PHOENIX

martes, 12 de febrero de 2013

CAPITULO 1O8


Cambié mis vicios por ella.

Lo había hecho. Lo había admitido de una vez por todas, y no me arrepentía en absoluto por haberlo hecho.

Sabía que le dolería, pero no tanto como me dolía a mí.

Él la quería y la tenía. Yo la quería y no podía tenerla.

Ya la había perdido demasiadas veces como para volverla a perder, y esta última podía haber sido para siempre, y otra vez había sido por mi culpa.


Por fin había conseguido entenderme, saber lo que quería, a quién quería. Pero me faltaba lo más importante. Saber lo que pensaba ella, lo que quería ella, comprenderla, entenderla. Conseguir lo que no había podido hacer antes y que me estaba volviendo realmente loco.

Ya no era el mismo. Hacía cosas sin sentido, no me importaban los demás, ni la gente que me quería, ni mis amigos, ni mi novia. Solo ella. La que no me quería.

Despertó, abrió los ojos, incluso habló. Me volvió a latir el corazón. Tenía otra oportunidad para no perderla, para decirle lo que realmente me importaba y que esperaba que le importara tanto como a mí.

Pero no dijo mi nombre, dijo el suyo. Ni siquiera me vio. Y si lo hizo me ignoró. No sabía qué me dolía más.

Pero yo necesitaba comprenderla.

Me fui corriendo de allí, dejando que fuera feliz. Era lo que más me importaba. Que ella estuviera bien y yo, al fin y al cabo, solo la había hecho sufrir.

Mientras salía del hospital casi a punto de empezar a llorar, me vino la solución a la cabeza.

Sabía perfectamente a quién tenía que acudir para comprenderla. Y no era Mac. Además con ella las cosas no habían estado muy bien últimamente.

Fui a la estación, me esperaba un largo viaje. Viaje donde ella no se fue de mi cabeza, donde no estaba seguro si lo que iba a hacer sería en vano. Pero merecía la pena intentarlo. Solo quería que mientras yo no estuviera ella estuviera bien.

Me monté en el tren. No era el medio más rápido para llegar, pero podía cogerlo primero.

Saqué el teléfono de mi chaqueta, y mientras lo miraba, pensaba en quién podía llamar para que supieran donde estaba, bueno, a dónde iba. Sabía que si se lo hubiera dicho antes a los chicos no me habrían dejado ir porque era una locura, pero debía hacerlo.

Después de pensarlo mucho y descartarlos a todos unas cien veces me decidí por Siva y Nareesha. 
Él sabía toda mi historia con Elena, todo lo que sentía y dejaba de sentir, y me había sabido guardar el secreto como un buen amigo incluso habiéndole costado mucho porque me estaba haciendo daño, a mí y a ellas. Pero aquello no lo había entendido hasta aquel momento, por muchas veces que me lo hubiera dicho.

Respiré hondo y llamé.

-¿Jay?

+Hola Nareesha, ¿estás con Seev?

-Sí claro, ¿dónde estás?

+Mejor pregúntame ¿dónde voy?

-Pensaba que estabas en el hospital con Elena…

+Ya no…

-Te entiendo… te paso a Seev.

-¿Dónde vas, Jay?- me dijo Siva serio.

+A París.

-Sabes que es una locura ¿verdad? No te enfades si no te sale como tú quieres.

+Lo sé. Pero también sé que él es mi última oportunidad. Igual que sé que la quiere tanto como yo.

-Llámame cuando llegues, ten cuidado y suerte hermano.

+Gracias.

Después de hablar con Siva me calmé un poco, y aún más para hacer bien las cosas esta vez. Y aunque no quería, tenía que llamarle.

-Bonjour.

+ ¿Pierre?

-Sí, ¿Quién es?

+Soy Jay.

-¿Jay? ¿Cómo es que me llamas a mí? ¿Qué ha pasado? ¿Todo bien con Elena?

+Ese es el problema, sé que te va a sonar muy raro pero, necesito hablar contigo, tú la conoces y la entiendes mejor que nadie y siempre que huye de mí, se resguarda en ti. Y cuando vuelve…- me estaba emocionando…- vuelve a estar bien. Creo que soy ahora el que necesita huir.

-Pues, en ese caso, tenemos mucho de qué hablar.

+Llegaré en unas horas.

-Me parece bien.

Se extrañó con mi llamada, pero era lógico. A mí también se me hizo raro. Pero acababa de demostrar su nobleza, después de todo lo que pasó con su visita en Londres.

Miraba por la ventana, intentaba leer un libro, pero no era capaz de hacer nada, solo ella estaba en mi cabeza. Seguía intentando distraerme, cogí el móvil y me puse a ver fotos antiguas, creo que no me hizo mucho bien hacerlo pero, tampoco dejé de verlas.

Tenía miles de fotos, desde antes de conocer a Mac y a Elena hasta el viaje a Grecia. Las primeras fotos eran la mayoría de los chicos, cuando salíamos de fiesta, en el estudio, en casa haciendo de las nuestras… Pero llegaron ellas y lo revolucionaron todo de una manera bestial. Seguía teniendo fotos de Tom sacando sus musculitos pero esta vez era porque cogía a Elena en brazos, Nathan tocando el piano, pero intentando enseñar a Mac a hacerlo, cuando íbamos al parque, al karaoke, el día que Elena perdió la apuesta, los conciertos, las fiestas, los viajes…

Tantísimos recuerdos y momentos que no me iba a olvidar nunca, de ninguno de ellos. Estaba viviendo uno de los mejores momentos de mi vida, tenía todo lo que mucha gente desearía tener, y no había sabido aprovecharlos, no había sabido ser feliz. Y eso tenía que cambiar. Iba a cambiar.

Llegué a París, llamé a Piere, pero él ya me esperaba allí.

-Hola Jay.

+Gracias. Yo no lo habría hecho.

-No hay que darlas, y lo sé. Pero es por ella.

+Bueno, no sé qué decir… ¿vamos a alguna cafetería o algo?

-No, vamos mejor a mi casa.

+Creo que antes debería de buscar un hotel para dejar mis cosas. He venido demasiado rápido y no he pensado en nada.

-Jay, deja de preocuparte. No voy a dejar que te quedes en un hotel teniendo mi casa, además tenemos demasiadas cosas de las que hablar por cómo te veo como para perder tiempo buscándote un hotel.

+No deberías de ser así conmigo.

-Cierto, no debería, pero yo no tengo por qué guardarte rencor de ningún tipo, porque sé que la quieres. Sólo te odio por el daño que le has hecho, y si puedo evitar que venga a verme llorando una vez más por tu culpa, haré todo lo que pueda por hacerlo. Incluso si eso supone hablar contigo.

+No me extraña que ella te quiera tanto.

-Solo la cuido y me preocupo por demostrarle que la quiero. No es tan difícil.

Me dejó callado. Fuimos a su casa y me enseñó el cuarto donde me quedaría, según él, hasta que aprendiera a quererla.

Observé su casa, y estaba seguro de que a Elena le había encantado. Además, como no, tenía muchísimas fotos hechas con la cámara de Elena de las veces que había estado allí. Envidiaba cómo sabía hacerla sonreír de aquella manera.

Me senté en el sofá mientras él estaba en la cocina. Estaba un poco incómodo, pero me lo merecía.

No dejaba de mirar una foto en especial. Ella y yo en mi cama, uno de los días cuando se quedó a dormir conmigo. Era durante el juego, pero aquel día, aunque no habíamos jugado dormimos juntos, simplemente dormir. Jugamos a juegos de mesa, comimos todo tipo de chocolate y comida basura y hablamos sobre cientos de temas mientras escuchábamos música. Aquellos días.

La foto se la hice cuando en una mano tenía una cerveza y en la otra una tableta de chocolate gigante que se comía directamente a bocados. Decía que junto con la música, eran sus mejores vicios. Qué razón llevaba, tenía los mismos vicios que yo, hasta que los cambié por ella.

Pierre llegó con dos cervezas.

-Buena idea.-le dije.

+No creo que haya nada mejor para empezar una conversación difícil que alcohol de por medio.

-Totalmente de acuerdo. No eres tan malo como yo creía.

+Sí que lo soy, solo que lo controlo.- rio.- A ver, por donde empezamos.

-Yo sé por dónde empezar. Aunque espero que no me des una paliza…

+Lo haré.

-Bueno… Elena está en el hospital. Ha tenido un accidente de tráfico. Y estoy aquí porque… a pesar de no moverme de su lado ni por un segundo, incluso estando Jeremy con ella, cuando por fin se despertó, ni si quiera me vio. Además, antes de que despertara, le conté a Jeremy lo que siento por ella.

Pierre no dijo nada durante un momento, pero se le veía la mezcla de preocupación y rabia en la cara. Suspiró.

+Primero. Dime que está bien.

-Está bien. No le ha pasado nada grave.- No me atrevía a decirle que fue por mi culpa.

+ ¿Cómo fue el accidente?

-Supongo que ya sabrás que Elena y Jeremy se van a vivir juntos, ¿verdad?

+Sí, me llamó desde Grecia. Bueno, me contó todo lo que pasó en Grecia.

-Bueno, pues… estaba en mi casa y Jeremy la llamó para algo de la mudanza. Me pidió que la acercara y yo no quise. Salió muy cabreada y ni miró al cruzar la carretera…- Nunca me había sentido peor.

+Recuérdame que te de una paliza cuando todo esto acabe.

-Me lo merezco.

1 comentario:

  1. Ir a ver a Pierre es la mejor decisión que ha podido tomar!!! A ver sideja de ser idiota y deja las cosas claras de una vez!! Hahahah
    Me encantaaaaaa!
    Xxx

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