PHOENIX

miércoles, 10 de octubre de 2012

CAPITULO 23


La verdad es que me gustaba su presencia, pero no pude. Automáticamente me acordé de Jay, que diga, de Alex. Bueno, me acordé de los dos. Aunque no sabía por qué me acordaba de Jay, pero lo hacía. Últimamente rondaba mucho mi cabeza. Puede que fuera por que la fiesta se acercaba y he de decir que me intrigaba mucho cómo sería.

Peter me dio su número para que lo llamara cuando quisiera aunque fuera solo como amigos, yo acepté encantada. Me había caído genial aquel chico.

Salimos del pub y nos fuimos a casa de Sophie. Estábamos demasiado borrachas y era demasiado tarde como para seguir con la fiesta. Entonces me llegó un mensaje al móvil, era de Nathan:

-Al final te he hecho caso y todo ha salido a pedir de boca. Eres genial. Muchísimas gracias por todo, te quiero mucho, mucho, mucho, que lo sepas. Besos Nath.

+ ¡Lo ves pequeño, te dije que te diría que si! Aunque ahora te sige quedando un largo camino. Aunque por como eres, no te costará ganártela poquito a poco. Eres un campeón. Te admiro y te quiero mucho. Y ahora voy a intentar llegar sana y salva a casa de Sophie, que estamos un poquito… alegres. Te quiero, buenas noches.

Llegamos por fin a casa de Sophie y no recuerdo muy bien qué pasó entre medias pero a la mañana siguiente, Sophie despertó en el baño, tumbada en la bañera, Laura encima de la mesa del comedor y yo en el suelo de la entrada.

Me di una ducha en casa de Sophie e intenté llegar a casa como pude. Tenía una resaca de mil demonios. 

De repente escuché mi móvil, lo cogí lo más rápido posible para que la música dejara de sonar.

+  ¿Cómo estás borrachina?

-Pues resacosa como buena borracha… ¿quién eres?- pregunté ronca.

+Elena, soy Jay. Mira para tu derecha en la carretera anda.

Allí estaba él. En su coche. Aunque la verdad es que me costó un poco reconocerlo por que la luz del día me cegaba. Me acerqué a hablar con él.

+Móntate y te llevo a tu casa, que en tu estado vas a llegar mañana.

-Gracias en serio. Eres como mi ángel de la guarda.

+Elena, apestas a alcohol. Aunque por lo que veo, ayer ibas muy guapa. ¿Dónde fuiste?

-Es lo que tiene cuando una bebe. Gracias, y fuimos a un pub en China Town que se llama O’Donnel.

+ ¿El de la música en directo?

-Ese mismo.

+Me encanta ese sitio… ¿Oye quieres quedar esta tarde si te encuentras mejor?

-Vale, pero mejor quedamos en mi casa, así se me pasa un poco mejor la resaca.

+Créeme, yo sé mejor que nadie que son. Tengo los remedios perfectos para pasarla.

-Pues a ver si me los pasas, por que la cabeza me va a estallar… ¿te espero a las 7?

+Perfecto, por que acabo con los chicos a las 6 así que me da tiempo.

-Por cierto, ¿dónde ibas?

+ Eh… a ningún sitio en especial… hay veces que me gusta dar una vuelta en el coche para despejarme o para recoger y salvar a chicas por la calle con resaca.- dijo riendo.

-¡Te odio!- le dije y me eché en su hombro.

Llegamos a casa. Le di un abrazo para despedirme.

+Te veo esta tarde, ponte buena pequeña.

Me cogió la cara con sus grandes manos, se me quedó mirando y me besó… la nariz.

Aquel fue el beso más bonito que me habían dado nunca. Me dejó completamente hechizada.
Mientras subía las escaleras para llegar a casa me puse a pensar sobre la situación que acababa de pasar. Entonces me di cuenta de que sentía algo más por Jay que una simple amistad. Sentía algo más que eso. 
Pero no podía ser así, yo era su amiga y estaba segura de que él sólo me veía como tal.

Entré en casa, me di una ducha y me acosté directamente.
Aunque estaba para el arrastre y necesitaba dormir, no podía conciliar el sueño. No hacía más que dar vueltas en la cama, rodando de un lado al otro, con la cabeza que me iba a estallar, pero ya no era más por la resaca, no podía dejar de pensar en Jay. Me di cuenta, por fin, de que sentía algo por él y ya empezaba otra vez con los mismos miedos de siempre, ¿debo decírselo? ¿Me dirá que no? ¿Estropeará nuestra amistad? ¿Qué pensarán los demás? ¿Y si…?

Mi cabeza era un mar de dudas, lo único que tenía claro es que, aparte de que me asustaba más de lo normal, aquel sentimiento solamente lo había sentido una vez en mi vida, y no había sido con Alex. Era fuerte, tan fuerte que me presionaba tanto el pecho que me dolía hasta respirar.

Entonces Mac entró en mi habitación.

-¡Te odiaré por siempre!- entró gritando y encendiendo la luz de mi habitación.

+ ¡No! La que lo hará seré yo si no dejas de gritar y apagas la luz ¡YA!- le dije tapándome la cabeza con la 
almohada.

Estaba decidida a contarle lo que sentía a Mac justo en ese momento para ver qué me aconsejaba, pero ella empezó a hablar primero.

-Pues no seas tan borrachina…

+Es que ayer tenía que serlo, era estrictamente necesario. Lo pone en mi contrato.- dije riéndome como podía.

-Elena, lo sé todo, y gracias.

+ ¿Qué sabes el qué?

-Nathan me lo ha contado, me ha dicho que tú lo has ayudado y animado para que me pidiera que lo acompañara a la fiesta… ¿Pero cómo coño sabías que a mi me gusta?

+Mac… soy tu amiga, lo sé todo de ti con solo mirarte, no hace falta que me lo digas. Me conozco tu lenguaje corporal.

-Cierto. Aunque yo también me sé el tuyo, y sé perfectamente que te pasa algo, algo nuevo, y que no me lo vas a querer contar.

Me puse blanca en aquel momento. Cuando Mac me leía así el pensamiento me asustaba muchísimo.

+ Próximamente en los mejores cines.- le dije vacilando.

-Bueno esta tarde he quedado con las chicas para cenar fuera, ¿te apuntas?

+No puedo cari, esta mañana, cuando me ha traído Jay, hemos quedado para pasar mi resaca aquí en casa.

-¡¿Qué?! ¿Qué has quedado con Jay? ¿Qué Jay te ha traído esta mañana? ¿WTF?

+ ¡Shhh calla preguntona! Tranquila… esta mañana cuando venía para casa me lo encontré por el camino y me trajo en coche, y después quedamos por la tarde. Que me dijo que me daría algo para pasar la resaca.

-Si, si, a él… qué mejor para pasar la resaca…

+Mac… solo somos amigos y lo sabes…

-Que tú lo veas a él sólo como un amigo, no significa que él te tenga que ver de la misma manera.

+ ¿Qué coño quieres decir con eso? No empieces que después me monto paranoias.

-Nada, yo no quiero decir nada… solo digo que la manera en la que te mira y cómo se comporta contigo no es de ser solamente tu amigo…

+Muy bien, no me rayes. Fin de la conversación. Jay es mi amigo, los chicos son mis amigos y hasta ahí. 
Punto.

-Vale, vale no me muerdas pitbull.

+Buenas noches.

Me tapé otra vez la cabeza con la almohada e intenté dormirme. Esta vez lo conseguí. Me desperté cuando Mac me avisó de que ya se iba, tan solo quedaba media hora hasta que llegara Jay. Me miré al espejo. Mierda. Vaya pintas. Una cosa es que fuéramos amigos, que comprendiera que tengo una resaca de mil demonios y otra es que me tenga que ver así.

Me duché otra vez, pero sonó el timbre. No me lo podía creer. Salí de la ducha como pude, casi me resbalo por el suelo mojado. Me enrollé la toalla como pude y fui a abrir la puerta. Mierda era Jay, y yo con aquellas pintas.

Cuando abrí la puerta, ahí estaba él. Tan guapísimo como siempre, con aquellos ojos azules tan preciosos y con aquella sonrisa…

+Te pillo en mal momento por lo que veo…- dijo riendo.

-La verdad es que un poco pero no te preocupes, entra.

+Traigo los remedios para la resaca como te dije.

-¡Ah sí! A verlos.

+Pues verás… traigo dos pelis, una de acción y otra de amor, para la de amor no te preocupes que traigo 
pañuelitos y dos botes de helado, no sabía cual te gustaba más, si fresa o chocolate, así que traje los dos y por último, para poder verlas a gusto, una mantita. ¿Qué te parece?

En ese momento me entraron ganas de abrazarle y besarle, pero me contuve y lo único que hice fue darle un abrazo. Lo malo fue que darle el abrazo significaba dejar de agarrar mi toalla, pero cuando se dio cuenta la agarró por mi, menos mal. Me volvió a salvar.

-Creo que es mejor que me vista.- dije riendo.

+A mi no me importa eh…

-Lo sé.- reí- por eso es mejor que me vista… tú encárgate de las películas.

Fui corriendo a mi cuarto, ya no había tiempo de pensar en qué ponerse, así que me puse unos shorts de un pijama y una camiseta de tirantes que, aunque no me di cuenta en aquel momento, me quedaba un poquito corta para ser sincera.

Jay me miró de arriba abajo, pero no dijo nada, aunque pude ver la reacción en su cara.

+ ¿Qué película has puesto?- le dije sentándome en el sofá.

- ¿Cuál prefieres, “Esto es la guerra” o “El diario de Bridget Jones”?

+ ¿Cómo es que te has traído “El diario de Bridget Jones”?

-¿No es tu película favorita?

+Si, por eso mismo, ¿cómo sabes tú eso?

-Vale, sí, lo reconozco… me lo dijo Mac.

¡LA MATO!-Pensé. Claro por eso aquella conversación antes… se iba a enterar cuando volviera.

+Pues no sé… sorpréndeme, elije tú cuál poner primero. A mi me gustan las dos.

-Pues dejemos entonces lo mejor para el final.

Puso la película de acción primero, y se sentó a mi lado. Yo me sentía un poco incómoda, mejor dicho, estaba nerviosísima.

-¡Vente aquí conmigo tonta! Si no te acurrucas no se te va a quitar la resaca, no ves que la clave es la 
manta… y si estás en la otra punta del sofá no te llega.

Me acurruqué a su lado. Él me rodeó con su brazo. Y mi corazón, se salía del pecho.

-¿Fresa o chocolate?

+Mmmmm… el que menos te guste.

-Vale pues como me gustan los dos por igual, ¿qué tal si los compartimos?

+Buen chico… así me gusta.- le dije alborotándole su pelo rizado como si fuera un perrito.

-¡Que mala eres pequeña… quieres morir a que sí…!

+No te tengo miedo, lo sabes.

-Te recuerdo que la última vez perdiste… ¿quieres perder otra vez?

+No perdí por que la pelea quedó interrumpida. Si no, te habría ganado. Y lo sabes.

-¿Quieres la revancha?

+ ¿Acaso lo dudas?

Me tiré encima de él para poder inmovilizarlo y así hacerle cosquillas y acabar con la pelea del otro día. Me daba igual la resaca, estaba dispuesta a ganarla. Pero entonces me di cuenta de que él no hacía mucho por resistirse. Aquel momento fue bastante raro. Al fin y al cabo yo estaba sentada encima suya y él no dejaba de mirarme.


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