, la que más me acompaña es “Lie to me”.

-Mmm… curioso.- dijo mordiéndose el labio.

+ ¿Curioso?

-Si. Últimamente no paro de escuchar esa canción.

+Es que es preciosa.

Estuvimos haciéndonos preguntas de todo tipo mientras terminábamos de cenar. La verdad es que nunca habíamos tenido la posibilidad de conocernos más profundamente desde que nos conocimos. Aquel fue el único momento que tuvimos tiempo para simplemente, hablar.
Después de cenar pusimos la otra película. Me volví a sentar en la otra punta del sofá. Me sentía demasiado bien con Jay pero  no poder besarle me hacía daño.

-¿Otra vez? Vente pequeña, que sino no puedo ver la película a gusto. Me falta algo.- me dijo dando palmaditas al sofá.

+Vale… ya voy. Solo era para que te pusieras más cómodo.- Mentí.

-Ya te he dicho cómo estoy verdaderamente cómodo. Y tú eres muy cómoda.

Reímos, lloramos y nos comimos todo el helado mientras veíamos la película. Pero pasamos un rato muy divertido. Aunque habían terminado incluso los créditos de la película no nos movimos del sofá. Yo sólo me moví para echarme ahora encima de sus piernas mientras él jugaba con mi pelo y yo con su nariz y hablábamos sobre la película. Entonces…

+ ¡Jay! No te muevas… tengo una sorpresa para ti.

Me levanté rápidamente del sofá y fui corriendo hacia mi cuarto, registré todos los rincones de mi habitación, moví cielo y tierra, pero lo encontré.
Fui corriendo al salón, Jay seguía en el sofá sentado, esperándome con cara de intriga.

+ ¡Ya estoy aquí!

-¿Qué es eso que traes? Miedo me das…

+Tranquilo…-dije riendo- es que el otro día estaba paseando, encontré esto, me acordé de ti y no tuve más remedio que comprarlo.

Era una de esas gorras de beisbol que podías colocarle cervezas a los lados y que tenía una pajita para poder beber y ponía Team Beer. Jay cogió la gorra con la misma cara que un niño abre los regalos de navidad.

-Es una broma ¿no?- me dijo ilusionado.- creo que es el mejor regalo que me han podido hacer nunca, aunque no hacía falta.

+Pero eso no es todo. Justo al lado, vi una tienda de mascotas y te traje esto para Naytiri.

Le di una pequeña bolsita de regalo con una cajita dentro. En ella había un collar con una medallita que tenía grabado Naytiri por una cara y Jay por la otra.

-Le va a encantar. ¡Qué linda eres!

+Pero tienes que ver el tuyo, que por eso entré en la tienda de animales- bromeé.

Cogió una pulsera de cuero con una plaquita de plata que ponía Naytiri & Jay.

-Eres un cielo.-me abrazó y me tiró encima del sofá y empezó a darme besos por toda la cara.

-“I just don’t wanna miss you tonight”- me cantó al oído muy bajito.

Me quedé mirándole, callada. No tenía que decir nada. De todas maneras, no me habría salido ninguna palabra. Estuvimos así un rato, aunque no sabría decir cuánto. Para mí, el tiempo se había parado. El mundo no existía. No necesitaba absolutamente nada. Excepto sus besos. El corazón me latía a mil por hora. No podía aguantar más. 

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