PHOENIX

domingo, 28 de julio de 2013

CAPITULO 3

Idiotas enamoradas.

Un rato después volvimos al estudio, busqué a Jay, pero no le molesté al ver que trabajaba duro, simplemente le saludé desde el ventanal y le dije que le quería.

Era verdad, lo hacía, le quería como no había querido a nadie antes. Despertaba en mí cosas increíblemente nuevas, que me asustaban, pero no me importaba tener miedo, no me importaba sentir la adrenalina en mi piel cuando le besaba, porque, después del miedo, venían sus besos, y eso hacía que valiese la pena.

Vuelta al duro trabajo. Papeles y papeles, llamadas a tres, videoconferencias, y listas de emails interminables, sin contestar.

El nuevo proyecto para los chicos con las fans sería hacer con los chicos una fiesta enorme, para que vieran cómo se las gastaban al salir.

Estaba completamente exhausta preparando las bases del concurso y todo lo necesario, solo quería llegar a casa, darme una ducha caliente y dormir como un tronco.

Eran cerca de las nueve de la noche, y, cuando estaba saliendo del estudio de camino al metro me encontré con Jay.

-Hola, grandullón.- le dije dándole un pequeño beso.

+Hola, pequeña. ¿Dónde vas?

-Pues, voy a darme una ducha y a dormir, no puedo más con mi alma.

+ ¿Te sientes preparada para volver?

-Si volvieras conmigo, lo estaría mucho más.

+Te acompaño encantado, además tengo algo para ti, solo que después de la ducha no vas a poder dormir.

Yo, y mi encantadora mente pervertida se tomó aquellas palabras como le dio la gana y fui directa a morderle el cuello, mientras metía mis manos por su pantalón.

+Elena… - decía sacando mis manos – no es por eso exactamente. Te he preparado algo. Por cierto, lo siento por lo de esta tarde.

-Bueno, vale. Tendré que esperar para saber qué es… Y, Jay, lo de esta tarde ha sido una de las cosas más bonitas que me ha pasado nunca. No me importa que nos hayan escuchado cómo nos queremos…

Llegamos juntos a casa. Se me hacía raro, hacía demasiados días que no pasaba por allí.

Nos quedamos un rato frente a la puerta, con las llaves en la mano. Suspiré.

-¿De verdad que estás bien?- me preguntó.

+No te voy a negar que sea duro, pero, he estado hablando con ella, y así parece que no se ha ido del todo… creo que estaré bien, sobre todo si tú estás conmigo.

-Siempre lo voy a estar.

+Shh, no digas eso. Limítate a hacerlo.

Metí la llave en la cerradura, la giré y abrí la puerta. El olor a casa me seguía siendo familiar, y, aunque estaba como siempre, se notaba que le faltaba una mitad.

Intenté actuar como si nada, aunque el corazón me latía rápido.

Me di una buena ducha, y me vestí. Jay me esperaba en el salón, aunque entró en mi cuarto para ver si estaba lista.

Cuando por fin lo estuve salimos de casa, la prueba ya estaba superada. Y ni una lágrima. Todo saldría bien, o al menos eso esperaba.

-¿Puedo preguntar a dónde vamos?- dije al entrar en su coche.

+Ya lo estás preguntando.- dijo con su maldita y maravillosa sonrisa- vamos a nuestra primera cita.

-¿Nuestra primera cita? Creo que a estas alturas ya no hace mucha falta…

+Hazme caso, te gustará.- me dijo acariciándome la mano.

No fuimos muy lejos, ni a un sitio desconocido, es más, aquel lugar era muy conocido, por mí, por nosotros, por todo el mundo. Estábamos en el London Eye.

-Jay, no tengo muy buenos recuerdos de este lugar.- dije aún sin soltarle la mano, mientras mirábamos la gran noria.

+Lo sé, pero no es exactamente aquí donde venimos, por ahora.- me contestó con las mejillas sonrojadas.

-¿Entonces, dónde vamos?

Andamos unos metros más adelante, hasta que llegamos al acuario de Londres.

-¿El acuario?

Él se limitó a sonreír.

Entramos al acuario, no había mucha gente, era demasiado tarde, pero  lo prefería así. Vimos peces de todo tipo, me acordé de Max al ver a los tiburones, hablamos sobre muchísimas cosas, me reí como hacía tiempo que no lo hacía. Estaba siendo una cita estupenda.

Nos sentamos en un banco central de una sala que estaba rodada completamente por aquella enorme pecera. No había mucha más luz que la azul y resplandeciente que emanaba del agua.

Me senté a su lado. Y, sin mirarle, mientras admiraba aquellas preciosas criaturas, le acariciaba la mano. Él me devolvía la caricia.

-No sabía que se te diera tan bien organizar citas. Tendrás mucha experiencia…- bromeé.

+Pues, sinceramente no tengo mucha, solo pensé en algo que te pudiera gustar, y, se me ocurrió esto. 
Además, creo que está en un lugar muy especial de la ciudad. ¿Te está gustando?

-Lo está…- dije- me está encantando. Aunque es muy romántico para mí, incluso para ti.

+Pues… aún hay más.- dijo levantándome.

Me llevó a una sala que estaba cerrada, era un igual de oscura que la anterior, tenía la luz justa. En el medio de aquella sala, mientras los peces y animales marinos nadaban, una pequeña mesita, con dos velas.

-¿Y esto?- dije alucinando.

+No creo que te merezcas menos.- me respondió.

Una cena alucinante a la luz de las velas y rodeados de aquella imagen tan maravillosa… era muchísimo más que cualquier cosa que pudiera imaginar.

Fuimos hacia la mesa, e incluso me apartó la silla para que me pudiera sentar.

+ ¿Puedes creerte que estoy nervioso?- me dijo mientras se sentaba.

-No tienes por qué estarlo, aunque, yo también lo estaría. Es más, yo también lo estoy.- reí.

+Esto es muy raro…

-No lo es, los raros somos nosotros, que empezamos por el final.

+Ese es uno de los motivos por lo que te preparé esto. Creo que deberíamos hacer las cosas bien, paso a paso. ¿Qué te parece?

-Me parece que eres demasiado adorable, y que estás haciendo que me vuelva como una de esas idiotas enamoradas que tan poquito me gustan.- le dije pellizcando su mejilla y dándole un beso después.

+Eres graciosa cuando te vuelves una idiota enamorada.

-Tranquilo, es solo una etapa.- bromeé.

Cenamos de maravilla, charlamos, reímos, y, cuando terminamos, pensé que nada podría ser mejor de cómo estaba siendo aquel momento. Pero me equivoqué.

Salimos del acuario y yo me dirigí de camino al coche para volver a casa, pensaba que la cita ya había terminado.

+ ¿Dónde te crees que vas, pequeña?

-¿A casa?

+Te equivocas, esto no ha terminado aún.

-¡¿Hay más?!

+ ¡Por supuesto que hay más!- me dijo agarrándome las manos- quiero empezar un nuevo futuro, pero eso no borra el pasado, y, aunque no pueda hacerlo, me gustaría reescribir sobre él, por eso…- dijo mirando hacia el gran amasijo de hierro iluminado.

-¿La noria?

+Deja de preguntar y limítate a… disfrutar.- dijo con su maldita sonrisa.

Nos montamos en la noria, estaba toda la ciudad iluminada, habían puesto música suave dentro de la cabina, y Jay me abrazaba por detrás mientras admirábamos las vistas.

+Perdóname, por todo lo que ha pasado. Tendría que haberlo hecho bien desde el principio, porque para eso te quiero desde el principio. He sido un completo capullo al no disfrutar de ti al máximo durante todo este tiempo.- me susurró al oído.

Me giré, aunque seguía entre sus brazos, lo miraba atentamente a sus ojos azules.

-De las miles de veces que he podido imaginar cómo sería estar contigo, nunca había conseguido acercarme si quiera a una tan perfecta como la que estoy viviendo ahora. Te quiero- dije poniendo mi dedo sobre su frente- y quiero que se quede grabado ahí, en tu cabecita, y que no se borre nunca, ¿entendido?

+Entendido.- dijo riendo.

-Así me gusta, y ahora deja de hacer que diga cosas tan horriblemente cursis.

+Ya te he dicho que eres muy graciosa cuando te pones así.

-Idiota.- dije girándome de nuevo entre sus brazos.




+Te quiero capulla.- dijo besando mi cabeza.- Por cierto, tengo la última sorpresa de la noche, y que creo, 
que va a ser la que más te va a gustar.

-¿Existe algo más especial que lo de esta noche? ¿Es sexo? ¿Se come? ¿Tu belleza inigualable?


+No idiota- dijo riendo- ni se come, ni es sexo, ni nada de eso. Tú mira en el bolsillo de tu abrigo.

jueves, 25 de julio de 2013

CAPITULO 2

Recorded.

+Es verdad, ¿dónde está?- dijo Max.

-Está mal por lo de Mac, yo creo que sé dónde puede estar.- dijo Jay.

¿Dónde estaba Nathan? Pues, tal y cómo Jay dijo, en el estudio, escribiendo, ensayando, componiendo, escapándose de aquí.

Al llegar al estudio, nos encontramos con Nathan en una de las habitaciones de grabación, tirado en el suelo, acompañado por un cuaderno, lápiz, y unas cuantas bolas de papel esparcidas por la habitación.

Entré para hablar con él un momento, su mirada no reflejaba más sentimientos que el de frustración.

-¿Falta de inspiración?- le dije sentándome junto a él en el suelo y acariciándole la espalda.

+Todo lo contrario. Demasiado que decir. Lo que no tengo son palabras.

-¿Desde qué hora llevas aquí? Es muy temprano, y tienes cara de no haber dormido mucho.

+La verdad es que llevo aquí desde las tres, no podía dormir porque, pensando en ella, se me vino a la mente algo que creo que puede ser bastante bueno, no mucho, unas cuantas notas, pero tengo que contar lo que reflejan, y llevo tanto tiempo intentando que salgan, que me he bloqueado.

-¿Crees que si ella estuviera aquí, ya lo tendrías?

+Estoy completamente seguro.

-Pues, toma.- le dije dándole las llaves de casa.- Ve allí, puede que ya no estén sus cosas, pero sí que está todo lo que ha vivido. Seguro que encuentras allí a tu musa. Úsala cuanto quieras, no te preocupes, ya sabes que mi casa es tu casa.

+Gracias. Sé que tú la echas de menos tanto como yo.

Nos dimos un abrazo reconfortante, y después se fue.

De todo corazón esperaba que allí encontrara lo que estaba buscando, igual que Mac.

Mientras yo ordenaba montañas de papeles, y tenía una videoconferencia con Martin, que estaba en Newcastle, los chicos grababan una nueva canción que ya estaba preparada para el nuevo disco, aunque estuviera recién sacado el anterior.

De un momento a otro, pasaron de ser las nueve de la mañana, a las doce de la noche, y ya era hora de volver a casa.

No me apetecía nada volver, seguía sin estar preparada y, por eso, me quedé un rato más en la oficina preparando un nuevo proyecto que se me había ocurrido mientras hablaba por email con las chicas del club de fans. Además, el trabajo me hacía tener la cabeza ocupada y no pensar en cosas que no me apetecía pensar.

Pasaron de ser las doce, a ser las tres, y los ojos se me cerraban, así que fui a la cocina para, sí, aunque fuera increíble, beberme un café.

Me lo bebí de un tirón mientras apuntaba ideas en mi bloc de notas e iba de camino a mi oficina, otra vez.

Entonces escuché música, aunque pensaba que estaba sola. Al principio me asusté un poco, pero de todas fui a ver de dónde venía aquel ruido.

Lo encontré. Venía de una de las salas de ensayo. Entré en la parte donde estaba la mesa de mezclas para ver quién había dentro. Era Jay.

Cantaba como los ángeles, una canción que no había oído antes. Lo hacía con los ojos cerrados y mucha concentración.

Cuando los abrió y me vio, sonrió. Yo hice un pequeño gesto con la mano para saludarle. Él, seguía sonriendo.

Apreté un botón para poder comunicarme con él.

-Simplemente, increíble.- le dije sonriendo.

Salí de la sala, para entrar dónde estaba él.

-¿Qué haces todavía aquí?- le pregunté acariciándole la cara.

+Eso también podría preguntarlo yo.

-No me apetece volver a casa.

+Yo, estaba ensayando un poco la nueva canción.

-Suena realmente increíble.

+Eso es porque pienso en ti cuando la canto.- me dijo dándome un beso.

Tras ese beso, vino una caricia, después de esa caricia, otro beso más. Sus ojos me miraban fijamente, igual que los míos a él. Era jodidamente perfecto, tenía todo lo que necesitaba, todo lo que podía pedir, incluso más.

Tras unos segundos, admirando su belleza, volví a besarle, esta vez con más pasión. Después pasé de sus labios, perfectamente imperfectos, a su cuello. Zona prohibida. Mordí suavemente su oreja. Punto débil. Sus manos me acariciaban la espalda bajo mi camiseta. Al terminar, y mientras yo seguía intentando devorarle, me quitó la camiseta. Era su turno.

Mientras me besaba con rabia, me iba pegando cada vez más a la pared, hasta que nos chocamos. Ahí, bajo de mis labios hasta mi pecho, pasando por el cuello, y, mientras tanto, con las manos, desabrochaba mis pantalones con prisa.

Nos arrastramos los dos por la pared hasta que caímos al suelo. El combate había empezado, esto era la guerra sin perdedores. Cada vez que nuestras piernas se enredaban lo hacían de una manera para nada suave o tranquila. Era duro, fuerte, agresivo. Gritos, gemidos, arañazos, suspiros, sudor. Dentro, fuera, dentro.

Terminamos tan cansados, que, en cuanto llegamos a casa, nos quedamos dormidos al instante. Ya terminaríamos el trabajo al día siguiente.

-Hasta dentro de unas horas.- le dije metiéndome en su cama.

+Descansa, leona.

Se tumbó en la cama, bocarriba, y yo me tumbé encima de él, le di un beso, y volví rodando a mi sitio. Dormir con su calor era el mayor placer del mundo.

Nuevo amanecer, nuevo día, mismas obligaciones. Teníamos que volver al trabajo, aunque las sábanas estaban pegadas a nuestra piel y no nos dejaban salir, pero aquellas eran las consecuencias de trasnochar.
Martin ya había vuelto, y le enseñé la idea que tuve el día anterior con las chicas, para que la estudiara, después estuvimos, bueno, estuve, intentando organizar la próxima gira de los chicos, que tenía que ser cuanto antes, y ellos, pues, se dedicaron a lo suyo, que era cantar.

Y sí, aunque aquel no era mi trabajo, sí que les llevaba café y té cuando los muy mimados tenían sed, o me hacían ir a comprarles algo de comer porque ellos estaban demasiado ocupados y no podía interrumpir el trabajo de unos músicos, según Tom.

Fuimos a casa de los chicos a la hora de comer, para comer todos juntos. Yo aún no había vuelto a casa, parecía que vivía con ellos.

-Jay, anoche te quedaste en el estudio grabando, ¿no?- le dijo Nathan mientras enrollaba la pasta en el tenedor.

+Sí, aquí he traído las pruebas que hice para ver si está bien o tengo que modificar algo.- respondió él.

-Y, ¿por qué no la escuchamos ahora?- propuse.- podemos llamar a Mac por videoconferencia para que la escuche también.

Y exactamente eso hicimos.

+Me da vergüenza.- contestó.

-No seas idiota.- le dije dándole un beso y colocando el cd en el reproductor.- Mac, te va a encantar.

Se me hacía raro tener que hablar con Mac desde una pantalla, pero al menos, estaba con nosotros de alguna manera o de otra.

Le di volumen, lo puse casi al máximo para poder escuchar su voz en todo su esplendor.
Sonaba perfecto, la canción tenía mucho ritmo, y a los chicos también parecía gustarle el resultado.

Pero, la canción terminó, y el disco seguía sonando, y se escuchaba algo que me era muy particular. Sonaba mi voz.

Me extrañó al principio, pero después me di cuenta de que estaba grabada la parte en la que, la noche anterior, me había encontrado con Jay de madrugada.

Pero, para cuando me di cuenta de que todo lo que pasó, después de que Jay cantara, estaba grabado, ya era demasiado tarde.

Los chicos habían escuchado absolutamente todo lo que ocurrió dentro de aquella sala insonorizada. Mis gritos y sus suspiros.

-Ehm, creo que ya hemos escuchado suficiente. Jay ha cantado muy bien todo.- dije quitando rápidamente el cd e intentando hacer como si nada extraño hubiera sucedido, aunque sabía que no serviría de nada.

La cara de los chicos podría definirse como, curiosa. Estaban entre extrañados, alucinados, y sorprendidos. Todos con los ojos como platos, y yo, allí, de pie, junto a la radio y con el disco en las manos.

De repente, un silencio ensordeció el salón. Era una de las situaciones más incómodas que había vivido nunca. Mac rompió aquel momento.

+Jay ha cantado muy bien, y tú también, Ele.- bromeó Mac.

Entonces, sin poder evitarlo, me eché a reír, y todos me terminaron siguiendo. Sabía que si no lo habían hecho antes era para no molestarme, pero había que reconocer que había sido un momento… raro.

+Así que, así de salvaje es Jay, ¿no, Elena?- dijo Nathan.

-Parad.- dijo Jay.- No ha sido sexo.

+Es verdad, era un documental de animales.- bromeó Tom.

-La quiero. Bueno, eso ya lo sabéis.- contestó.

Todos se sorprendieron ante su respuesta, claro que no era nada nuevo, ya lo sabían, pero no lo habían escuchado antes estando yo delante.

+Jay, está aquí.- le dijo Nathan.

-Ya lo sé, y ella ya lo sabe. Y, si ya sabíais muchos motivos del por qué la quiero, aquí tenéis uno más. Me vuelvo al estudio, que no puedo entregarle esto a Martin.

Se levantó, me miró, me agarró la cara, me besó, y se fue.

+Bueno, pues, aquí tenéis también un motivo de por qué yo le quiero a él.- dije aun en shock.

+Por fin recuperó su dignidad. Me gusta este chico.- dijo Mac.

-Entonces, ¿estáis juntos por fin?- preguntó Tom.


+Eso parece…- contesté viendo cómo se iba.

domingo, 21 de julio de 2013

CAPITULO 1

Don’t go away.

Te quiero, esas fueron sus palabras. Dos palabras, simples, concisas, directas, claras y perfectas.

Se me seguía haciendo raro escucharlo de su boca después de haberlo escuchado en mi mente durante tanto tiempo.

Y él estaba ahí, mirándome, con una leve sonrisa mientras me acariciaba la mano. Y yo, sentada en el suelo, a los pies de la cama, pensando en que era imposible que estuviese viviendo aquello.

Pero era verdad, y pensaba disfrutar cada momento, cada segundo, cada beso, cada mirada, por muy efímera que fuera. No pensaba desperdiciar nada mientras tuviera su compañía.

-¿Tienes hambre?- le pregunté con una gran sonrisa mientras le miraba entre los cojines.

+Sí, sí que tengo.

-Pues voy a preparar algo.- dije levantándome para ir a la cocina.

Seguía agarrándome de la mano, e hizo fuerza para llevarme hacia él, cayendo encima.

+No tengo ese tipo de hambre. Ya comeremos luego.

Me besó. Le besé. Nos besamos. Por todo el cuerpo. Durante horas. Sin interrupción alguna. Ya no existía el tiempo, no nos hacía falta.

Atardecía, el sol había salido para volver a esconderse en el horizonte. Pero yo, sólo prestaba atención al azul de sus ojos.

Pero, cómo no, la paz tenía que romperse, y el maldito teléfono interrumpió uno de los besos que salían de sus labios para ir a parar a los míos.

+No lo cojas.- dije cuando fui a levantarme.

-¿Me lo vas a impedir?

+Sí.-dijo poniéndose encima de mí y mordiéndome el cuello.

Dejó de sonar el teléfono.

+ ¿Ves? Lo conseguí.

-No creas que va a ser todo tan fácil.- dije antes de volver a besarle, mientras entrelazaba su pelo con mis dedos.

Pero el teléfono sonó rápidamente en el móvil de Jay.

-Creo que es importante. Deberías cogerlo.

Jay respondió a la llamada. Sentado en el borde de la cama, mientras yo, detrás de él, paseaba mis dedos suavemente por su espalda y a los que le seguían mis labios.

Jay cada vez hablaba con más dificultad a medida que iba acercándome por ciertas zonas más sensibles al tacto de mis labios, y eso me gustaba.

Finalmente colgó, pensé que no lo haría nunca.

-¿Quién era?- dije mordiendo su oreja.

Él cerró los ojos mientras lo hacía.

+Los chicos, hay reunión familiar. Tenemos que ir a casa ya.

-¿Ha pasado algo?- dije ya más preocupada al ver la cara de Jay.

+No me han dicho nada, sólo me han preguntado que dónde estaba y que fuera para casa.

-¿Les has dicho que estábamos juntos?

+No les he dicho nada. ¿Crees que deberíamos contárselo?

-Creo que deberíamos hacerlo dependiendo de lo que nos digan primero. ¿Y si se lo toman mal?

+ ¿Por qué iban a tomárselo mal?

-Pues por toda nuestra historia… No es que haya sido muy fácil y bonita…

+Para mí, si estabas tú, siempre ha sido bonita, Elena.

-Hablo en serio, Jay. Creo que es mejor que esperemos un tiempo.

+Pues entonces, dame besos ahora para el resto del día. Aunque no creo que puedas darme suficientes…

-Hagamos el intento.

Me abalancé sobre él e intenté cumplir mi palabra.

Pero aquel festival tenía que acabarse. Era la hora de irnos, los chicos nos esperaban, y no teníamos ni idea del porqué de aquella reunión urgente.

En unos diez minutos llegamos a casa, estaban todos en el salón, incluidos Nunu y Siva que se suponía que 
debían de estar haciendo las maletas para el viaje de Luna de Miel.

-¿Qué es eso tan urgente, chicos?- pregunté sentándome en el suelo.

+Pues… esto es una despedida…-dijo Kelsey.

-¿Despedida? ¿Quién se va?

+ ¿Tú quién crees?- dijo Nathan.

-Ele… vas a tener que vivir sola. Al menos durante un tiempo.- me dijo Mac.

-No…

+Me temo que sí…- dijo Nathan.

El corazón se me encogió, me faltaba el aire, y me iba a faltar algo más importante aún.

-¿Cuándo?

-Hoy…- dijo Mac suave.

-¿¡Hoy?! ¿No vas a esperar ni unos días?

-Me esperan…

-¿Y nosotros no te esperamos? ¿Nosotros no somos lo suficientemente importantes como para que te quedes? ¿Y Nathan?- grité con los ojos llorosos.

+Míralo de esta manera, mocosa. Así tendrás otro lugar que visitar… Claro que somos importantes, pero no podemos ser egoístas…

-Pues, espero que realmente merezca la pena.- dije enfadada y desilusionada.

-No quiero irme así…- dijo Mac con un nudo en la garganta.

-Ya sabes que las despedidas nunca fueron mi fuerte.

-¿Me das un abrazo?- me pidió Mac.

Se lo di. El más fuerte que me había dado antes, con la esperanza de que se arrepintiera en el último momento.

Aquella tarde, todos la acompañamos al aeropuerto, no faltó nadie. Y Mac, se fue.

No quería volver a casa, no estaba preparada para hacerlo sin ella. Mi compañera de aventuras estaba viviendo la suya propia. Sin mí.

Nathan no estaba mejor que yo. Sencillamente, no estaba. Su mirada estaba vacía, sin vida, su actitud era apática y su semblante, demasiado triste para él.

Del aeropuerto fuimos a casa de los chicos, Nathan subió directamente a su habitación. Yo le seguí, y me tumbé un rato en la cama junto a él mientras le abrazaba, intentando ser fuerte, pero sin mucho resultado.

No sólo Nathan y yo estábamos mal, todos lo estábamos. La casa tenía un silencio ensordecedor, ninguno hablaba, ni tenía ánimos para hacerlo.

Bajé un momento a la cocina para llevarle a Nathan una taza de té caliente y dejar que descansara, que falta le hacía. Le arropé, le di un beso en la frente, y le dije que le quería, pero él no hablaba, ni siquiera pestañeaba.

Fui en un momento al baño, y al salir me encontré que Jay salía, a la vez, de su habitación. Le vi, y no pude evitar correr hacia él y abrazarle. Ya no podía ser fuerte por mucho más tiempo.

Me abrazaba con fuerza, reconfortaba saber que podría apoyarme en él, por fin.

-Sé que no sirve de nada que lo diga ahora pero, se te pasará.

+Sólo abrázame.

Me dio lo que le pedí. Pero no pude evitar volver a llorar.

-Creo que deberías dormir hoy aquí.

+No puedo, Jay, mañana trabajo, y tú también.

-No te preocupes, pequeña. Me paso por tu casa y te cojo algo de ropa. Tú métete en la ducha y relájate. 

Será un nuevo día antes de que te des cuenta.

+Ojalá cuando me dé cuenta, ella ya esté aquí.

-Seguro que cuando menos te lo esperes.

Me besó tímidamente, y se fue. Yo me di una ducha tan larga que duró desde que se fue, hasta que volvió.
Jay casi tuvo que sacarme de la ducha. El agua ardía, pero aun así, yo seguía helada. Me tapó con la toalla, y me metió en la cama. Mi pelo seguía empapado, y las gotas frías caían por todos lados.

Se tumbó a mi lado, yo me giré para poder verle. Él me acariciaba la cara, y su preciosa y perfecta sonrisa se le escapaba de vez en cuando, mientras me miraba a los ojos.

+Este momento debería de ser completamente perfecto, y no lo es.

-Te regalaré uno como éste cada día hasta que lo sea. Ahora, descansa pequeña.

+Buenas noches, grandullón.

-Te quiero.

Dormimos abrazados y en la misma postura durante toda la noche.

Aun estando entre sus brazos, no pude dormir bien, y me levanté la primera. Bajé, e hice el desayuno para todos y así irnos juntos a trabajar, y a Nareesha y a Siva les hice un desayuno especial. También los echaría de menos durante su luna de miel. Al menos, ellos volverían.
Poco a poco, todos bajaron a tomar el desayuno. Excepto uno.

-Chicos… ¿Dónde está Nathan?- pregunté tras buscarlo por toda la casa y no encontrarlo.

jueves, 18 de julio de 2013

Y EL GANADOR ES...

Como podéis ver en el post anterior, once han sido los comentarios recibidos, si has comentado, tu número corresponde al lugar en el que tu comentario esté, es decir, si has sido la tercera en comentar (empezando desde abajo) tu número es el tres, y así hasta el once.

Bueno, mejor os dejo un vídeo que he tenido que hacer a última hora y ahí os lo explico todo, un besito a todas mis LIARS!


http://www.youtube.com/watch?v=9dCDThhlMZA