PHOENIX

lunes, 31 de diciembre de 2012

CAPITULO 81


París era una mujer.

-¿Piere?

+ ¿Elena?

-¿Puedo?

+Por supuesto.

Fui a casa, le deje una nota a Mac en el frigorífico, cogí algo de ropa y me fui al aeropuerto. Le mandé antes de llegar un mensaje a Jeremy.

Lo siento, me he ido a París, estaré bien. Simplemente necesitaba irme de aquí. Londres se me ha quedado pequeño.

Poco más de dos horas después, estaba con Piere en el aeropuerto. En París. Otra vez.


-Bonjour Madeimoselle.

+Dame un abrazo.

Era reconfortante. Siempre me hacía olvidar todos mis problemas. Justo lo que necesitaba. Sin darme cuenta, de un momento para otro me encontraba en París, con Piere, sin Jeremy.

-Espero que no hayas reservado ninguna habitación de hotel…- me dijo Piere cogiendo mi maleta.

+ ¿Por?

-Por que te quedas en mi casa. Y no intentes discutirme… yo no pude hacerlo.

Acepté. No tenía más remedio.

Fuimos a su casa, como no, en el barrio bohemio por excelencia de París, Montmartre. Exactamente en la Rue Abbesses, donde vivía Amelie, y cerca del Moulin Rouge, donde le conocí.

Vivía en un piso que rebosaba arte por todos lados, lleno de cuadros, antigüedades y lo que más me gustó fueron las frases de ilustres franceses o que vivieron en Francia durante los años veinte, escritas en la pared, como los Fitzgerald, Dalí, o Gertrude Stein. Mi favorita era de esta última y estaba escrita en la pared del salón, era enorme.

“París era una mujer”- G.S

Me llevó a una de las habitaciones, era realmente bonita y las vistas eran aun mejores.

-Deberías descansar, mañana será otro día.

La verdad es que Piere tenía razón, era de madrugada y estaba agotada de aquel intenso día, aunque ya estaba más relajada.

Cuando me desperté miré mi teléfono, había un mensaje de Jeremy y otro de Mac, aunque ella ya no se sorprendía ante mis escapadas, y Jeremy solo quería que estuviera bien y que volviera pronto. No contesté a ninguno de los mensajes, es más, no volví a mirar el móvil en todo el día, necesitaba desconectar.

Me paseé por la casa buscando a Piere. Finalmente, lo encontré en la cocina.

-Bonjour Madeimoselle ¿tienes hambre?

+Bonjour Monsieur, estoy muerta de hambre.

-Me alegro por que te he preparado el desayuno.

Piere me había preparado unas tostadas con la Torre Eiffel grabada y un chocolate caliente.

-¿Qué quieres hacer hoy? ¿Tienes algún plan?

+Sabes que yo no soy de hacer planes, además, tú vives aquí, tú tienes que decirme donde vamos.

-Vale, pues si no te parece muy mala idea… ¿que te parece si lo primero que haces es contarme qué te ha traído hasta  aquí?

+Londres se me quedaba pequeño. Otra vez. Como siga así voy a tener que quedarme a vivir en París.

-No creo que sea muy buena idea, no tendrías dónde ir si París se te quedara pequeña.

+Tienes razón.

-¿Y qué ha pasado esta vez? Pensaba que Jay estaba de gira.

+Es que el problema está en que no sé que falla. Jeremy es un cielo, echo de menos a los chicos pero es su trabajo, incluso me estoy llevando bien con Kelsey Ann… lo único malo son esas malditas cartas…

Obviamente traje conmigo las malditas cartas, y se las di a Piere para que las leyera.

-Si te soy sincero no sé qué pensar sobre el que te está escribiendo esto… Por un lado me parece muy bonito lo que está haciendo, pero por otro… creo que es un poco cobarde… se está arriesgando a medias.

+Eso mismo pienso yo.

-Pues creo que lo mejor que puedes hacer es no darle más importancia y sacarle el lado positivo a esto. Ya sabes que alguien más en el mundo te quiere, aunque sea un cobarde.

+Tienes razón…

Dimos un paseo por las calles parisinas, tomamos café, bueno él, en un café precioso, compramos, y disfrutamos de la ciudad.

-¿Puedo llevarte a un sitio especial esta noche?

+Primero tengo que mirar en mi apretada agenda… aunque creo que lo tengo libre.- bromeé.

-Vale, pero ponte guapa por que vamos a un sitio muy especial.

+ ¿A dónde?

-Si te lo digo no es una sorpresa.

Cuando volvimos a casa me preparé para la sorpresa de aquella noche. Estaba intrigada por saber qué sería. Fui a avisar a Piere de que ya estaba lista y ahí estaba él, de chaqueta, guapísimo, impresionantemente guapo. Me quedé boquiabierta cuando le vi.

+Dios mío Piere.

-Estás preciosa Elena ¿nos vamos?

+Claro que sí ¿puedo ya saber dónde vamos?

-No.- rio.

Fuimos en su coche hasta la Torre Eiffel.

-Piere, cariño, la Torre Eiffel no es que sea una gran sorpresa que digamos. Se ve desde tu ventana.

+Lo sé, pero una cena para dos en lo más alto de la torre puede que si sea una sorpresa.

-No creo. Supongo que será una broma. ¿Verdad?

+Me parece que no…

Subimos a lo más alto. Se veía todo París iluminado, era la imagen más bonita que había visto nunca. Allí teníamos una mesita para dos, con velas, esperándonos.

La cena estuvo buenísima, y cuando terminamos empezamos con el champán.

-¿Por qué todo esto?

+No es que vengas a París muy a menudo… Y como sabía que estabas mal, pues… creí que sería buena idea, o al menos que te llevaras un bonito recuerdo de aquí.

-Pues lo has conseguido.

+No me apetece que te vayas mañana.

-Ni a mi, pero tengo que hacerlo. Los chicos vuelven mañana y le prometí a Jeremy que cenaría en casa de sus padres.

+ ¿Me prometes que volverás pronto?

-Te lo prometo.

No me apetecía volver a casa, Piere era muy especial para mí y me hacía sentir como si nada en el mundo importara, solo yo. Pero por otro lado quería volver a ver a mis chicos y a mi chico.

Tras unas cuantas más botellas de champán volvimos a casa y nos quedamos dormidos en el sofá mientras nos reíamos de no llego a recordar el qué.

Piere volvió a despertarse antes que yo aquella mañana, y me había vuelto a preparar el desayuno.

-No quiero que te vayas.

+Solo es un hasta luego.

-¿Estás mejor?

+Sí, mucho. He puesto muchas cosas de mi cabeza en orden. No sé cómo lo consigues.

-Madeimoselle, yo no he hecho nada, solo me he limitado a estar a tu lado.

+Sí que lo has hecho, y por eso  te quiero tanto.

Nos dimos un fuerte abrazo, después recogí mis cosas y me llevó a la estación.

-Llámame cuando me necesites. Estaré ahí siempre, sea la hora que sea.

+Lo mismo digo. Y… volveré pronto.

-Que pases una feliz navidad Madeimoselle, y una cosa…

+Dime.

-Sigue pensando con el corazón.- me dijo mientras ponía algo en mi mano.

Era otro reloj de collar. Yo me quedé inmóvil.

+ ¿Por qué lo haces?

-¿El qué?

+Ser tan bueno conmigo.

-No se suele encontrar personas tan especiales como tú todos los días. Y si los encuentras, tienes que cuidarlos. Y el reloj… no pude evitar comprarlo para ti, me recuerda a ti.

Nos volvimos a abrazar. Aquellas palabras no podían tener una respuesta que estuviera a su altura, así que intenté demostrarle lo que sentía por él en lugar de decírselo. Era un gran amigo, de esos que están en peligro de extinción.

Anunciaron el último aviso para mi tren.

+Creo que tengo que irme. Te quiero Piere.

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