CAPITULO 1O5

Adiós ropa, adiós conciencia.

-¡¿Cómo?! ¿Qué hace Jay en París?

+No lo sabemos, simplemente se fue y dijo que volvería pronto.

-Supongo que se habrá ido con Kelsey Ann…

+No, Kelsey Ann está en casa.-dijo Kelsey.

-Ahora íbamos a ir para allá, hemos quedado para cenar.- dijo Siva.- ¿Os apuntáis?

+Creo que es mejor que no. La mocosa necesita descansar.

Los chicos se fueron, y Max y yo nos quedamos dormidos en medio de la película.

Al día siguiente, aunque dolorida, pero ya mucho menos, obligué a Max a que me sacara de casa para dar un paseo por el parque de al lado. Hizo que me encontrara bastante mejor.

Dos días después ya estaba bastante mejor, estaba ya casi perfecta. Gracias a que Max no se había separado de mi ni un solo segundo. Y además la casa había estado muy tranquila aquellos días. Los chicos solo venían a dormir y a hacerme alguna que otra visita. Pero ni rastro de Mac y Nathan.

Cuando volvimos a casa, me di una buena ducha, sin ayuda, y me tiré en la cama con Max.

No pude evitar ponerme a pensar en todo lo que había pasado en tan poco tiempo. Echaba muchísimo de menos a Jeremy, y a Mac, incluso a Nathan aunque hubiera estado enfadada con él. Y… también echaba de menos a Jay. Y no podía hacer nada al respecto. No podía saber dónde estaban, nadie me decía nada y ellos seguían sin dar señales de vida.

-¿Qué te pasa mocosa?

+ Nada. ¿Y a ti que te pasa?- él tenía la misma cara que yo.

-Nada.

+Pues no lo parece… Por cierto, ¿qué tal te va con Laura?

Max no me contestó, se quedó pensativo mirando al techo.

-Vámonos de fiesta, y cuando estemos hasta arriba de cerveza nos desahogamos ¿vale?

+No había escuchado antes una idea mejor.

-¿Te ves con fuerzas para salir?

+Cariño, no tengo fuerzas ni para respirar, pero no pienso quedarme en casa, porque va a ser peor.

-Tienes razón. Levántate que voy pidiendo un taxi.

Al parecer Max y yo necesitábamos alcohol barato, de ese que te hace ver todo bien, y aquel que te provoca la mayor resaca jamás imaginada al día siguiente. No queríamos clubs de lujo, ni champán, ni zonas vips ni lujos por el estilo.

Recorrimos una serie de pubs a cada cual más desastroso. En uno de ellos había unas mesas de billar, nos pedimos una botella de algo que nos vendieron como Ginebra y entre trago y trago intentamos meter las bolas con aquel palo de billar. He de decir que la partida fue muy, pero que muy entretenida, aunque ninguno de los dos recordamos quién ganó.

Cinco de la mañana. Yo muy magullada aun por el accidente, y Max muy borracho, tanto como yo, andando por las oscuras calles de la periferia londinense, cuando de repente Max rompe a llorar. Nos sentamos en uno de los bordillos de la acera.

-¿Qué haces?- le dije enfadada.

+Llorar, no lo ves.

-¿Y por qué lloras?

+Por Laura.

-¿Qué pasa con Laura?- dije trabándome la lengua.

+Que no me quiere como yo a ella.

-Pero, ¿no estabais juntos?

+Ya no. Dice que ella no quiere pareja ahora mismo. Pero a mi ella me gusta mucho y me gustaría intentarlo con ella…- dijo echándose las manos a la cabeza.

Se me rompía el alma de verlo así, no se lo merecía.

-¡¿Sabes que te digo?!

+ ¿Qué?

-Que vamos a olvidarnos de todo aunque sea por lo que queda de noche. Y cuando digo todo, es todo.

Max esbozó una pequeña sonrisa, por lo que estaba funcionando.

-Lo digo completamente en serio, no sé de qué te ríes.

+Sé que lo dices en serio. Precisamente me rio por eso.

-¿Entonces qué dices? ¿Aceptas?

+Claro que acepto mocosa. Aunque ya llevamos ventaja porque yo, por lo menos, veo triple.

-Pues mejor aún.

+ ¿Sin remordimientos?

-Sin remordimientos.

Max se levantó del suelo y me cogió de la mano. Fuimos a otro pub pero, como ya iba a cerrar, nos vendió más alcohol y fuimos a casa para terminar la fiesta allí.

Un taxi nos dejó en casa. Entramos entre empujones y tragos a la botella de vodka, nuestra gran amiga. Ella sí que no nos fallaba nunca. Siempre estaba ahí al final.

En cuanto entré me puse a saltar encima del sofá y después me subí a la mesa con la botella en la mano mientras bailaba las canciones que Max acababa de poner en el iPod.

-¡Bájate de ahí! Te vas a caer…- me decía Max desde abajo.

+ ¡No! ¡Sube aquí conmigo!

-Mocosa como te caigas te vas a hacer más daño del que ya te has hecho, bájate.- me dijo cogiéndome en brazos.

Nos miramos a los ojos, pero perdimos el equilibrio y caímos encima del sofá.

+No me había fijado bien en lo bonitos que tienes los ojos.- le dije sin quitarle la mirada de encima.

-Y yo no me había fijado bien en lo bonita que es tu boca.- me dijo él también sin dejar de mirarme.

Se nos aceleraba la respiración. Max, me apartó el pelo que caía sobre mi cara y me besó. Besaba realmente bien, aunque el alcohol me tenía completamente descontrolada. La temperatura de nuestros cuerpos aumentaba por segundos.

Nos levantamos del sofá entre besos y más besos. Yo seguía en sus brazos. Subimos a su habitación y me tiró sobre la cama. Adiós ropa, adiós conciencia. El placer, las caricias, los besos y el éxtasis les sustituyeron.

Tuve el olor de Max en mi cuerpo durante lo que quedaba de noche. Supo entenderme desde el primer momento, parecía que sabía exactamente como encontrarme si me quería buscar. Era como un juego. Me enseñaba lo que sabía hacer, pero me dejaba con la miel en los labios para que buscara más. Me encantaba, me hacía tener ganas de buscarlo aún más, de buscar sus labios, su cuerpo. Desde luego no me gustaba lo fácil.

Me quedé dormida encima de él.

Por la mañana, bueno, ya era más de medio día. Max se levantó para ir a la cocina a por algo de agua. La resaca era tremenda, tal y como habíamos previsto.

Como no había nadie en casa, Max bajó a la cocina medio desnudo. Mientras cogía un zumo del frigorífico, alguien entró en casa.

-¡Hola!- dijo Max.

+Hola Max.

-¿Qué tal ha ido el viaje a París?

+Bien.- Jay estaba muy serio. Miraba por todas las habitaciones como buscando algo, y después se detuvo para mirar detenidamente a Max.

+ ¿Qué haces así? Estas casi desnudo…- después se quedó un momento en silencio para pensar.- ¿Dónde está Elena?

-En mi cama. Durmiendo.

+ ¿Lo habéis hecho?- dijo entre enfadado y decepcionado.

-Sí.

+ ¿Por qué?- aquella pregunta sonaba a dolor.

-¿Y por qué no? Somos amigos, nada más.

Jay se estaba encendiendo cada vez más. Max no entendía bien por qué. Además la resaca no le dejaba ver con claridad. Jay soltó la maleta y se fui corriendo hacia Max, dándole un puñetazo en la cara mientras lágrimas de rabia salían por sus ojos.

Max se quedó paralizado durante un momento, pero volvió justo a tiempo para detener a Jay cuando fue a darle el segundo golpe.

Me desperté al escuchar tanto jaleo abajo, y bajé para ver qué pasaba. Me puse una camiseta de Max, y corrí escaleras abajo.

Me encontré junto a la cocina a Max y a Jay forcejeando, y fui rápidamente a separarlos. Bueno, a separar a Jay, que era el que parecía más agresivo.

-¡¿Pero qué coño haces, Jay?!- le dije tirándome encima suya para intentar quitarlo de Max.

Jay se separó con fuerza. Cuando se quitó de encima de Max, me empujó contra la pared. Me volvía a doler todo el cuerpo.

+Elena, vamos a hablar.

-¡¿Cómo?! No.

+Elena, vamos a hablar.- no había oído nunca a Jay en un tono tan serio.

Me cogió del brazo y me llevó a su habitación. Me empujó y puso mis manos contra la pared. Acercándose tanto a mí, que podía notar su aliento en mi cuello.

+ ¿No habíamos acabado el juego?

-¿Todavía quieres jugar?- dije con la respiración acelerada.- Además, nunca he dicho que Max formara parte del juego.

+Contigo siempre querré.- sus labios y los míos ya no se separaban más.