PHOENIX

miércoles, 30 de enero de 2013

CAPITULO 1O1

Hungover or drunk.

Dejé a Hayley un momento y me fui con Nathan y John.

+Hola chicos, ¿cómo va la noche?- dije con una gran sonrisa.

-Hola, Mac, estás guapísima. Ya era hora de que te dejaras ver por la fiesta, y eso que es tú fiesta.- bromeó John dándome una vuelta.

+Vaya, muchas gracias. Gajes de anfitriona.-reí.
Nathan me agarró rápidamente y muy fuerte por la cintura.

-Últimamente no he recibido muchas quejas del baño, ¿ya no se ha vuelto a romper?- dijo John con una sonrisa.

Se estaba yendo demasiado de la lengua.

+No, ya está perfectamente.- dije intentando que no sonara extraño.

+ ¿Me he perdido algo?- me dijo Nathan mirándome extrañado.

+No, tranquilo, estamos hablando del baño. Elena siempre lo atasca.

+Vale, voy a por otra copa. ¿Quieres una?

+Que sea doble.- le contesté intentando que no se me notaran los nervios.

-¿Quieres bailar?- me preguntó John.

+Espera, quiero presentarte antes a una amiga.- Fui a buscar a Hayley, al fin y al cabo, ella también estaba soltera y por lo que sabía teníamos gustos muy parecidos, así que pensé que ella y John podrían… bueno, por lo menos durante una noche. El resto ya no era mi problema, y si al final eran felices por siempre, me podría atribuir el título de celestina.

Hayley estaba junto a la barra, hablando con Nathan.

+Hayley, ¿puedes venir un momento? Quiero presentarte a alguien. Lo siento cariño, te la robo.- le dije a Nath.

-¿Me vas a quitar todos mis rollos de esta noche?- Me dijo haciendo pucheritos.

+Sí, lo siento, pero vas a tener que conformarte conmigo hoy.- le dije besándole la frente.

-¿Puedo confesarte algo, Mac? Yo, me acostaría con tu novio.

+Yo también cariño, pero tuve que arreglar la cremallera de un vestido.- bromeé.

Aquel comentario no me afectó, es más, me sentía más afortunada.

+Hayley, quiero presentarte a John.

-Hola, guapa, soy John.- dijo mirándola de arriba abajo.

+Hola, me llamo Hayley.

Los dejé bailando y hablando y fui a buscar a Nathan. Mientras le buscaba vi como Max y Laura se besaban  con mucha pasión. Me acerqué a ellos.

+Chicos, mi habitación está disponible.- les dije riendo.

Ellos se rieron, y Tom y Kelsey que estaban al lado también. Aunque ellos lo hacían mientras se metían en la habitación. Ellos sí que no perdían el tiempo.

-¿Y Hayley?- me preguntó Nathan.

+Bailando con John.- señalé a la ventana, pero solo estaba Hayley, hablando con Sophie y con Phill y otros que no sabía quiénes eran.- Que raro… Bueno, no importa, ¿sabes qué me ha dicho?

-Dime.

+Pues… digamos que ella a ti te llevaría a la cama.

-¿Te ha dicho eso?- dijo Nathan sorprendido- Bueno, tranquila, ella no es mi tipo. No es tú.- Me dijo besándome el cuello. Punto débil.

+No me preocupa.- decía entre suspiros.

Le besé con todas mis ganas, que no eran pocas, y hasta se nos cayeron las copas al suelo.

-Vamos a tu habitación.- me dijo Nathan entre besos.

+Tom y Kelsey.- respondí.

-¿Y la de Elena?- sugirió.

+Corre.

Cuando estábamos llegando a la habitación de Elena, alguien gritó que si jugábamos a algún juego. Naree nos dijo que fuéramos para el salón. Joder, aquella noche parecía imposible disfrutar de él. Eran más de las cuatro de la mañana ¿a qué querían jugar?

Finalmente, no jugamos a nada en realidad. Estuvimos haciendo el capullo, aunque me divertí y al rato Tom y Kelsey salieron de la habitación.

Pensé que aquel era mi momento para estar a solas con Nathan, pero justo lo perdí de vista. Un rato después, Nathan y Hayley salieron del baño. Ella se limpió la boca con la mano. Yo no dije nada.

No quería convertirme en una novia celosa que ve cosas donde no las hay. Las odiaba. Y sobre todo porque podría ser algo que no parecía.

La noche acabó con más alcohol en vena y más pruebas en vídeo de aquello que lo que nos hubiera gustado ver al día siguiente.

Nos levantamos sobre las cinco de la tarde, algunos tirados en el sofá, otros en la habitación de Elena, que por cierto, me iba a matar si se enteraba, y yo, amanecí en mi dormitorio, con Nathan y una resaca de la que me acordaría el resto de mi vida. No recordaba nada con exactitud desde las cinco de la mañana, lo último que recordaba era a Hayley y Nathan saliendo del baño, pero no tenía la cabeza para ponerme a pensar en ello.

A pesar de sus continuos quejidos, conseguí despertar a Nathan. Mientras él estaba en el baño, yo fui a ver quién estaba en el cuarto de Elena y vi que Max y Laura dormían en su cama, no me sorprendió en absoluto pillarlos en plena acción, solo tuve que taparme los ojos y salir rápidamente de allí, ellos dos sí que sabían cómo quitarse rápidamente la resaca.

Cuando llegué al salón vi a Phill, Sophie, Kelsey, Tom y Hayley  tirados por el sofá y el suelo, durmiendo como angelitos. No recuerdo en qué momento Siva y Nareesha se fueron pero desde luego fueron mucho más inteligentes que quedarse durmiendo sentados en una silla.

Me preparé un café y el sonido de la cafetera fue despertando poco a poco a los chicos. Por cómo se despertaron, no les hizo mucha gracia.

-¿Café?- les dije con una sonrisa.

+ ¡Mac! ¡Apaga eso por favor! ¿Pero qué hora es?- Dijo Tom intentando abrir los ojos.

-Son más de las cinco.

+ ¿De la tarde?

-Obviamente.

-Me duele todo.- dijo Kels tapándose los ojos con las manos.

+A mí también. Mierda, mi vestido.- dijo Hayley mirando su vestido que se había vuelto a romper.

-Yo te acepto un té encantado.- dijo Nath cuando llegó a la cocina.

+No he dicho té, he dicho café.

-No seas mala…- Me dijo poniéndome cara de pena.

+Yo también quiero té- dijo Hayley mientras se acercaba a la cocina.-Buenos días.

-Buenos días.- dijimos Nathan y yo a la vez.

+Bueno, tendré que preparar té.- dije resignada.

Una media hora más tarde y unas cuantas tazas de té recién hechas después, ya estaban todos despiertos y ¿desayunando?

Empezamos a ver algunas fotos de la noche anterior, y, menos mal que la fotógrafa de Elena no estaba, con las que teníamos eran más que suficientes, no había una sola foto que fuera medio decente.

Sobre las ocho de la tarde ya se habían ido todos, y yo aproveché para darme una ducha que necesitaba con gran urgencia y recoger un poco la casa, lo que la resaca me permitiera.
Sabía que me dejarían a mí todo el trabajo sucio. Y sobre las diez y sin fuerza alguna en el cuerpo, terminé, sí conseguí terminar, y estaba tan sumamente cansada que en cuanto cené me quedé dormida en el sofá. Necesitaba fuerzas para el día siguiente.

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