PHOENIX

lunes, 1 de octubre de 2012

CAPITULO 1O


No sé cuanto tiempo estuvimos así pero mi teléfono nos despertó de un brinco. Era Mac.

 -Cariño, ¿qué tal estás? Supongo que bien ¿no?-me dijo cachondeándose de mí.

+Seguro que no tanto como tú- le devolví la pelota.

-¡Zorra!-bromeó- nada te llamaba para recordarte que tienes una casa donde vives y una amiga que te echa de menos y que dice que puedes volver cuando quieras.

Yo reí. Me hacía mucha gracia que Mac fuera siempre tan sarcástica.

+Dile que no tema, que ya voy a hacerle compañía. No tiene nada de lo que preocuparse.- bromeé.

-Ahora te veo anda. Un beso. Y a Alex también. Por cierto, me debes una charla.-Y colgó.

+Alex, tengo que irme.

-No quiero que te vayas.

+Tranquilo, nos queda mucho tiempo por delante.

-Dame tan solo cinco minutos mas…- me rogó.

+Alex…

-¡Vale pues espera que me vista y te acerco a tu casa!- me dijo levantándose de la cama.

+No te preocupes, no me vendrá mal darme un paseo.

Busqué mi ropa por su habitación y me vestí rápido. Tenía el pelo alborotado, y todavía húmedo de haber estado en el baño, pero no me importaba. Mientras, Alex me miraba desde la cama.

+Bueno me voy, ya nos volveremos a ver las caras.-le dije seria.

La cara de Alex era de descomposición.

-Y que pasa con nuestro trat..- volví a callarlo con un beso.

-Te odio.-me dijo.

+Te quiero.- no sé ni cómo ni por qué pero lo dije.

Por último cogí mi abrigo y salí de su casa. Me esperaba un paseo de reflexión para darme cuenta de lo que había ocurrido aquella noche. Entonces algo la detuvo. Era Alex, que la agarraba del brazo.



-Se te olvidaba esto.- después la beso apasionadamente. Pero aquel beso ya no tenía lujuria, ahora tenía algo que Elena desconocía. Pero se sentía bien.

-Te quiero.- me dijo cuando terminó de besarla. Después se fue.

No sabía qué hacer ni qué decir, así que mejor no hice nada. Simplemente sonreí y me fui para casa. 

Durante el camino después de haber repasado cada minuto de aquella magnífica noche pensé en algo, mejor dicho en alguien, Mac. ¿Cómo habría sido su noche?

Sinceramente, Mac no había perdido el tiempo, aunque tampoco era de esas. Cuando yo me fui del pub ella siguió como estaba, bailando con Alessandro, aquel italiano tan mono que nos presentó Phill. Alessandro estuvo todo el rato junto a Mac.

-Tienes unos ojos preciosos.- le dijo Alessandro a Mac mientras la cogía por la cintura.

¡ERROR! Mac no era como todas, ella prefería las cosas claras, nada de tópicos ni típicos, eso la echaba para atrás. No le gustaban esas cursilerías, y menos que le dijeran que tenía los ojos bonitos, aunque los suyos eran azules como el cielo Mac era más de ojos negros.

+Tú eres gilipollas. ¿Cómo se dice eso en italiano?- le contestó.

-¿No puedo decirte que tienes los ojos bonitos aunque sea verdad?- SEGUNDO ERROR.

+No, no puedes, y ahora ya no me apetece ni que me hables. Que pases buena noche.- dijo Mac mientras le quitaba las manos de su cintura.

Entonces antes de que se escapara Alessandro la cogió del brazo.

-Menos mal que no eres de esas. La verdad, estoy cansado de tantas gilipolleces. Te lo voy a dejar claro. Me gustas, y por lo que puedo ver, creo que yo a ti también.-A Mac se le iba cambiando la cara, la estaba sorprendiendo- Sólo vamos a estar aquí un fin de semana, es más, ni siquiera ser dónde voy a estar mañana, solo sé que esta noche quiero pasarla contigo, y si me dejas, la mañana también. ¿Qué me dices?

+Así está mucho mejor. Y yo soy la indicada para que pases la mejor noche de tu vida.-dijo mientras le agarraba el brazo a Alessandro para sacarlo de ahí lo más rápido posible.

Se despidieron de los chicos sin saber qué explicación les darían, no les hizo falta. Pillaron un taxi. Las ganas de ambos por comerse eran tan obvias que, al principio, solamente se miraban, pero unos segundos después ya estaban en ello. No les importaba seguir en el taxi. Estaba tardando demasiado en llegar a casa.

Llegaron a casa, Mac ni se acordó de John, al fin y al cabo, solo fue un rollo y aquella era su noche. Fueron para la habitación de Mac, y Alessandro se sentó en una esquina de la cama, esperando a que ella hiciera algo, o le diera permiso para que él lo hiciera.

+ ¿Te vas a quedar ahí quieto?- le dijo Mac extrañada.

-¿Y por qué no vienes tú a por mi? ¿No eras la que iba a hacer que no olvidase jamás esta noche? Demuéstramelo.

Mac se tomó aquello muy en serio. Se tiró encima de él y empezó a besarle el cuello. La piel de Alessandro empezaba a erizarse, el ambiente cada vez era más tenso, pero aquello le gustaba. No podía seguir aguantando, promesa cumplida. Y tan solo acababa de empezar lo que sería, su noche inolvidable.

La noche estuvo repleta de besos y caricias bajo las sábanas. Pero sobretodo, lo que no faltó fue pasión, la cual duró hasta que los primeros rayos de sol se colaron en la habitación de Mac.

A la mañana siguiente, Alessandro no sólo conocía todos los escondites del cuerpo de ella, sabía también algo más, y aunque a él le hubiera gustado pasar toda la mañana con ella, incluso el resto del día, sabía que debía irse.

-Has cumplido tu promesa y con creces. Aunque sabía que lo harías. – La besó en la frente y se fue.

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