No sé cuanto tiempo estuvimos así pero mi teléfono nos
despertó de un brinco. Era Mac.
+Seguro que no tanto como tú- le devolví la pelota.
-¡Zorra!-bromeó- nada te llamaba para recordarte que tienes
una casa donde vives y una amiga que te echa de menos y que dice que puedes
volver cuando quieras.
Yo reí. Me hacía mucha gracia que Mac fuera siempre tan
sarcástica.
+Dile que no tema, que ya voy a hacerle compañía. No tiene
nada de lo que preocuparse.- bromeé.
-Ahora te veo anda. Un beso. Y a Alex también. Por cierto,
me debes una charla.-Y colgó.
+Alex, tengo que irme.
-No quiero que te vayas.
+Tranquilo, nos queda mucho tiempo por delante.
-Dame tan solo cinco minutos mas…- me rogó.
+Alex…
-¡Vale pues espera que me vista y te acerco a tu casa!- me
dijo levantándose de la cama.
+No te preocupes, no me vendrá mal darme un paseo.
Busqué mi ropa por su habitación y me vestí rápido. Tenía el
pelo alborotado, y todavía húmedo de haber estado en el baño, pero no me
importaba. Mientras, Alex me miraba desde la cama.
+Bueno me voy, ya nos volveremos a ver las caras.-le dije
seria.
La cara de Alex era de descomposición.
-Y que pasa con nuestro trat..- volví a callarlo con un
beso.
-Te odio.-me dijo.
+Te quiero.- no sé ni cómo ni por qué pero lo dije.
Por último cogí mi abrigo y salí de su casa. Me esperaba un
paseo de reflexión para darme cuenta de lo que había ocurrido aquella noche.
Entonces algo la detuvo. Era Alex, que la agarraba del brazo.
-Se te olvidaba esto.- después la beso apasionadamente. Pero
aquel beso ya no tenía lujuria, ahora tenía algo que Elena desconocía. Pero se
sentía bien.
-Te quiero.- me dijo cuando terminó de besarla. Después se
fue.
No sabía qué hacer ni qué decir, así que mejor no hice nada.
Simplemente sonreí y me fui para casa.
Durante el camino después de haber
repasado cada minuto de aquella magnífica noche pensé en algo, mejor dicho en
alguien, Mac. ¿Cómo habría sido su noche?
Sinceramente, Mac no había perdido el tiempo, aunque tampoco
era de esas. Cuando yo me fui del pub ella siguió como estaba, bailando con
Alessandro, aquel italiano tan mono que nos presentó Phill. Alessandro estuvo
todo el rato junto a Mac.
-Tienes unos ojos preciosos.- le dijo Alessandro a Mac
mientras la cogía por la cintura.
¡ERROR! Mac no era como todas, ella prefería las cosas
claras, nada de tópicos ni típicos, eso la echaba para atrás. No le gustaban
esas cursilerías, y menos que le dijeran que tenía los ojos bonitos, aunque los
suyos eran azules como el cielo Mac era más de ojos negros.
+Tú eres gilipollas. ¿Cómo se dice eso en italiano?- le
contestó.
-¿No puedo decirte que tienes los ojos bonitos aunque sea
verdad?- SEGUNDO ERROR.
+No, no puedes, y ahora ya no me apetece ni que me hables.
Que pases buena noche.- dijo Mac mientras le quitaba las manos de su cintura.
Entonces antes de que se escapara Alessandro la cogió del
brazo.
-Menos mal que no eres de esas. La verdad, estoy cansado de
tantas gilipolleces. Te lo voy a dejar claro. Me gustas, y por lo que puedo
ver, creo que yo a ti también.-A Mac se le iba cambiando la cara, la estaba
sorprendiendo- Sólo vamos a estar aquí un fin de semana, es más, ni siquiera
ser dónde voy a estar mañana, solo sé que esta noche quiero pasarla contigo, y
si me dejas, la mañana también. ¿Qué me dices?
+Así está mucho mejor. Y yo soy la indicada para que pases
la mejor noche de tu vida.-dijo mientras le agarraba el brazo a Alessandro para
sacarlo de ahí lo más rápido posible.
Se despidieron de los chicos sin saber qué explicación les
darían, no les hizo falta. Pillaron un taxi. Las ganas de ambos por comerse
eran tan obvias que, al principio, solamente se miraban, pero unos segundos
después ya estaban en ello. No les importaba seguir en el taxi. Estaba tardando
demasiado en llegar a casa.
Llegaron a casa, Mac ni se acordó de John, al fin y al cabo,
solo fue un rollo y aquella era su noche. Fueron para la habitación de Mac, y
Alessandro se sentó en una esquina de la cama, esperando a que ella hiciera
algo, o le diera permiso para que él lo hiciera.
+ ¿Te vas a quedar ahí quieto?- le dijo Mac extrañada.
-¿Y por qué no vienes tú a por mi? ¿No eras la que iba a
hacer que no olvidase jamás esta noche? Demuéstramelo.
Mac se tomó aquello muy en serio. Se tiró encima de él y
empezó a besarle el cuello. La piel de Alessandro empezaba a erizarse, el
ambiente cada vez era más tenso, pero aquello le gustaba. No podía seguir
aguantando, promesa cumplida. Y tan solo acababa de empezar lo que sería, su
noche inolvidable.
La noche estuvo repleta de besos y caricias bajo las
sábanas. Pero sobretodo, lo que no faltó fue pasión, la cual duró hasta que los
primeros rayos de sol se colaron en la habitación de Mac.
A la mañana siguiente, Alessandro no sólo conocía todos los
escondites del cuerpo de ella, sabía también algo más, y aunque a él le hubiera
gustado pasar toda la mañana con ella, incluso el resto del día, sabía que
debía irse.
-Has cumplido tu promesa y con creces. Aunque sabía que lo
harías. – La besó en la frente y se fue.
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