PHOENIX

martes, 9 de octubre de 2012

CAPITULO 21


Entonces se oyó un ruido, que no era el de la música.

+ ¡Hola Jay, hola ¿Elena?!- dijo Nathan cuando entró en el salón.

Nos separamos de inmediato y nos pusimos uno a cada lado del sofá.

-Hola Nathan ¿qué tal?- le dije algo avergonzada.

+ ¿Puedes salir un momento?

Salí del salón colorada. Pero no por que hubiéramos hecho nada, solo estábamos jugando, sino por cómo se debió haber visto aquella situación.

-Siento no haber podido hablar contigo antes, pero ya sabes que estábamos muy ocupados. ¿Qué haces con una camiseta de Jay? ¡Oh ya entiendo!

+No, no, no es lo que tú piensas…

-Ya, claro…

+ ¡Que mal pensado eres! Solo me ha dejado una camiseta para que estuviera más cómoda.

-Bueno verás yo quería preguntarte una cosa…

+Claro, dime, pídeme lo que quieras.

-Es sobre mi acompañante para la fiesta de la semana que viene…

¿Qué? No me pediría Nathan que lo acompañara a la fiesta ¿no?

+Bueno, yo…. A ver… Jay ya me había pedido que lo acompañara…-le dije cabizbaja.

-¿Qué? ¡Oh no, no! Quería preguntarte si tu amiga Mac querría venir conmigo…- dijo riéndose.

¡QUÉ VERGÜENZA! No sabía donde meterme, quería que la tierra se abriera de repente y me tragara.

+Ah… Oh si, pero… en vez de decírselo yo, ¿por qué no se lo pides tú?- le dije colorada.- Toma su número. La llamas, y la invitas a una hamburguesa y se lo dices.

-¿Crees que me dirá que sí?

+Si, pero lo de invitarla te dará puntos. Aunque eso sí. A Mac no le gusta que le regalen los oídos. Y lo más importante. No le digas nada bonito sobre sus ojos. Prohibido.

-Gracias, no lo haré.- dijo sonriendo.- Vamos a ver la película, que nos estarán esperando.

Entramos en el salón. Yo iba delante de Nathan que andaba mientras me daba un abrazo.
Los chicos estaban tirados en el sofá esperándonos para poner la película.

-¡Mira qué bonita pareja!- dijo Tom.

+ Yo creo que deberíamos decírselo ya ¿no Elena?- me dijo Nathan.

-Creo que no deberíamos ocultárselo más tiempo. Al fin y al cabo vives con ellos…- le seguí la broma.

Entonces de repente Jay se levantó del sofá y se fue del salón sin mirarme siquiera. ¿Por qué había hecho eso? Parecía que le había sentado mal lo que habíamos dicho, pero si era así, ¿por qué? No me iba a quedar con tantas preguntas sin resolver. Así que me fui corriendo detrás de él. Jay estaba en su cuarto. Llamé a la puerta muy flojito.

+ ¿Se puede?-dije asomando la cabeza un poco a través de la puerta.

-¿Qué quieres?- me dijo enfadado.

+ ¿Cómo que qué quiero? Hablar contigo joder…- yo también me enfadé.

-No tengo nada de lo que hablar contigo.

+ ¡¿Qué?! ¡Claro que tenemos de lo que hablar! ¿Me puedes hacer el favor de explicarme por qué coño te 
has ido así?

-¿Qué por qué me he ido así? Elena, por favor…

+ ¡¿Qué?! ¡Por favor qué! No te entiendo Jay…

-Pues está bastante claro. Podrías haberme dicho por lo menos que estabas con Nathan, aunque sea cuando te dije que fueras mi acompañante a la fiesta. Ahora lo vas a acompañar a él. Gracias por dejarme tirado.

Empecé a reírme, que digo, me tiré en la cama del ataque de risa que tenía.

+Eso, tu encima ríete. Yo no le veo la gracia por ningún lado.- Su tono de voz cambió inmediatamente de enfado a decepción.

Me senté a su lado. Le giré la cara para que me mirara a los ojos. He de reconocer que en aquel momento me puse algo nerviosa. Ahora mi tono era incluso más serio que el de él.

-Jay. Nathan y yo no estamos juntos. Sólo estábamos siguiendo la broma por lo que había dicho Tom. ¿En serio piensas que si fuera verdad no ibas a ser el primero en saberlo? Además, estoy muy cabreada contigo.

+ ¿Por qué?- dijo con el mismo tono.

-Pues por que pasara lo que pasara, yo no te voy a dejar tirado en ningún momento. Y no me gusta que pienses lo contrario. Eres muy importante para mi, y yo no fallo a mis amigos. Te quiero mucho ¿vale?

Él me abrazó muy fuerte, y yo le devolví el abrazo.

-¡Venga tonto, vamos para abajo que nos estarán esperando!

Bajamos al salón. Los chicos no nos dijeron nada, sabían que era mejor no hacerlo. Además todo había sido un malentendido.

Me senté con él en el sofá y nos tapamos con una mantita. Vimos casi la saga entera de Resident Evil, como no, en una casa donde viven cinco tíos no se va a ver películas de amor, aunque la verdad es que la saga me encantaba, ya me las había visto todas.

A mitad de la última película me quedé completamente dormida sin darme cuenta, la verdad es que había pasado un día bastante duro.  No sé ni cómo ni cuándo pero al día siguiente, cuando me desperté, vi que no estaba en casa, ni siquiera en el salón o en el cuarto de Jay.

Entre abrí los ojos, miré lo que me rodeaba, estaba completamente desubicada. Entonces miré a mi lado, había una persona, en concreto Nathan sin camiseta. Me incorporé inmediatamente. Después de ver que Nathan no llevaba camiseta me miré a ver si yo estaba en su misma situación, pero seguía con la camiseta de Jay, entonces un suspiro de alivio salió de mi boca. Aún así no sabía de qué iba la cosa.
Empecé a empujar a Nathan para despertarlo.

-¡Nathan despierta!

+Eee que me dejes, que estoy dormido…-Dijo con voz de adormilado.

-¡Qué no, que te despiertes! ¿Me explicas qué coño hago aquí?

Entonces se giró, me cogió la mano y me dijo.

+Ha pasado lo que ha tenido que pasar, cari. Esto era el destino.- Me dijo sonriendo.

Le pegué una pequeña bofetada.

-No me seas gilipollas, venga qué ha pasado, qué hago aquí.

+Vale, vale, ya te lo digo, pero deja de pegarme.- Me dijo sujetándome las manos.- Ayer te quedaste 
dormida en medio de la película y como nos daba penita despertarte te subimos para que durmieras.

-¿Y qué hago aquí?

+Nada como yo soy el más chico e inocente de la casa me tocó a mí.

-Si, si inocente… sobretodo eso.

+ Vale, es mentira, lo echamos a suerte. ¿Desayunamos?

-Venga vamos que me muero de hambre.

Salí de la cama y vi que no llevaba los vaqueros puestos.

-Nathan, ¿Me puedes explicar donde coño están mis vaqueros? Y lo más importante ¡¿Por qué no los llevo puestos?! ¿También os lo echasteis a suerte, o qué?

+No, te los quitaste tú cuando estabas medio zombie a media noche.

-Menos mal, porque si no habrías muerto antes de despertar.

Bajamos a la cocina, nos preparamos algo de desayunar y fuimos al salón. Estuvimos viendo la tele un rato, charlando y haciendo tonterías cuando de repente entró Jay.

-Bu...buenos días…-Dijo Jay tartamudeando cuando vio nuestras pintas.

Yo solo llevaba la camiseta que Jay me dejó y Nathan seguía sin camiseta, además, los dos, estábamos haciendo “Pelea de hombres”.

+Buenos días Jay.- Dijimos los dos a la vez.

-¿Desayunas?- Le preguntó Nathan.

+Ya me tomaré algo.

Se fue a la cocina y volvió al salón con unas tostadas y un café. Nathan y yo seguíamos con nuestras bromitas. La cara de Jay era un poema.

-Siéntate aquí con nosotros.-Le dijo Nathan.

Jay se sentó en el sillón sin decir nada y empezó a desayunar.

-Jay, ¿Te pasa algo?-Pregunté

+Lo que le pasa a Jay es que es un dormilón.-Le dijo Nathan tirándose encima de Jay.

-Nathan, déjame anda.- Dijo Jay con un tono muy raro.

-Me parece que el señorito se ha levantado hoy con el pie izquierdo.-Le dije con el mismo tono que él había puesto.

+ ¿Me explicáis esas pintas?

Nathan y yo nos miramos y empezamos a reírnos, la verdad, es que parecía lo que no era.

-Simplemente estamos en pijama y bueno Elena… Elena está.-Rio Nathan.

+No si ya la veo como está…-Dijo Jay sentándose a mi lado.

-Joder… me queréis dejar ya… al final haréis que suba a cambiarme.- Le dije indignada.

+No hace falta, no cambiaría nada…

Me estaba poniendo nerviosa y me estaba muriendo de vergüenza así que no contesté. Entonces sonó mi móvil. Era el tono de Mac. Me estaba llamando. Lo cogí pero antes le enseñé a Nathan quien era sin que Jay se enterara.

+Hey sexy Lady.- Le dije a Mac riendo.

-Elena, ¿Dónde estás? ¿Y por qué no has dormido hoy en casa?

+Estoy en casa de los chicos que ayer vimos una peli y me quedé dormida.

Entonces Nathan me hizo señales como para que le dijera que viniera.

+Oye Mac ¿Por qué no te vienes? Hoy es el día libre de los chicos.

-¿Día libre?

+Es una larga historia.

La cara de Jay era un poema y Nathan no sabía dónde meterse.

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