PHOENIX

jueves, 31 de enero de 2013

CAPITULO 1O2

The End.

Al día siguiente me levanté mucho mejor y más descansada, fui a llamar a Nathan para ver que iban a hacer todos pero Hayley me llamó primero.
-Hola, pequeña zorra.- le dije con cariño.
+Mac, ¿estás haciendo algo?
-Pues no, ahora iba a llamar a Nathan, ¿por qué?
+ ¿Podemos quedar para comer?
-Claro que sí, quedamos en una hora ¿te pasa algo?
+Bueno… sí.
-Tranquila, no será nada, ahora me cuentas.
Hayley me dejó preocupada al principio, pero después pensé que sería algo sobre John o algo por el estilo.
Una hora después me encontré con Hayley en un pequeño restaurante de Camden. No tenía muy buena cara, estaba pálida y desaliñada. Y me miraba con una cara muy triste, como si me ocultara algo.
Nos sentamos y no me pude contener más tiempo a preguntarle.
-¿Qué te pasa, Hayley?
+Mac…-no había probado bocado de lo que se había pedido para comer.- Yo… lo siento mucho.
-¿Qué sientes qué?
+Primero quiero decirte que no fue mi intención, bueno, de ninguno de los dos… pero…
-Hayley, ¡quieres contarme ya qué cojones te ha pasado! Me estás asustando.
+Pues…- se cubría la cara con las manos, muy desesperada- En la fiesta del otro día, en tu casa, mientras estábamos jugando en el salón… fui un momento al baño y me tropecé con Nathan…- se quedó callada.
-Sigue, Hayley.
Sospechaba lo que iba a decir, pero quería escucharlo de su boca.
+Y nos chocamos, nos acercamos y me metió en el baño con él… bueno puedes imaginarte a lo que me refiero… lo siento mucho.
-No, quiero oírlo, Hayley.
+Mac… no me hagas decirlo.
-Hayley…- mi mirada era una mezcla de decepción, tristeza y rabia.
+Nos acostamos.
Ya lo había dicho. Ya no era solamente una sospecha. Y él me había traicionado, al igual que ella. No recordaba lo que dolía.
Estaba furiosa, yo ni siquiera había sido capaz, incluso después de intentarlo varias veces, y yo le importaba tan poco a él… quién sabía cuántas veces lo había hecho, si había sido capaz de hacerlo en mi propia casa, en mi baño, en mi fiesta, con mi amiga.
Hayley estaba llorando, pero no me daba ninguna pena. Tampoco me sentía capaz de consolarla, ni tenía por qué hacerlo.
-Hayley, mañana hablamos.
Me levanté de la mesa, dejando mi plato entero. Y me fui. Serena por fuera, pero no por dentro, pero no me iba a permitir derramar una lágrima por dos personas que se habían encargado de demostrarme que no se las merecían.
Quería llamar a Elena, pero tampoco quería molestarla, sabía que sería una excusa para volver y quería que disfrutara de sus vacaciones. Ella no podría arreglar nada, ni podría hacer que el tiempo volviera atrás.
Estuve dando vueltas por la ciudad hasta que anocheció. Entonces, vi a un grupo de amigas, todas muy arregladas, preparadas para su noche de chicas, y recordé cuando yo hacía eso con Ele antes de que todo se liara, como se había liado.
Pero no me deprimí, puede que no tuviera acompañante, pero no sería la primera vez, y por supuesto no iba a ser la última. Me fui para casa, me arreglé, no como normalmente, no. Me arreglé de verdad. Me pinté los labios rojos, muy rojos. Eso no era buena señal.
Pensé en el despecho, pero no era eso exactamente. Estaba dolida, sí, tenía derecho a estarlo. Pero me comportaba así no para hacer daño a nadie, sino para no seguir haciéndomelo a mí misma. Nathan me había cambiado, o quizás no él, pero yo no era la de antes. Y no iba a consentirlo. Ya no tenía que darle explicaciones de nada. Él había roto todo aquello que teníamos.
Bajé las escaleras, y en la recepción, él. Mi acompañante de la noche. Que justo estaba saliendo de trabajar.
-Hasta luego Mac, estás… bueno como siempre, buenísima.- bromeó John.
+ ¿Haces algo ahora?
-Comer fideos chinos que caliente en el microondas y ver el resumen del fútbol… un gran plan.
+Vámonos.
-¿A dónde?
+Qué más da.
-Mañana tengo que trabajar Mac…
+Te prometo que mañana estarás aquí a tu hora.- le dije agarrándole del brazo y sacándolo de allí.
Fuimos a The Rose Club  un club donde había ido antes con los chicos y que montaban unas grandes fiestas, justo lo que necesitaba en aquel momento.
-¿No tuviste suficiente con la fiesta del otro día?- me dijo John mientras bailábamos.
+Yo nunca tengo suficiente.- dije acercándome a él.
Mi móvil vibró. Era Nathan. Me entró la risa, y colgué. Volvió a llamar. Volví a colgar. Volvió a sonar. Era Hayley. Y yo, me volví a reír. Metí el teléfono en el pantalón de John. Nadie me iba a estropear la noche. Eso seguro.
Las cervezas, los chupitos, el tequila, vodka, la ginebra y lo de siempre. Culpables de mi descontrol, aunque yo siempre elegía irme con aquellas malas compañías, eran malas, sí, pero eran divertidas, graciosas, eufóricas y no tenían conciencia. Por lo que tenían todas las papeletas para convertirse en mis mejores amigas. Y por lo visto también en las de John.
Me subí en una mesa para bailar, de la que rápidamente me bajaron para subirme a una tarima. Velaron por mi seguridad ante todo. John se subió conmigo, y cogió una botella de champán. La agitamos lo más fuerte que pudimos y abrimos la botella mojando a todos los que teníamos debajo con el champán. Después, John me echó la botella encima, estaba empapada, y yo, más que apartarme, lo que hice fue acercar a John y pegarle a mis labios.
¿Lo pensé? Sí. ¿Dude? Sí. ¿Le recordé? Sí. Desgraciadamente acabó siendo mi primer y mi último pensamiento. Pero también recordé que yo no lo fui.
-¿Estás segura?- me dijo.
+Si no quieres que conteste que no, no me vuelvas a preguntar.
Lo besé, claro que lo besé. Y él me besó a mí. Ya no recordaba lo bien que lo hacía. Todos los que estaban debajo aplaudieron y gritaron mientras nos besábamos. Ya no había más conciencia para mí. Como debería de haber sido siempre.
Me cogió en brazos y nos fuimos de allí.
Lo único que recuerdo de cuando salimos del club fueron que unas luces me cegaban, pero no más de lo ciega que ya estaba. Lo doble, lo veía triple. El suelo era el cielo, y aun así se seguía moviendo.
No sé ni cómo ni cuándo, pero llegamos a casa. Me tiró sobre la cama. Me arrancó literalmente el vestido. Y recorrió con su lengua todo mi cuerpo. Mi piel se erizaba y escalofríos recorrían mi cuerpo, una vez de su parte.
Remordimientos. Puede que los tuviera al día siguiente, sí. Pero eso ya se vería. Era momento de disfrutar.
Disfruté, disfrutó y disfrutamos. Horas y horas hasta que el sol entró en la habitación avisándonos de que era hora de irse. Mejor dicho, era hora de que John se diera una ducha y volviera al trabajo. Eran casi las diez.
-Me lo he pasado muy bien.- Me dijo antes de irse.
+Pues como siempre, cariño.- Le dije dándole un beso en la mejilla. ¿Volvía mi conciencia?
Me tiré en el sofá y encendí la tele. Pasaba los canales sin apenas saber lo que ponían en cada uno.
No me gustaba lo que pensaba. Era una mezcla entre recuerdos y lagunas de la noche anterior, con imágenes de Nathan y Hayley en mi fiesta.
El sonido del timbre retumbó con eco dentro de mi cabeza. Pensé que sería John, devolviéndome mi teléfono. Era Nathan.
Abrí la puerta, estaba él, de pie, con el brazo extendido enseñándome una foto del móvil.
No podía ser.
¡¿Cómo tenía él aquello?!
Me estaba enseñando una foto de la noche anterior mientras estaba en brazos de John.
Su expresión era seria, triste, de decepción. Como la mía el día anterior.
-¿Qué haces tú con eso?
+Me lo ha pasado una fan. Está en todas partes. Al menos podrías haberte cortado.
-Mira quién fue a hablar de no tener vergüenza.
+Adiós, Mac.
Todo había acabado. Definitivamente.
Me di una ducha. Y me tiré en la cama empapada. No quería salir, pero Kelsey me llamó. Quería hablar conmigo.
Fui a su casa.
-¿Qué pasa Kels? No estoy muy de humor.
+No, ¿qué te pasa a ti?
-No, ¿qué le pasa al amigo de tu novio?
+Cuéntame.
-Se ha acostado con Hayley.
+No. Más que eso Mac…
-¿Qué?- dije con un nudo en la garganta.
+Estaba en casa de los chicos, y antes de que te llamara han llegado juntos, agarrados de la mano. Me ha parecido muy extraño, pero antes de que les preguntáramos nos lo han explicado.
Mientras los chicos estaban en casa intentando localizarme, Nathan y Hayley habían quedado en el parque de Greenwich. Muy lejos de casa.
-He visto la foto.- le dijo Hayley a Nathan.
Él la miró triste. Ella le abrazó con fuerza.
+No entiendo el por qué… No le he dado ningún motivo…
-Puede que no sea para ti.
+Sí que lo es. Lo sé. Lo siento. Ella lo es todo para mí… Yo nunca me iría con otra. No necesito nada más que no sea ella.
-Pues creo que acaba de demostrarte que ella no piensa igual. Ni siquiera te ha llamado. Está claro que no está para ti como tú estás para ella.
+No puedo respirar.
Hayley le abrazó con más fuerza. Se miraron. Y se besaron.
+No creo que se buena idea, Hayley.- dijo Nathan separándose de ella.
-Las buenas ideas no te han llevado a ningún sitio.
+Tienes razón.
Se volvieron a besar.
-Entonces… - le dije a Kelsey a punto de llorar.
+Sí.
-Vale.
Me abrazó con toda su fuerza.
+Necesitamos a Elena.
-No, sería mucho peor. Ahora mismo estaríamos todas volando a París.- bromeé. No sé ni cómo pude, no era momento.
+Menos mal que llega mañana.
Pasé el resto del día con Kelsey en su casa. Haciendo absolutamente nada. Pero, aunque no lo consiguiera del todo, se esforzó mucho en hacerme sonreír e intentar que no pensara sobre el tema.
Cuando llegué a casa no pude quedarme allí más de dos minutos. Todo me hacía recordar, y sentí aquella necesidad de salir de allí lo más rápido que pudiera. Sabía que Elena llegaría en cualquier momento. Pero no podía aguantar más.
Los chicos se iban a comer fuera y después a ver una película al cine. Pero ni tenía hambre ni ganas de ver ninguna película. Y menos con los nuevos tortolitos.
Cuando estaba fumándome un paquete de tabaco y bebiendo cerveza en la orilla del río. Sola. Me llamó Jay.

Elena. 

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