PHOENIX

miércoles, 27 de febrero de 2013

CAPITULO 112


Flashback.

Metimos todas las maletas en el coche, aunque queríamos llamar a un taxi, Jay insistió en llevarnos, pero no me parecía buena idea.

Nos acompañaron todos al aeropuerto excepto Nathan, mejor, no me apetecía seguir viéndole la cara, y sé que a Elena también le parecía bien que no viniera. Pero, antes de salir por la puerta de casa de los chicos, pude escuchar cómo Nathan se despedía de Nareesha.

-Cuídala como si fuera realmente mía.- le dijo mientras le daba un fuerte abrazo y con la voz echa un nudo.

+No te preocupes, aunque sabes perfectamente que ella sabe cuidarse sola.

El resto de los chicos sí que nos acompañaron, nos montamos en el coche y fuimos directamente al aeropuerto.

Llegamos a la puerta de embarque, era momento de despedirse de verdad de los chicos.
Max estuvo cerca de media hora dándole un fuerte abrazo a Elena, mientras Jay miraba quieto y Siva y Nareesha estaban dándose un beso.

Yo me despedí de todos, excepto de Jay, no tenía nada más que decirle, sobre todo al ser, de nuevo, el maldito motivo por el que Elena cogía otro avión más.

Pero ella sí que se despidió de él. O él de ella mejor dicho.

Jay se acercó a ella y la agarró de la cintura mientras la miraba fijamente a los ojos.

-No huyas por favor.

+Esto no es una huida, cariño. Es una pausa.

La soltó y ella se giró y cogió sus maletas sin siquiera mirarle. Se fue directamente a hablar con Kelsey.

-Perdóname.- le dijo Ele a Kelsey.

+No tengo nada que perdonarte Ele, solo quiero que esto se solucione de una vez, hemos llegado demasiado lejos.

-Lo sé.- dijo dándole un abrazo.

Entramos en el avión, no había vuelto a coger uno desde el día que llegamos a Londres y ahora estaba montada en una para huir de la mirada que me dejó embobada nada más llegar.

Nos sentamos en nuestros asientos, Elena como siempre se puso sus auriculares, le dio un besito a Nareesha y se giró para mirar por la ventana. Ella siempre quería ese sitio. Pero en aquel momento teníamos que mimarla un poco.

Yo, la imité, me sumergí en la música e intenté que ocupara todos mis pensamientos, pero canción tras canción me daba cuenta de que era imposible, así que, me rendí. Y recordé.

Quizá buscando dónde estaba el error.

El día que Elena me llevó a conocer la ciudad, cuando topamos con aquellos dos chicos que nos hicieron caer por las escaleras, ese maldito día en que se me quedó mirando por primera vez e hizo que me pasara el resto del camino a casa pensando en sus ojos mientras Elena pensaba en... algo.

Nunca imaginé que aquel chico sería el mismo que haría que me saltara todas mis reglas y me olvidara de todos mis principios y ¿para qué?

Y ahora que lo pienso, aquel día del restaurante, cuando estaba cenando con Alessandro, era él, mentira, era su mirada. Nunca se fue desde el primer día.

Recuerdo cuando Elena me presentó a los chicos en aquel festival increíble, tocaba mi grupo favorito, al segundo lo reconocí. Lo bueno es que, además de a él, conocí a los que serían mi única familia, aparte de Elena.  Eso idiotas habían sabido ganarme. Todo era perfecto hasta que Jay y Elena empezaron con sus tonterías con tal de no decirse " te quiero".

Una noche, después de que Elena lo dejara definitivamente con Alex, Nathan y yo, que estábamos empezando con nuestras idas y venidas de cama porque yo no era de relaciones y no iba a cometer la estupidez de empezar una con él, convencimos a Jay de que se viniera a mi casa a dormir y poder hablar los tres ya que ella había salido.

Estábamos los tres en el sofá intentando empezar una conversación bastante larga.

-Jay ¿Qué te pasa?-Fue Nath el que comenzó a hablar.

+Nada- Dijo sonriendo.

-¿Nada? ¿Seguro?- Sabía que era mentira.

+Nada-  Contestó aun sonriendo como si no nos diéramos cuenta de que era falsa.

-Elena.- La nombré e inmediatamente Jay se puso serio

-Menos mal que no era nada. Bueno, ya vamos avanzando.- Dijo Nathan un poco sarcástico.

-Cuenta.- Le obligué, no iba a levantarse del sofá sin aclararse.

+No hay nada que contar.

-Podemos quedarnos aquí toda la noche, pero no sabemos a qué hora volverá Elena, si prefieres puedes esperarla y hablamos cuando ella esté delante.- La psicología inversa de Nathan siempre funcionaba con Jay.

+Qué fácil lo veis todo.

-Todo es más fácil cuando lo sacas de dentro.- Le dije mirándolo a los ojos.

+Todo es más fácil con Alcohol.- Dijo Jay en modo de indirecta.

-Todo es más fácil con una rubia - Tenía razón, así que saque cervezas.

Nos sentamos en el sofá con un pack de cerveza encima de la mesa y conseguimos que Jay hablara, le costó pero al final lo hizo, miró al suelo, se puso las manos en la cara y habló sin mirarnos en ningún momento.

+Sí, es ella vale. Me cambia. No sé qué me pasa...- Le estaba costando hablar pero lo necesitaba.

-Te gusta.- Fue el mejor resumen que se me ocurrió

+Sí, o sea no, quiero decir, no sé Mac es raro.

-Díselo.- Nathan no se andaba con muchos rodeos.

+ ¿Tú eres tonto? Deja de tomar tanto Té, te afecta. No puedo decirle algo que ni si quiera sé si siento.- Ahí fue cuando Jay nos miró por fin, bueno miró a Nathan.

-Si sabes lo que sientes lo que pase que eres como todos los tíos, un cobarde. Quien no arriesga no gana cariño. Y tú puedes ganar.- Yo estaba segura de lo que decía, había hablado con Elena, pero eso no se lo podía contar.

-¿Cómo todos los tíos? Gracias cari.

-No me hagas hablar Nath que ese no es el tema. Cari.

-Qué simpática eres.-Le di un beso, se calló.

+ ¿Podéis volver a mí, parejita? Gracias.

-Lo siento.- Dije intentando que no se me notara la risa.

+Yo no estaría tan seguro de que pueda ganar y menos después de lo que vi el otro día.

-¿Y qué se supone que viste?- No sabía de lo que estaba hablando, hasta donde yo sabía Elena no había tenido nada con nadie desde Alex,

+Nada da igual. -Se tiró hacia atrás en el sofá y continuó bebiendo.

-No empieces con los nada, Jay, que la noche se pasa.- Le dijo Nathan incorporando a Jay.

+Es que eso no importa.

-Sí importa porque es el motivo por el cual no le hablas a Elena ¿O me equivoco?

No contestó.

-Jay...- Insistió Nathan.

Pero Jay bebió y no contestó.

-Eso es un sí.

+Sí es por eso vale, por sé que no tengo nada que ganar...

-¿Pero qué narices viste, Jay? Porque si no lo dices nunca lo podrá rectificar o cambiar o lo que sea.- Me estaba desesperando

+Es que ya no se puede hacer nada, pasó y ya está, pero que no importa ya se dará cuenta ella sola.

-¿Cómo?- Nathan estaba tan confuso como yo.

+No tengo más ganas de hablar.

-Mira Jay sabes qué. Haz lo que quieras pero no te quedes estancado en algo que pasó a lo que ni siquiera das opción de explicar o lo que narices sea. Elena no es tú novia porque tú no quieres saber si lo sería o no, porque tú no te arriesgas y deberías hacerlo por lo menos para demostrarle que no eres un cobarde y que por ella dejarías de serlo, pero tú mismo. Me voy a la cama. Buenas noches chicos. -Me terminé lo que me quedaba de cerveza de un trago y me fui a mi habitación algo molesta con Jay.

-Hazle caso, a veces puede que se vaya de lista o que sea un poco repelente, pero sabe de lo que habla. -Le dijo Nathan pensando que no lo oía.

-¡Te he oído Nathan!

-Uppss. -Rio- Buenas noches Jay consúltalo con la almohada.

Nath se vino al cuarto conmigo y Jay se quedó en el sofá. Pensando. Hasta que llegó Elena y por desgracia la muy idiota había decidido precisamente esa noche olvidar sus problemas con su segundo mejor amigo y su acompañante. Alcohol y Sexo.

La verdad es que parece que se lo pasó bastante bien. Se le escuchaba más de lo que a Nath y a mí nos hubiera gustado oír, sobretodo porque sabíamos que si nosotros la estábamos oyendo significaba que Jay también y, por consiguiente, que se echaría atrás después de toda la conversación de apenas unas horas. Ojalá le hubiera hecho efecto la cerveza y esté un sueño profundo, de esos de borracheras que no te enteras de nada hasta que te da el sol de pleno en la cara.

domingo, 24 de febrero de 2013

CAPUTILO 111

Es que yo...

Primero la pelea entre Jay y Max y después la pelea con Kelsey Ann, ya fue lo último, no aguantaba más, todos estos problemas innecesarios, solo quería quitarme de en medio.

Me fui furiosa a casa, despeinada, con el labio sangrando, me dolía todo… Abrí la puerta con un portazo, dejando la puerta abierta, cogí directamente una maleta y metí ropa a ciegas, sin saber lo que me llevaba.

La música, como siempre, a todo volumen, para descansar el alma.

Vi la bola del mundo que me regaló Jay en mi cumpleaños. Joder, siempre por su culpa, o por la mía, o por los dos, pero siempre pasaba algo. La giré con fuerza, mientras la miraba atentamente y dejaba mi dedo en ella para pararla y encontrar a dónde iría esa vez.

Mac abrió la puerta de mi habitación.

-¿Estás aquí?- le dije seria.

+Y tú aquí… ¿qué te pasa?

-Me voy, no aguanto más.

+ ¿A París?

-No.- dije parando la bola y viendo dónde había caído mi dedo.- a Milán.


+Dame cinco minutos, me voy contigo.

-Mac, es un viaje para escapar, ya lo sabes.

+Cinco minutos, Ele. Por cierto, ¿qué te ha pasado en la cara?

-Kelsey Ann.

+Cinco minutos. ¿De qué estamos huyendo?

-No es una huida, es una pausa.

Al parecer Mac también necesitaba salir de cualquier sitio e irse a cualquier otro. Posiblemente por eso no la había visto en todo este tiempo.

Ya con las maletas hechas decidimos ir a avisar a los chicos para que no se preocupasen.

Llegamos justo detrás de Jay y me quedé completamente alucinada cuando los chicos, al ver mis heridas, pensaron que había sido Jay quién me había pegado, no lo podía permitir.

Cuando las cosas se calmaron un poco, y nos liaron para que nos quedásemos a dormir en casa de los chicos, nos dimos cuenta de que no tenía dónde dormir, porque si Nareesha dormía con Seev, Kelsey con Tom, y Mac se apoderó de la cama de Max, significaba que o dormía con Jay, con Nathan o con el sofá y aquel sofá era horrible, así que, muy a mi pesar le pedí a Jay si podía dormir con él. Así que, subí a su habitación para hablar con él.

Después de un rato más incómodo con Jay en su habitación bajé abajo con los demás. Me dolía tenerle cerca, pero al mismo tiempo lo necesitaba en mi vida. Aún así, estaba enfadada, decepcionada y triste con él.

Aunque estuviera con los demás, la situación no dejaba de ser incómoda. Nathan y Mac ni se miraron, aunque preferí no preguntar, yo tampoco me hablaba con Nathan desde el día que estuvimos en su casa, Kelsey se comportaba de una manera extraña conmigo, aunque era de entender porque me había pegado con su mejor amiga, con Jay… bueno, todos los chicos estaban raros con él, lo que me daba mucha lástima porque eran muy buenos amigos, pero yo también estaba mal con él. El único que intentaba cortar un poco la tensión era Siva, y lo pasaba realmente mal.

Intenté hacer como la que no pasaba nada, y estuve un rato hablando con Nareesha, jugando con Tom y charlando con Max. Incluso me reí un poco con Jay. Pero seguía siendo raro.

Al final de la noche llegó el momento. Jay y yo subimos a su habitación, el avión saldría mañana temprano y necesitaba descansar, tenía el cuerpo destrozado.

Me puse el pijama, me metí en la cama, e intenté cerrar los ojos y descansar. Mientras, Jay se quitaba la ropa y se secaba el pelo después de la ducha. Después, entró y apagó la luz.

Se arrimó a mí, podía sentir el calor de su cuerpo, y oler su pelo. Intentaba resistirme, echándome hacia la esquina de la cama, pero era inevitable. Quisiera o no, seguía notando su aliento en mi nuca, y aquello seguía haciendo que se me erizara la piel.

-Elena. – susurró.

+Qué.

-¿Podemos hablar?.- me dijo poniendo su mano en mi cintura y acercándose a mí.

+No.

-Pero necesito decirte algo muy importante.

+Y yo necesito dormir.

-Verás Elena yo…

No quería hablar con él, no era el momento, y las cosas entre nosotros no estaban como para tener una conversación que tenía todas las papeletas de ser importante.

Me giré.

+Jay, me voy a dormir al sofá. Mañana tengo que salir temprano y no creo que sea buen momento para hablar de nada. Sobre todo porque si empezamos a hablar, no creo que acabemos nunca.

Salí de la cama, y me agarró fuerte la mano sin dejarme ir, sentándome a su lado.

-Lo siento ¿vale?

+Que me olvides.

Bajé con una manta y me fui al sofá, pero cuando me tumbé me encontré con alguien, que gritó al sentarme.

-¡Qué pasa! ¿Quién eres?

+Soy Elena.- dije encendiendo la luz.- ¿Qué haces aquí, Max?

-¿Y tú? Mac no me deja dormir… se ha apoderado de toda mi cama… y…

+ ¿Y qué?

-Nada, que no quiero que os vayáis… ¿Y tú que haces aquí?

+He intentado dormir con Jay pero, es imposible. Quiere hablar y yo no lo quiero escuchar.

-Échate aquí conmigo entonces, mocosa.

+Necesito irme de aquí, no aguanto. Estos días han sido demasiado… pero dile a Martin que ya está todo el trabajo preparado.

-Mocosa, no te preocupes por nada. Todo se acabará arreglando, ya verás.- me dijo rodeándome con sus brazos.

Al final no dormimos, siempre que estaba con Max se me quitaba el sueño. Podíamos pasar las horas muertas hablando y haciendo tonterías y no notábamos como pasaba el tiempo.

Nos dieron las ocho de la mañana, y nos dimos cuenta porque Nareesha con la maleta para hacer el desayuno.

-¿Qué hacéis aquí?- dijo extrañada al vernos.

+No podíamos dormir…- dijo Max riendo.

-Ele, ¿tienes preparada la maleta? Tenemos que salir en media hora.

+Sí, voy a prepararme.

Media hora después estábamos en el coche de Jay, yendo hacia el aeropuerto. Milán nos esperaba.

Nos despedimos en el aeropuerto, Nathan no vino.

viernes, 22 de febrero de 2013

CAPITULO 11O


(Te quiero)

¡¿Por qué?! Volvía a estar confuso con ella. Me acababa de besar, como los besos de antes, incluso más especiales aún, al menos para mí, pero, al parecer ella no sentía lo mismo que yo.

La miraba. No dejaba de mirarla, nunca pude dejar de hacerlo. Pero seguía sintiendo decepción y rabia. Pero quería besarla.

Intentó salir de la habitación, pero tuve que detenerla cuando me fijé en que llevaba puesta la camiseta de Max. 

Se giró bruscamente cuando la agarré, y me pegué a su cuello.

-Todavía hueles a él y ya te has venido conmigo.- le dije.

Su respiración estaba tan acelerada como la mía, solo que a mí me temblaban las piernas, y a mí sí que me importaba lo que ella hiciera.

En ese momento Kelsey Ann me mandó un mensaje diciéndome que me esperaba mejor en una cafetería, y que intentara no llegar tarde otra vez. Y ya llegaba tarde.

+Aún no la has dejado y ya has pegado por mí- me dijo mirándome fijamente a los ojos, dejándome completamente indefenso- y no me reproches nada que todavía hueles a mí, y ya te vas a ir con ella.

Tenía razón, pero en realidad, nunca terminé yéndome con Kelsey Ann, siempre la había tenido a ella en mi mente, y antes que cualquier otra cosa. Justo lo que había ido a decirle y que ya no iba a hacer.

Estaba muy enfadado, pero necesitaba que supiera lo que sentía antes de que fuera tarde, así que le conté que fui yo quién le había estado escribiendo las cartas por navidad.

Aquella idea, fue la única manera que se me ocurrió para ser capaz de decirle lo que sentía, pero seguía siendo lo suficientemente cobarde como para no firmar aquellas notas, incluso dejé que Nathan se metiera y al final han acabado sin hablarse, todo por mi culpa. Pero en ese momento, no vi otra opción, aunque sabía que no reaccionaría bien.

Elena se fue enfadada al salón, con Max, sin mí. Y yo no tuve otra opción que irme de allí. Había pegado a mi amigo, y Elena… bueno, ella seguía siendo el motivo de mi locura.

Buscaba en los cajones del salón algo que dejé de recordar desde que los vi juntos en el salón.
Salí de allí dando un portazo y con un nudo en la garganta después de escucharles hablar.

El camino a la cafetería fue eterno, aunque tampoco me di tanta prisa. No podía dejar de pensar en aquella situación, en ellos dos juntos… sin remordimientos…

Pero sobretodo recordaba los momentos en los que ella fue mía, o que al menos, yo pensaba que lo era.

Cuando por fin llegué a la cafetería, vi a Kelsey Ann, muy enfadada. Miré el reloj, llegaba demasiado tarde.

Aun así me dio un beso, pero me dolió muchísimo el labio por haberme pegado con Max, y no pude disimularlo. Y aunque lo hubiera intentado, ella se habría dado cuenta igualmente.

La charla que tuve con Kelsey Ann no era la que me esperaba, pero sí la que me merecía. De todas maneras, habríamos tenido aquella conversación de un momento a otro, porque yo estaba dispuesto a hacer las cosas de una manera diferente. Pero no me gustaba verla así sólo porque yo hubiera sido un cobarde todo aquel tiempo.

Me lo merecía. Mi mundo se había venido abajo y yo era el único responsable, pero no era el único que estaba pagando las consecuencias. Al contrario, todos aquellos a los que quería lo estaban pasando mal por mi culpa, y no me había querido dar cuenta de aquello hasta aquel momento.

Ya no sabía dónde meterme ni a quién acudir. Pero sí que sabía quién no me rechazaría nunca, a pesar de que lo hiciera todo mal. Me fui al estudio, cogí papel y lápiz, y escribí todo lo que sentía hasta quedarme completamente vacío.

A la mañana siguiente quedé para hablar con Siva y contarle todo lo que había hablado con Piere, y por qué me había pegado con Max, aunque no tuviera justificación.

-Pensaba que ya lo tenía todo mucho más claro, y que ya la entendía pero ahora… no consigo entender por qué se ha ido con Max.

+Bueno… a ver por donde empiezo…- dijo Siva nervioso y preocupado.

-¿Qué ha pasado?

+Pues verás Jay… el día que tú te fuiste a París…- Siva suspiraba- Jeremy dejó a Elena. Ya no están juntos.

-¿Cómo?- no me lo podía creer, ahora entendía por qué Elena había estado en casa y no con Jeremy…- ¡Cómo ha podido dejarla si estaba en el hospital… mejor que no me lo encuentre…

+Seamos claros Jay, Jeremy dejó a Elena en el hospital antes de que fuera demasiado tarde, porque sabe lo que pasa entre vosotros dos.

-Creo que ya solo pasa conmigo, ella se ha ido con Max.

+Mira, creo que puedo decir con total seguridad que lo que ha pasado con Max no tiene importancia. El único que se la da, eres tú. Díselo ya Jay.

-No me siento con fuerzas, todavía me duele.

+Pues entonces acabamos aquí la conversación, no ha servido para nada tu viaje a París, ha sido una completa pérdida de tiempo.- dijo Siva enfadado marchándose.

Puede que Seev tuviera razón, puede que no hubiera otro momento para decírselo que no fuera ese mismo.

Llamé a Kelsey Ann porque no quería acabar así de mal con ella, pero no quería hablar conmigo, tendría que solucionar las cosas con ella cuando estuviera más tranquila. Recordé que al día siguiente era el primer día de universidad de las chicas después de las vacaciones así que intentaría hablar con Kelsey Ann entonces.

Cuando entré a la cafetería para esperar a Kelsey Ann la encontré, sí, pero se estaba pegando con Elena. Así no se resolvían los problemas, y era irónico que yo pensara así.

Las separé como pude, y me fui con Elena cuando vi que sangraba y que no se levantaba del suelo. Kelsey Ann no soportó mi reacción, pero no podía dejarla allí. Y al final, ninguna de las dos quería hablarme, ni siquiera mirarme. Me lo merecía.

Aun así me empeñé en llevar a Kelsey Ann a casa. No me importaban las maneras.

De vuelta a casa me di cuenta de que había terminado de perder a quién quería y a quién me quería. Necesitaba salir de allí y cambiar de aires, o centrarme en algo que no fuera ella, y como no podía ir a ningún sitio, me centré en la música.

Primero me pasé por casa para coger algunas cosas que necesitaba y volver al estudio. Pero, cuando entré, pensaba que no iba a haber nadie en casa, aunque me equivoqué. Estaban todos los chicos allí, y no me apetecía nada tener que hablar en ese momento, así que saludé rápidamente y subí directamente a mi cuarto, pero justo detrás de mí, entró Elena, con Mac.

Elena tenía un ojo morado y una herida en el labio. La cara de los chicos cuando los la vio era indescriptible.

Nathan se vino corriendo hacia mí, muy enfadado.

-¡Dime que no has sido tú! ¡Porque te juro, me oyes, te juro que no sales vivo de esta!

Justo después de escuchar lo que Nathan me había dicho se levantó Tom.

+ Cómo le hayas hecho algo, no me hago responsable.

-Sabes que antes de hacerle daño haría cualquier locura.- Le dije

- Pues no se ha notado.- Dijo Nathan muy serio.

-Tengamos la fiesta en paz.- Dije intentando tranquilizar el ambiente.

-No sabía que esto fuera una fiesta.- Dijo Nathan acercándose a mi.

Me quedé serio, sin decir nada, mientras los otros me miraban desafiantes, pero Siva se levantó rápidamente y los separó de mí. Y Elena también se adelantó para evitar que me pegasen.

-¡Estáis idiotas o qué!- dijo gritando.- Jay no me ha puesto una mano encima. Ha sido Kelsey Ann, me he pegado esta mañana con ella.

+Yo, nunca le pegaría Nathan. Yo… la… bueno no importa, me tengo que ir. No sé cómo podéis pensar eso de mí…

-Espera Jay, no te vayas. Mac y yo hemos venido a deciros que nos vamos.

+ ¡¿Os vais?!- dijo Tom preocupado.

-¡¿Para siempre?!- dijo Nathan a punto de llorar.

+No quiero que os vayáis…- dijo Max.

Otra vez la iba a perder y ya no podía hacer nada para impedirlo, tenían la maleta en la mano.

+ ¡Pero ¿de qué habláis, paranoicos?!- dijo Mac.- Nos vamos unos días nada más.

-¿Dónde vais esta vez? ¿A París de nuevo?- dijo Kelsey.

+No. Nos vamos a ir a Milán.

-¡¿A Milán?!- dijo sorprendida Nareesha- yo tengo que viajar allí mañana por la mañana, ¿por qué no vamos juntas?

+ ¿En serio? ¿Y sales por la mañana?

-Sí.

+Pues nos vamos contigo Naree. –dijo Mac mirando a Nathan fijamente.

-¿Por qué no os quedáis esta noche aquí y así salís directamente mañana?- dijo Max.

+No creo que sea una buena idea, y no tenemos dónde dormir.- dijo Elena.

-Nos la apañaremos, como hacemos siempre.- dijo Max.

Fui hacia las escaleras para ir a mi habitación y me senté en la cama para escribir un rato y escuchar algo de música. No me apetecía hablar con nadie.

Un par de discos, y casi una canción terminada después, alguien abrió la puerta de mi habitación de un solo golpe. 

-¡Joder Nathan!-Dije dando un brinco.

+¡Arriba! Que vamos a hablar tú y yo.

-¿Qué pasa? y a qué viene esa actitud.

+¿Actitud? Te referirás a la tuya ¿no?, espero.

-¿La mía? Yo no he entrado en el cuarto de nadie dando portazos.

+Ni yo le hago daño a quien quiero.

-Mentira.

Nathan agachó la cabeza.

+Mis problemas son cosa mía. Ahora vamos a hablar de ti.

-Para qué vamos a hablar si está claro que tú no escuchas.

+Haré una excepción esta vez. Ahora, me vas a explicar a que ha venido todo esto.

-Con todo esto a qué te refieres.

+Desde vuestro jueguecito hasta que Elena ha aparecido con el labio roto. Porque que te ayudara a escribir a escribir aquellas cartas no significa que entienda a que viene todo esto y no me hablo con ella porque eres mi amigo, así que creo que me merezco una explicación.

-No se lo he explicado a ella, cómo voy a ser capaz de explicártelo a ti.

+Inténtalo.

-La quiero.

+Eso ya lo sé y no me es suficiente. Si tanto la quieres nada estaría así.

-El juego empezó porque ella me lo pidió y creía que era la única manera de tenerla, pero me equivoqué por eso me fui con Kelsey Ann, que estuvo mal, lo sé, pero la veía a ella con  Pierre y necesitaba aferrarme a algo que me hiciera sentir que no estaba perdido y apareció ella, que era la única que quería quererme.

+Elena no estaba con Pierre, no veo la excusa ahí para aprovecharte de Kelsey Ann.

-¿Y la de que era un cobarde?

+¿Ya no lo eres?

-Eso intento.

+Si ya no eres un cobarde cómo ha acabado ella con el labio roto.

-Porque intenté hacer las cosas bien, porque llegué de París e intenté decirle que la quería pero estaba con Max.

+¿Con Max?

-Sí, con Max, por eso me pegué con él y por eso Kelsey Ann se pegó con Elena, porque intenté obviarlo y decírselo pero se separó de mi cuando nos estábamos besando. Y después quede con Kelsey, lo dejamos y ahora ya ninguna mi habla. ¿Te vale?

+¿Te vale a ti?

-No, por eso creo que siempre he intentado decírselo de alguna manera desde que esto empezó, por eso te hice escribir las cartas. Y cuando estuvo con Jeremy, intenté no hacer nada, pero no pude y hablé con él.

+¿Se lo dijiste a él? Ahora entiendo porque la ha dejado.

-Yo no. Pero si lo que te preocupa es no hablarte con ella por lo de las cartas ya se lo puedes decir porque ya lo sabe.

+No, lo que me preocupa es que acabéis haciéndoos tanto daño que en uno de sus viajes si vayan y no vuelvan.

-No permitiría que eso pasara.

+Pues haz algo de una vez porque sus maletas están hechas.- Me dijo por último, dejándome cayado y se fue pegando el mismo portazo que cuando entró.

Cuando salió Nathan me volví a colocar los cascos para no pensar en la discusión pero alguien me interrumpió otra vez.

Era Elena.

-He estado llamando pero no me oías con los auriculares.- dijo seria.

+Lo siento, estaba concentrado.

-¿Qué haces?- dijo sentándose en la esquina de la cama.

+Nada solo… escucho música.

-Claro, por eso tienes ese cuaderno y un boli en la mano.- me dijo intentando coger el cuaderno.

+No lo leas. Son solo tonterías.

-Tengo curiosidad.-cogió el cuaderno y leyó atentamente lo que había escrito.

Me quedé intranquilo, nervioso al ver que las leía con tanta atención.

+No te voy a preguntar porque sé que no me vas a contestar.

-Dime.

+ ¿Van dedicadas a alguien en especial?

-Vale, mejor no preguntes. Ahora no es un buen momento. No creo que sea capaz de contestarte. Y, bueno, ¿cómo es que has entrado en mi habitación?

+No quedan camas. Y he venido a decirte que si puedo dormir contigo. El sofá me da dolor de espalda.

-Claro que sí, yo me bajaré al sofá.

+No te preocupes, no voy a echarte de tu cama.

lunes, 18 de febrero de 2013

CAPITULO 1O9

Doble paliza.

+Bueno, entonces, estás aquí por eso…

-Sí.

+ ¿Y qué pasa con tu novia?

-Kelsey Ann… bueno, ella ni siquiera sabe que estoy aquí, hablando contigo. En las vacaciones hemos estado bastante bien, y se ha preocupado mucho por mi mientras he estado con Elena en el hospital.

+Pues no se merece lo que le has estado haciendo.

-Sé que soy el culpable de todo lo que está pasando…

+No lo eres Jay, solo has sido un poco cobarde. Pero, es normal. No todo el mundo tiene el mismo valor de admitir lo que siente por alguien cuando tiene miedo de perder a esa persona. Además todos sabemos que Elena tampoco es una santa.

-Es curioso que digas eso.

+Yo la quiero por sus defectos también. Me encantan sus arrebatos de locura, pero hay que reconocer que sus consecuencias también son muy grandes.

-¿Me puedes enseñar a no estropearlo más?

+No. Te pudo ayudar a quitarte el miedo. Después, lo harás bien. 

Estuvimos hablando durante horas. Era un gran chico, ahora comprendía por qué Elena lo quería tanto, era normal que lo hiciera.

Cuando terminamos de hablar, ya tenía bastante claro lo que debía de hacer, pero también comprendí que no debía de actuar si le iba a hacer daño a otras personas. Sobre todo a personas que quiero. Había demasiado en juego.

-Venga, arréglate.- me dijo Pierre mientras recogía las cervezas que había en la mesa.

+ ¿Cómo?

-Necesitas despejar la mente. Nos vamos de fiesta. Pero, eso sí, contrólate.

+De acuerdo, pero antes tengo que hacer unas llamadas.

Llamé a Siva, le pedí que le dijera a Kelsey Ann que estaba bien, que volvería pronto, le pregunté por 
Elena, me dijo que ya había salido del hospital, que estaba descansando en casa con Max, y me dijo que incluso me notaba mejor. Era un gran amigo.

Pasé una buena noche con Pierre en algunos clubs de la ciudad. Volvimos a casa tardísimo, pero sin nada de lo que arrepentirse al día siguiente.

Al día siguiente, Pierre y yo tuvimos una última conversación antes de que volviera a Londres. No éramos amigos pero, habíamos firmado la paz. Aunque me seguía debiendo una paliza.

-Ahora que ya entiendo algunas cosas sobre mí… necesito entenderla a ella.

+ ¿Y qué tienes que entender?

-Todo, creo que no la conozco como pensaba que lo haría y eso me frustra.

+No sé por qué dices eso. Elena no es tan complicada como crees. Simplemente, cuando se agobia se va. 

Después suele ser tan cobarde como tú… aunque un poco menos.

-No creo que ella sea una cobarde, siempre lo arriesga todo, vino a Londres, a empezar de cero, siguió siendo nuestra amiga después de contarle lo de la banda a pesar de todo lo que eso conlleva, y Jeremy… 
Elena lo ha dado todo en esa relación, incluso se va a ir a vivir con él aunque le tema al compromiso.

+Sí, para algunas cosas puede, pero no lo sabes todo Jay. Hay cosas que ella no arriesga por nada, sino 
¿por qué crees que viene aquí?

-Pues eso es lo que quiero saber. Por eso vine a verte.

+Ya te lo dije, porque hay cosas de las que prefiere huir antes que arriesgarlas.

-¿Y por qué prefiere huir?

+Puede que esas cosas le importen más que cualquier otra y prefiera no tener la opción de perderlas aunque eso implique salir corriendo.

-Pero ¿qué cosas son?

+Eso es lo que no te puedo decir, Jay.

-Pues, al menos, dime algo más, porque sigo sin entender qué puede ser tan importante.

+Jay, crees que Elena solo le tiene miedo al compromiso, pero no. Elena no le tiene miedo al compromiso, Elena, a lo que le tiene miedo, es a comprometerse con cualquier idiota que no sepa valorarla, porque a veces ni ella sabe lo que vale, y que le vuelvan a partir el corazón, otra vez. Y, por nada del mundo dejaría que el miedo a que le rompan el corazón destroce algo tan importante para ella como es la amistad. ¿O caso era amiga de Jeremy cuando empezó a salir con él?

-No.

+Ella no arriesgaría una amistad por eso.

-No sé si quiero darme cuenta de lo que me intentas decir.

+Pues no te des cuenta.

-Es que entonces, aunque ella no estuviera con Jeremy, yo no tendría ninguna posibilidad.

+ ¿Por qué?

-Se supone que somos buenos amigos

+ ¿Eres un idiota que le va a romper el corazón?

-Soy un idiota, pero nunca le rompería el corazón. La quiero demasiado.

+Pues deja de ser un idiota, a lo mejor así tendría más posibilidades.

-¿Me estás diciendo que le diga que la quiero?

+ ¿Crees que es un buen momento?

-Se va a ir a vivir con Jeremy…

+Entonces no tienes mucho tiempo.

-No podría soportar un “no” y perderla, no solo como la chica a la que quiero, sino también como mi amiga.

-Elena no va a perder una amistad por un amor, ya te lo he dicho, da igual que su respuesta sea sí o no.

+Las cosas cambiarían…

-Jay, ya te he dicho todo lo que se me está permitido decir y un poco más. ¿La quieres? Deja de ser un 
cobarde. ¿No quieres perderla? Deja de ser un capullo ¿No quieres hacer nada? No se entonces para que has venido. Y ahora, ¿puedo hacerte una pregunta?

+Sí, claro.

-¿Has hablado de lo que sientes por ella con alguien más?

+Sí.

-¿Y cuántas veces te han dicho lo mismo que te he dicho yo?

+Siempre.

-Entonces ¿por qué aún no lo has hecho?

+Porque no sabría ni cómo decírselo ni cómo quererla.

-Quiérela como la quieres ahora y díselo tal y como se lo dices a todos.

+No es tan fácil.

-Nadie dijo que fuera fácil, de eso se trata dejar de ser un cobarde.

+Tío, no sabría cómo agradecértelo.

-No le rompas el corazón y será suficiente. Ella es como una hermana para mí, así que si la veo por París huyendo de ti, en vez de una paliza te daré dos.

+Tranquilo.

Nos dimos un apretón de mano y me acercó a la estación.

El camino de vuelta fue mucho más fácil. Tenía que hacerlo todo en su momento porque tenía que hacer las cosas bien; primero hablaría con Kelsey Ann y después con ella, pero no tenía tiempo que perder.

Llamé a Siva para avisarle de que ya estaba llegando a Londres y preguntarle por Elena, por suerte, me dijo que seguía en casa con Max, además, Kelsey Ann me había mandado un mensaje para vernos después, así que haría las cosas al revés, pero las haría bien. Esta vez no iba a dejar que Elena se me escapara o quedarme, otra vez, a milímetros de sus labios.

Volví renovado a Londres. Con otra mentalidad y ahora, sí que la entendía. Iba completamente decidido a casa, a verla, a decirle lo que sentía de una vez por todas, sin remordimientos, sin miedo.
Entré en casa, miré por todos lados para ver si la veía, pero en su lugar me encontré con Max, en ropa interior. No quería temerme lo peor, pero una parte de mi me decía que era verdad lo que creía cuando lo vi y otra parte de mí escuchaba como Max me decía que era cierto.

Volvía estar confundido, triste, enfadado, decepcionado, furioso, traicionado, mi amigo, con ella, sabiéndolo.

-¡No!- Me repetía una y otra vez en mi cabeza, pero era sí

Quería llorar de la rabia, me sudaban las manos, sentía un calor subiendo por mi cuerpo. No sabía si el corazón me latía muy rápido o no me latía. Y la gota que colmó el vaso fue cuando no pude remediar imaginarme esa escena en mi cabeza.

Esa imagen sacó lo peor de mí.

Ella bajó, nos separó mientras me gritaba y, cuando la miré, llevaba su ropa puesta. No sabía si quería besarla o marcharme y no volver pero no había venido para volverme a ir, así que la cogí y me la llevé a la habitación de abajo.

Busqué sus besos con rabia, esperé a que ella buscara los míos, y los encontramos. Volvía a sentir sus labios después de tanto tiempo deseándolos, sentía un nudo en el estómago, tenía la piel erizada , mis ganas de seguir besándola no se iban, al contrario, quería volver a sentirla al completo, demostrarle lo que sentía por ella a través de mi cuerpo, quería que notara que mis besos ya no eran los de antes.

Pero se separó.

__________________________________________________________

Mentirosas mías, siento la espera, pero he estado de exámenes y después me he ido a la playa, y no he podido ni terminar de escribir el capítulo. También siento que no tenga imágenes pero, no os preocupéis, mañana las subo y todos felices. Espero que os guste el capítulo. ¡Un besito!

martes, 12 de febrero de 2013

CAPITULO 1O8


Cambié mis vicios por ella.

Lo había hecho. Lo había admitido de una vez por todas, y no me arrepentía en absoluto por haberlo hecho.

Sabía que le dolería, pero no tanto como me dolía a mí.

Él la quería y la tenía. Yo la quería y no podía tenerla.

Ya la había perdido demasiadas veces como para volverla a perder, y esta última podía haber sido para siempre, y otra vez había sido por mi culpa.


Por fin había conseguido entenderme, saber lo que quería, a quién quería. Pero me faltaba lo más importante. Saber lo que pensaba ella, lo que quería ella, comprenderla, entenderla. Conseguir lo que no había podido hacer antes y que me estaba volviendo realmente loco.

Ya no era el mismo. Hacía cosas sin sentido, no me importaban los demás, ni la gente que me quería, ni mis amigos, ni mi novia. Solo ella. La que no me quería.

Despertó, abrió los ojos, incluso habló. Me volvió a latir el corazón. Tenía otra oportunidad para no perderla, para decirle lo que realmente me importaba y que esperaba que le importara tanto como a mí.

Pero no dijo mi nombre, dijo el suyo. Ni siquiera me vio. Y si lo hizo me ignoró. No sabía qué me dolía más.

Pero yo necesitaba comprenderla.

Me fui corriendo de allí, dejando que fuera feliz. Era lo que más me importaba. Que ella estuviera bien y yo, al fin y al cabo, solo la había hecho sufrir.

Mientras salía del hospital casi a punto de empezar a llorar, me vino la solución a la cabeza.

Sabía perfectamente a quién tenía que acudir para comprenderla. Y no era Mac. Además con ella las cosas no habían estado muy bien últimamente.

Fui a la estación, me esperaba un largo viaje. Viaje donde ella no se fue de mi cabeza, donde no estaba seguro si lo que iba a hacer sería en vano. Pero merecía la pena intentarlo. Solo quería que mientras yo no estuviera ella estuviera bien.

Me monté en el tren. No era el medio más rápido para llegar, pero podía cogerlo primero.

Saqué el teléfono de mi chaqueta, y mientras lo miraba, pensaba en quién podía llamar para que supieran donde estaba, bueno, a dónde iba. Sabía que si se lo hubiera dicho antes a los chicos no me habrían dejado ir porque era una locura, pero debía hacerlo.

Después de pensarlo mucho y descartarlos a todos unas cien veces me decidí por Siva y Nareesha. 
Él sabía toda mi historia con Elena, todo lo que sentía y dejaba de sentir, y me había sabido guardar el secreto como un buen amigo incluso habiéndole costado mucho porque me estaba haciendo daño, a mí y a ellas. Pero aquello no lo había entendido hasta aquel momento, por muchas veces que me lo hubiera dicho.

Respiré hondo y llamé.

-¿Jay?

+Hola Nareesha, ¿estás con Seev?

-Sí claro, ¿dónde estás?

+Mejor pregúntame ¿dónde voy?

-Pensaba que estabas en el hospital con Elena…

+Ya no…

-Te entiendo… te paso a Seev.

-¿Dónde vas, Jay?- me dijo Siva serio.

+A París.

-Sabes que es una locura ¿verdad? No te enfades si no te sale como tú quieres.

+Lo sé. Pero también sé que él es mi última oportunidad. Igual que sé que la quiere tanto como yo.

-Llámame cuando llegues, ten cuidado y suerte hermano.

+Gracias.

Después de hablar con Siva me calmé un poco, y aún más para hacer bien las cosas esta vez. Y aunque no quería, tenía que llamarle.

-Bonjour.

+ ¿Pierre?

-Sí, ¿Quién es?

+Soy Jay.

-¿Jay? ¿Cómo es que me llamas a mí? ¿Qué ha pasado? ¿Todo bien con Elena?

+Ese es el problema, sé que te va a sonar muy raro pero, necesito hablar contigo, tú la conoces y la entiendes mejor que nadie y siempre que huye de mí, se resguarda en ti. Y cuando vuelve…- me estaba emocionando…- vuelve a estar bien. Creo que soy ahora el que necesita huir.

-Pues, en ese caso, tenemos mucho de qué hablar.

+Llegaré en unas horas.

-Me parece bien.

Se extrañó con mi llamada, pero era lógico. A mí también se me hizo raro. Pero acababa de demostrar su nobleza, después de todo lo que pasó con su visita en Londres.

Miraba por la ventana, intentaba leer un libro, pero no era capaz de hacer nada, solo ella estaba en mi cabeza. Seguía intentando distraerme, cogí el móvil y me puse a ver fotos antiguas, creo que no me hizo mucho bien hacerlo pero, tampoco dejé de verlas.

Tenía miles de fotos, desde antes de conocer a Mac y a Elena hasta el viaje a Grecia. Las primeras fotos eran la mayoría de los chicos, cuando salíamos de fiesta, en el estudio, en casa haciendo de las nuestras… Pero llegaron ellas y lo revolucionaron todo de una manera bestial. Seguía teniendo fotos de Tom sacando sus musculitos pero esta vez era porque cogía a Elena en brazos, Nathan tocando el piano, pero intentando enseñar a Mac a hacerlo, cuando íbamos al parque, al karaoke, el día que Elena perdió la apuesta, los conciertos, las fiestas, los viajes…

Tantísimos recuerdos y momentos que no me iba a olvidar nunca, de ninguno de ellos. Estaba viviendo uno de los mejores momentos de mi vida, tenía todo lo que mucha gente desearía tener, y no había sabido aprovecharlos, no había sabido ser feliz. Y eso tenía que cambiar. Iba a cambiar.

Llegué a París, llamé a Piere, pero él ya me esperaba allí.

-Hola Jay.

+Gracias. Yo no lo habría hecho.

-No hay que darlas, y lo sé. Pero es por ella.

+Bueno, no sé qué decir… ¿vamos a alguna cafetería o algo?

-No, vamos mejor a mi casa.

+Creo que antes debería de buscar un hotel para dejar mis cosas. He venido demasiado rápido y no he pensado en nada.

-Jay, deja de preocuparte. No voy a dejar que te quedes en un hotel teniendo mi casa, además tenemos demasiadas cosas de las que hablar por cómo te veo como para perder tiempo buscándote un hotel.

+No deberías de ser así conmigo.

-Cierto, no debería, pero yo no tengo por qué guardarte rencor de ningún tipo, porque sé que la quieres. Sólo te odio por el daño que le has hecho, y si puedo evitar que venga a verme llorando una vez más por tu culpa, haré todo lo que pueda por hacerlo. Incluso si eso supone hablar contigo.

+No me extraña que ella te quiera tanto.

-Solo la cuido y me preocupo por demostrarle que la quiero. No es tan difícil.

Me dejó callado. Fuimos a su casa y me enseñó el cuarto donde me quedaría, según él, hasta que aprendiera a quererla.

Observé su casa, y estaba seguro de que a Elena le había encantado. Además, como no, tenía muchísimas fotos hechas con la cámara de Elena de las veces que había estado allí. Envidiaba cómo sabía hacerla sonreír de aquella manera.

Me senté en el sofá mientras él estaba en la cocina. Estaba un poco incómodo, pero me lo merecía.

No dejaba de mirar una foto en especial. Ella y yo en mi cama, uno de los días cuando se quedó a dormir conmigo. Era durante el juego, pero aquel día, aunque no habíamos jugado dormimos juntos, simplemente dormir. Jugamos a juegos de mesa, comimos todo tipo de chocolate y comida basura y hablamos sobre cientos de temas mientras escuchábamos música. Aquellos días.

La foto se la hice cuando en una mano tenía una cerveza y en la otra una tableta de chocolate gigante que se comía directamente a bocados. Decía que junto con la música, eran sus mejores vicios. Qué razón llevaba, tenía los mismos vicios que yo, hasta que los cambié por ella.

Pierre llegó con dos cervezas.

-Buena idea.-le dije.

+No creo que haya nada mejor para empezar una conversación difícil que alcohol de por medio.

-Totalmente de acuerdo. No eres tan malo como yo creía.

+Sí que lo soy, solo que lo controlo.- rio.- A ver, por donde empezamos.

-Yo sé por dónde empezar. Aunque espero que no me des una paliza…

+Lo haré.

-Bueno… Elena está en el hospital. Ha tenido un accidente de tráfico. Y estoy aquí porque… a pesar de no moverme de su lado ni por un segundo, incluso estando Jeremy con ella, cuando por fin se despertó, ni si quiera me vio. Además, antes de que despertara, le conté a Jeremy lo que siento por ella.

Pierre no dijo nada durante un momento, pero se le veía la mezcla de preocupación y rabia en la cara. Suspiró.

+Primero. Dime que está bien.

-Está bien. No le ha pasado nada grave.- No me atrevía a decirle que fue por mi culpa.

+ ¿Cómo fue el accidente?

-Supongo que ya sabrás que Elena y Jeremy se van a vivir juntos, ¿verdad?

+Sí, me llamó desde Grecia. Bueno, me contó todo lo que pasó en Grecia.

-Bueno, pues… estaba en mi casa y Jeremy la llamó para algo de la mudanza. Me pidió que la acercara y yo no quise. Salió muy cabreada y ni miró al cruzar la carretera…- Nunca me había sentido peor.

+Recuérdame que te de una paliza cuando todo esto acabe.

-Me lo merezco.

domingo, 10 de febrero de 2013

CAPITULO 1O7


No more drama.

-Lo último que me apetece es hablar contigo. Tengo muchas cosas que hacer, como por ejemplo estar con mi novio, pero al parecer no quieres dejarme tranquila con él.

Ella se rió. Yo cada vez estaba más furiosa.

+ ¿Y yo qué tengo que ver? No me voy a poner delante. Corre, que seguro que te está esperando. ¿Qué quieres?

-Ya te lo he dicho, estar con mi novio. Así que déjanos en paz.

+ ¿Qué os deje en paz? Kelsey Ann, no me hagas reír. Yo ahora sí que no he hecho nada. Pero, si no me deja no es culpa mía. Ya quisiera yo que lo hiciera… Además deja de ponerte a la defensiva conmigo, yo no he hecho nada para que te pongas así.

-Mira Elena, si tú eres una de esas guarras que no sabe respetar lo que no es suyo no es mi problema, pero con nosotros estás muy equivocada. No vas a conseguir que nos separemos, él está conmigo, deberías asumirlo de una vez por todas.

+Pobre ilusa.- dijo por lo bajo mientras se reía.

Eso ya era lo máximo.

-¿Qué has dicho?

+ ¡Que pobre ilusa! Déjame ya Kelsey Ann, no quiero hablar contigo.

-Me da igual lo que quieras. ¿A qué viene eso?

+Pregúntaselo a tú novio. Pregúntale qué hizo la última vez que me vio.- dijo yéndose sin importarle lo que acababa de decirme.

No la aguantaba más, no pude controlarme. Me fui para ella, la agarré de los pelos y la tiré al suelo. Empecé a pegarle puñetazos en la cara y a arañarla, pero ella sabía defenderse mientras gritaba que parase.

Entre insultos y golpes Jay entró en la cafetería y nos separó rápidamente. Me cogió en brazos impidiéndome que siguiera con lo que estaba haciendo, y me quedé dándole patadas al aire.

Me soltó y me dio un empujón. Lo que me faltaba.

+ ¡Pero qué coño haces, Kelsey Ann!- me dijo muy enfadado.

-No, ¿qué haces tú, Jay?

Se giró y se acercó a Elena, que estaba en el suelo con el labio sangrando.

+Elena, ¿estás bien?

+ ¿Y tú que crees, gilipollas? Olvídame, y vete con la puta de tu novia.- dijo empujándole y saliendo de allí.

No podía ser. Seguía estando ella antes que yo, bueno, yo nunca había estado antes que ella. Ya no me sorprendía nada.

Se acercó a mi cuando Elena se fue.

-Ni me toques.- dije con odio y tristeza- Todo esto es por tu culpa.

No pude evitar ponerme a llorar. Me dolía todo el cuerpo y el corazón.

Me fui de la cafetería pero Jay me agarró del brazo. Lo hizo tarde, muy tarde.

+ Vamos, voy a acercarte a casa. No hace falta que me hables.

-No, el que no hace falta que me hables eres tu a mí. No quiero volver a verte en mi vida. Eres un gilipollas.

+Kelsey Ann, vamos a casa. No te estoy preguntando.- me dijo agarrándome del brazo y llevándome al coche.

Ninguno de los dos abrió la boca durante los casi quince minutos de trayecto hasta casa. Cuando paró el coche frente a la puerta me quedé unos segundos quieta, mirando al frente, sin decir nada, dándole de nuevo la oportunidad de arreglar las cosas. Pero no decía nada. Otra vez me decepcionaba.
Quizás no debería esperar tanto de él, pero deseaba tanto que me quisiera de la misma forma que yo a él…

Tras unos segundos lo miré con decepción y salí del coche. La había vuelto a defender, me había vuelto a dejar sola, incluso diría que en ridículo. Estaba furiosa y dolida.

Ya no lloraba, tenía demasiada adrenalina en el cuerpo como para hacerlo, además mi orgullo empezó a subir de tal manera que me auto convencí de que él no se merecía ninguna de mis lágrimas.

Pegué un portazo. No me habló, bueno le dije que no me hablara pero, si no soportara perderme le habría dado igual. Ya no necesitaba más muestras de que no me quería, era suficiente.

Subí a casa, cabreada, muy cabreada. Entré en mi cuatro y… un huracán lo arrasó.

Me quité la ropa y me puse algo más cómodo para lo que pretendía hacer, me recogí el pelo y empecé.

Quité sus fotos, sus regalos, incluso la ropa que me solía poner cuando estaba con él, hasta el perfume. Sus recuerdos, los míos, mis sentimientos, no los suyos, todo, absolutamente todo lo que estuviera o pudiera estar relacionado con él y lo guardé en un caja, la cual llamé “PASADO”.

Nunca hay que dar un paso atrás en la vida, ni siquiera para coger impulso. Y Jay ya no era ni presente, ni mucho menos futuro.

Bajé a comprar algo de pintura, mi habitación ya no sería más rosa. Ya no era la chica de antes.

Dicen que para cambiar por dentro puedes empezar cambiando por fuera y eso iba a hacer.

Retiré los muebles, me volví loca. Puse la música a todo volumen y comencé con algo que no sabía cómo iba a terminar.

-Lo que estoy haciendo es muy propio de Elena.- pensé- que le den, ahora será muy propio de mí.

Mi habitación pasó de rosa a azul. En la tienda compré también unas láminas gigantes del Big Ben, que quedaron realmente bonitas.

Cambié de sitio la cama, el escritorio, saqué toda la ropa del armario y, la tiré.

Rompí la hucha, busqué por los cajones, miré las cuentas del banco y saqué todo mi dinero.

Adiós Kelsey Ann. Me dije antes de salir de casa para arrasar.

No tenía control, me compré todo lo que se me antojó. Me quedé tan solo con cien libras en la cuenta del banco, suficiente para terminar mi nueva yo.

Me fui a la peluquería de Mark Hill y me gasté absolutamente todo lo que me quedaba en tratamientos para el pelo, un nuevo corte, otro color, incluso me dio para hacerme las uñas.

Entró la antigua Kelsey Ann, salió una nueva.

Mi pelo ya no era tan rubio, ahora tenía flequillo, y uñas nuevas. Era feliz, aunque sabía que me arrepentiría al día siguiente, pero, siempre había sido precavida y prudente, ahora ya todo me daba igual.

No podía ser verdad lo que estaba viendo. No podía ser ella. No.

-¡Otra vez!- dije cuando la vi.

Era Elena, otra vez. Yo solo quería quitármela de la cabeza y parecía que me perseguía como una maldita pesadilla.

-¿Qué haces tú aquí?- le dije enfadada.

No me contestó.

-¡Qué me contestes!

+ ¿Qué crees que vengo a hacer a la peluquería? Vengo a cambiar.

-¿Cómo lo quieres?- le dijo Mark, el peluquero.

+Liso, y largo, muy largo. Ah, y quiero ser pelirroja, pero no lo quiero rojo, sino que quiero que me llamen “zanahoria” por la calle.

-¿Por qué?- le dije enfadada.

+Me he cansado de ser yo. He cambiado hasta mi habitación.

-No puede ser…

+Kelsey Ann, en serio, no estoy bien. No quiero discutir más por hoy. Bueno, no quiero discutir más.

No pude evitar ponerme a reír.

+ ¿De qué te ríes?

-De nada… solo que… yo acabo de hacer lo mismo.

+ ¿En serio? Puede que no seamos tan diferentes al fin y al cabo.
¿Qué no éramos diferentes? Que va… éramos almas gemelas…

+ ¿Firmamos la paz?- me dijo ella.

-No. Te odio. Si estoy así es por tu culpa, y si tú estás así también es por tu culpa. Ni siquiera te voy a desear que te vaya bien porque… sinceramente me da igual cómo te vaya. Adiós. Espero no volver a verte, aunque sea prácticamente imposible.

No me contestó, se quedó boquiabierta. Pero yo me quedé muy a gusto. Por fin había terminado de cortar los lazos. Ya podía irme tranquila.

En lugar de coger un taxi, decidí volver andando a casa. Me sentía bien, liberada, me sentía yo misma.

Cuando casi había llegado, Jay me llamó. Obviamente, lo cogí.

-¿Qué?

+Lo siento. ¿Podemos hablar?

-Tarde.

Colgué y apagué el teléfono. Yo ya no tenía nada que ver con él hasta que me sintiera con las fuerzas suficientes para mirarle a los ojos y no sentir absolutamente nada.

Y eso me tomaría un largo tiempo.

Subí, miré mi habitación de nuevo, y a mi reflejada en el espejo. Me gustaba lo que veía.

Pero hubo tradiciones que no pude borrar aun poniendo todos mis esfuerzos en ello. Me preparé un buen té, una caja de bombones y vi unas seis o siete películas hasta que me quedé dormida.

Aquellos sí que eran verdaderos placeres.
_______________________________________________________________________

Queridas mías, he de deciros que en este capitulo me cae bien Kelsey Ann!! increible pero cierto! ¿OS ha gustado? ¿Que tal os ha parecido la reacción de Kelsey Ann? Ya no es más la rubia optativa, ya no es ni tan rubia, ni por supuesto, optativa! hahahaha

Espero que os haya gustado! Dejadme aqui vuestros comentarios o por twitter @olguiwentz

Besitos! xx