Cuando nos encontramos con Phill nos recibió con un gran
abrazo.
-Bienvenidas queridas damas, os presento, estos son Daniele,
Matteo y Alessandro.-dijo tan simpático como siempre.
+Encantado de conocerlas.- dijo uno de los chicos con un
acento muy gracioso mientras le besaba la mano a Laura.- me llamo Daniele.
Nos presentamos a los chicos y nos sentamos en unos de los
sofás que había en el pub a tomarnos unas pintas y a charlar. Cuando nos dimos
cuenta de que el alcohol nos había robado la consciencia ya estábamos dándolo
todo en la pista de baile. Yo estaba bailando con Laura, me encantaban aquellos
movimientos de origen brasileño, eran inigualables. Mac estaba bailando con uno
de los italianos, para mi gusto el más lindo, Alessandro. Sophie estaba con
Phill y Sam con Matteo y Daniele.
Me fui a por otra ronda a la barra mientras sonaba una
canción de Rihanna skin, cuando noto
que alguien me agarra de la cintura y me susurra una parte de la canción al
oído:
“I got a secret that I wanna show you oh, I got
a secret so I’mma drop it to the flo’ oh”
Cerré los ojos mientras escuchaba, sabía perfectamente a
quién pertenecía aquel aroma, solo podía ser él. Me giré, lo agarré de la
cintura, pero antes coloqué sus manos sobre la mía, me acerqué a su oreja y
seguí con la canción:
“So why standin’ over there with your clothes
on, baby strip down fo’ me go’n take em off
Don’t worry baby, imma meet you halfway, cus I know you wanna see meh”
Don’t worry baby, imma meet you halfway, cus I know you wanna see meh”
No podía evitarlo, me tenía enganchada. Había intentado
deshacer de él, escapar de él, huir; pero él siempre me alcanzaba, y ahora no
tenía ganas de seguir corriendo.
+No quiero sentimientos.- continué.- tan solo pasar noches inolvidables.
Cuando Alex iba a contestarme puse mi dedo sobre su boca
para interrumpirle.
+Shh… sólo déjate llevar.- seguía susurrándole, pero esta
vez iba acariciándole mientras le sacaba la camisa.
Comenzamos a besarnos apasionadamente. Estaba poseída por la
música, el alcohol y… para qué negarlo, sus labios. El ambiente estaba cada vez
más caliente, y el pub se nos estaba quedando pequeño así que decidimos irnos.
Le mandé un mensaje a Mac para que no se preocupara aunque sabía que ella ya me
había visto con él. Me bebí mi último chupito de tequila, cogí mis cosas, lo
agarré y nos fuimos de aquel ruidoso lugar.
Esta vez nos dirigíamos a su casa, yo no quería molestar a
Mac cuando llegara, y menos sabiendo que vendría acompañada.
Llegamos a su casa. Intentó abrir la puerta del portal, pero
no le dejaba. Tocaba todo su cuerpo con impaciencia por hacerlo mio y que el
hiciera mi cuerpo suyo. Los besos en el cuello y los mordisquitos en la oreja
hicieron fallido el segundo intento de abrir aquella maldita puerta.
Por fin entramos, pero quedaba otra prueba, la puerta de su
casa. Esta vez fui buena y me esperé, aunque habíamos ido todo el camino
besándonos y chocándonos con las paredes que nos servían de guía para llegar a
nuestro destino.
Abrió la puerta. Yo estaba apoyada en la pared junto a él,
mirándolo de arriba abajo. Él hizo lo mismo, me cogió en brazos y me metió
dentro. Cerró la puerta con el pie mientras seguíamos besándonos, y fuimos
directamente a la habitación, me tiró sobre la cama y seguimos con nuestra
lucha particular. Cuando de repente, se levantó:
-Espera un momento, ahora vengo.- me dijo.
+ ¿Dónde vas?- pregunté impaciente.
-No es justo que tú estés borracha y yo no. Deberíamos de
estar en igualdad de condiciones. Además así es más fácil no pensar en que esto
no es todo lo que quiero contigo. –dijo mientras iba a la barra donde tenía
algunas botellas.
En aquel momento no pensé en sus palabras, y mucho menos era
consciente de ellas, solo quería divertirme, y él había accedido al trato.
No tardó en regresar a la habitación, cuando vino con una
botella de Jack Daniels en la mano.
+Tendré que ser una chica educada y ayudarte con eso.- dije
mientras me incorporaba y le hacía hueco en la cama.
-Creo que ya has bebido suficiente por hoy.- me contestó
mientras se echaba algo en un vaso.
+Eso ya lo veremos- le vacilé mientras cogía la botella de
sus manos y le daba un trago.
Dejé que se bebiera lo que había en el vaso pero,
impaciente, lo cogí nada más terminarse la copa y lo puse sobre mí y empecé a
besarlo. No sabía por qué me apetecía tanto, tampoco me importaba, y por lo que
pude comprobar, a él tampoco.
Me sobraba todo en aquel momento, todo menos él. Así que lo
quité de encima de mí y empecé a quitarme la ropa muy lentamente delante de él,
como si de un espectáculo privado se tratara. Eso lo excitaba aún más. Primero
los zapatos, y después el vestido, muy despacito, todo a su tiempo. Pero él no
podía esperar más estaba tan enganchado a mi cuerpo como yo a su aroma. Las
ganas fueron superiores a su paciencia. Me cogió, me tiró sobre la cama otra
vez. Su boca respiraba junto a mi cuello mientras yo exploraba su cuerpo.
Adrenalina.
Aquel festival de caricias, besos, mordiscos, y gemidos
continuó durante toda la noche. Fue incluso más intenso que la primera vez,
quizá gracias al alcohol.
Al día siguiente me desperté y lo primero que hice fue ver
mi teléfono para ver si Mac me había llamado. No lo había hecho, estaría
dormida. Así que le mandé un mensaje diciéndole que estaba bien y que me
llamara cuando pudiera ir a casa. Después intenté averiguar dónde estaba, no
reconocía aquel sitio, pero sí quién estaba a mi lado, Alex.
+Buenos días, ¿estabas despierto o te he despertado?-
pregunté.
-Tranquila, llevo despierto un buen rato.-me contestó con
una sonrisa preciosa.
+Creo que debería volver a casa.- le dije intentando salir
como podía de aquella cama enorme, aunque parecía imposible con aquel dolor de
cabeza que me golpeaba como mil martillos.
-Puedes quedarte, para mi sería todo un placer. He preparado
café para desayunar.-me dijo metiéndome de nuevo en la cama.
Yo me quedé tumbada. No podía moverme de lo que me dolía la
cabeza.
+No gracias, no bebo café. Estoy bien.- dije mientras me
tapaba la cabeza con la almohada.
-Vale pues mi casa es tuya, puedes servirte. Por cierto ¿te
encuentras bien?- me dijo mientras me acariciaba la mano.
+Si, si, sólo tengo un poco de resaca.- contesté como pude.
Después él se levantó, o eso pude intuir. A los cinco
minutos volvía a entrar en la habitación con una bandeja que llevaba un vaso de
leche caliente y una pastilla. Además, junto a la taza de leche había una
notita que decía: “Gracias por este día
tan maravilloso. Te quiero”.
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