PHOENIX

lunes, 1 de octubre de 2012

CAPITULO 11


Casi había llegado a casa. Estaba completamente empapada, me había llovido por el camino como si el mundo se fuera a acabar en ese momento, pero no me importaba, sólo me importaba aquella magnifica noche que acababa de pasar. No entendía nada, no sabía por qué sentía aquello, pero era así, y los sentimientos no se pueden negar.

Cuando seguía andando hacia casa me llegó un mensaje al móvil:

No quiero agobiarte, no quiero que te canses de mis besos, yo soy un adicto de los tuyos, pero… ¿te gustaría cenar esta noche conmigo?

Le contesté, le dije que no, que ya había quedado con Mac para salir aquella noche. Le mentí, ni siquiera había visto a Mac aún, y yo me moría por volver a besarlo, pero no me iba a dejar llevar por tanto romanticismo. Esas parejas, aunque no sabía si éramos pareja o no, que están todo el día con el culo pegado al otro, todo el rato besándose y pasando del resto del mundo, aquello a mi no me iba, es más, me entraban arcadas solo de pensarlo. Yo prefería que me echara de menos, así se daría cuenta de lo que tiene. Prefería que notara mi ausencia a mi presencia. Echar de menos siempre es más sincero.

Cuando estaba girando la calle para llegar al portal, como no dejaba de leer el mensaje de Alex una y otra vez, me tropecé con alguien.

+ ¡Oh, disculpa, lo siento mucho, iba un poco distraída!- le dije sin haber visto bien con quien había chocado.

-¿Elena?-

Me fijé en quién era al ver que sabía mi nombre.

+ ¿Jay?

-¡Estás empapada! Toma mi chaqueta. No sabes que para vivir en Londres tienes que nacer con un paraguas bajo el brazo.- me dijo mientras me colocaba su chaqueta.

+ No me importa, la lluvia solo es agua.-

-Bueno tengo que irme, me esperan. Y yo, espero verte pronto.- Se despidió y se fue corriendo. Al parecer tenía más prisa que yo por llegar a casa.

+ ¡Espera! ¡Jay! Tú chaque... mierda.

Subí las escaleras hasta llegar a casa.

+ ¡Por fin!- dije gritando cuando entraba en casa. – ¡Cariño ya estoy en casa!

-¿Qué tal cielo? ¡Pero si estás empapada!- dijo Mac cuando me vio.

+ Lo sé, voy a darme un baño relajante… ¿Queda vodka?

-No, solo hay tequila.

+ Me sirve igualmente, es mi otro mejor amigo.
Me desnudé en mi habitación. Cuando me quité la ropa me di cuenta de lo bien que olía la chaqueta de Jay, y pensé que ni siquiera sabía cómo ni dónde localizarlo para devolvérsela. Al fin y al cabo, tan solo lo 
conocía de unos minutos.

Cogí velitas, mi albornoz, me eché una copa, puse música y me metí en la bañera con el agua tan caliente 
que parecía que se iba a evaporar. Aquello era la gloria.

De repente Mac entró en el baño y se sentó en el borde de la bañera mientras movía el agua con espuma.

+ Parece que estás en una película.

-Sólo me falta… vale no me falta nada.- dije riendo.

+ ¿Qué vas a hacer esta noche?

-Pues, si tú no haces nada, lo que quieras. Si tienes algún plan, pues… seguir con mi baño relajante, alquilar una peli, comer comida china grasienta, ver otra peli, aunque esta tiene que ser de llorar, y comer helado como una gorda en el sofá con mi pijama calentito.

+ ¡Ah perfecto! Pues ahora me has descolocado completamente. Ahora no se si quedarme o irme. He quedado con Alessandro.

-Vete cariño, sobreviviré sin tu presencia. Será duro, muy duro, pero creo que lo conseguiré.-Bromeé.- Por cierto, pásatelo bien, ¡¡pero con protección eh!!

+ ¡Capulla! Solo vamos a cenar a Candem, nada más. Después te acompañaré con el helado y las pelis.

-Diviertete tonta, te quiero. Hasta luego.

Me quedé no sé exactamente cuanto rato más en el baño, pero cuando me sentí lo suficientemente relajada y arrugada salí de la bañera, me puse el pijama más calentito que tenía y me dispuse a cumplir mi plan.

Cuando estaba en el salón y ya había empezado a ver Amor y otras drogas me acordé de Alex, las pelis románticas me hacían volverme sensible, así que fui a mi habitación para coger mi móvil y mandarle un mensaje diciéndole que me acordaba de él cuando escuché que sonaba un teléfono que no era el mio. Pensé que sería el de Mac que se lo había dejado en casa. Miré en su cuarto. No estaba. Miré por mi habitación que era de donde venia la música, pero no vi nada. Cuando se me ocurrió mirar en la chaqueta de Jay. 

Mierda, se había dejado el móvil.

-¡Mierda!- me dije a mi misma.
¿Qué hago ahora? ¿Lo cojo o no lo cojo? ¿A lo mejor es él buscando su teléfono? Pero yo no tengo permiso para cogerlo, no es mio. De repente dejó de sonar. Alivio. Pero unos segundos después volvió a 
sonar. Si no fuera importante no insistiría tanto, así que lo cogí.

-Ya le pediré disculpas por haberlo cogido-pensé- y sino que no le deje su chaqueta a la primera chica que vea por la calle.

-¿Dígame?- dije con voz algo temblorosa.

+ ¿Elena eres tú? Soy Jay, creo que me he dejado el móvil en la chaqueta.

-Eso parece- dije simpática mientras reía.

+ ¿Podríamos quedar para recogerlo? Si no es mucha molestia.

-¡Claro que sí, no digas tonterías, es tu móvil y tu chaqueta! Fue mi culpa por ir empapada.

+Bueno pues me pasaré por la tienda para no tener que molestarte. Además, ya me sé el horario.

-Estupendo, por cierto, te invitaré a un café, que aún no sé nada sobre la primera persona que conocí en la ciudad.

+Muchas gracias. Adiós, un beso.

Aquella situación era más que surrealista. Pero yo seguía acordándome de Alex, y ahora no podía aguantar mis ganas de verlo así que en lugar de mandarle aquel mensaje lo llamé.

+ ¿Sí, dígame?

-Te echo de menos

+Hola guapísima

 - ¿Quieres venir a mi casa?, estoy sola viendo una peli de llorar y necesito quién me de la mano…

+ ¿No estabas con Mac?

-Salió a cenar con un chico. De todas formas…

+Shh calla, en 5 minutos estoy ahí.

Cinco minutos de reloj después sonaba el timbre de mi puerta. Fui corriendo hacia la puerta. Cuando abrí la puerta ahí estaba él. No dije nada, solo lo besé y lo abracé durante un rato. Después me metí para adentro.

-¿Vas a quedarte ahí? Pasa anda… - le dije mientras le cogía de la mano.

Nos sentamos en el sofá, yo me acurruqué sobre él y eché la manta sobre nosotros. Ese momento si que era el cielo. Estaba feliz. Lloré, bueno lloramos viendo la película pero lo mejor de aquel momento fue notar que me devolvía el apretón de manos cuando estaba llorando, y notar cómo me abrazaba y acariciaba para tranquilizarme.

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