PHOENIX

domingo, 30 de septiembre de 2012

CAPITULO 8


Cuando nos encontramos con Phill nos recibió con un gran abrazo.

-Bienvenidas queridas damas, os presento, estos son Daniele, Matteo y Alessandro.-dijo tan simpático como siempre.

+Encantado de conocerlas.- dijo uno de los chicos con un acento muy gracioso mientras le besaba la mano a Laura.- me llamo Daniele.



Nos presentamos a los chicos y nos sentamos en unos de los sofás que había en el pub a tomarnos unas pintas y a charlar. Cuando nos dimos cuenta de que el alcohol nos había robado la consciencia ya estábamos dándolo todo en la pista de baile. Yo estaba bailando con Laura, me encantaban aquellos movimientos de origen brasileño, eran inigualables. Mac estaba bailando con uno de los italianos, para mi gusto el más lindo, Alessandro. Sophie estaba con Phill y Sam con Matteo y Daniele.



Me fui a por otra ronda a la barra mientras sonaba una canción de Rihanna skin, cuando noto que alguien me agarra de la cintura y me susurra una parte de la canción al oído: 

“I got a secret that I wanna show you oh, I got a secret so I’mma drop it to the flo’ oh”

Cerré los ojos mientras escuchaba, sabía perfectamente a quién pertenecía aquel aroma, solo podía ser él. Me giré, lo agarré de la cintura, pero antes coloqué sus manos sobre la mía, me acerqué a su oreja y seguí con la canción:

“So why standin’ over there with your clothes on, baby strip down fo’ me go’n take em off
Don’t worry baby, imma meet you halfway, cus I know you wanna see meh”

No podía evitarlo, me tenía enganchada. Había intentado deshacer de él, escapar de él, huir; pero él siempre me alcanzaba, y ahora no tenía ganas de seguir corriendo.

+No quiero sentimientos.- continué.- tan solo pasar noches inolvidables.

Cuando Alex iba a contestarme puse mi dedo sobre su boca para interrumpirle.

+Shh… sólo déjate llevar.- seguía susurrándole, pero esta vez iba acariciándole mientras le sacaba la camisa.

Comenzamos a besarnos apasionadamente. Estaba poseída por la música, el alcohol y… para qué negarlo, sus labios. El ambiente estaba cada vez más caliente, y el pub se nos estaba quedando pequeño así que decidimos irnos. Le mandé un mensaje a Mac para que no se preocupara aunque sabía que ella ya me había visto con él. Me bebí mi último chupito de tequila, cogí mis cosas, lo agarré y nos fuimos de aquel ruidoso lugar.

Esta vez nos dirigíamos a su casa, yo no quería molestar a Mac cuando llegara, y menos sabiendo que vendría acompañada.

Llegamos a su casa. Intentó abrir la puerta del portal, pero no le dejaba. Tocaba todo su cuerpo con impaciencia por hacerlo mio y que el hiciera mi cuerpo suyo. Los besos en el cuello y los mordisquitos en la oreja hicieron fallido el segundo intento de abrir aquella maldita puerta.



Por fin entramos, pero quedaba otra prueba, la puerta de su casa. Esta vez fui buena y me esperé, aunque habíamos ido todo el camino besándonos y chocándonos con las paredes que nos servían de guía para llegar a nuestro destino.

Abrió la puerta. Yo estaba apoyada en la pared junto a él, mirándolo de arriba abajo. Él hizo lo mismo, me cogió en brazos y me metió dentro. Cerró la puerta con el pie mientras seguíamos besándonos, y fuimos directamente a la habitación, me tiró sobre la cama y seguimos con nuestra lucha particular. Cuando de repente, se levantó:

-Espera un momento, ahora vengo.- me dijo.

+ ¿Dónde vas?- pregunté impaciente.

-No es justo que tú estés borracha y yo no. Deberíamos de estar en igualdad de condiciones. Además así es más fácil no pensar en que esto no es todo lo que quiero contigo. –dijo mientras iba a la barra donde tenía algunas botellas.

En aquel momento no pensé en sus palabras, y mucho menos era consciente de ellas, solo quería divertirme, y él había accedido al trato.

No tardó en regresar a la habitación, cuando vino con una botella de Jack Daniels en la mano.

+Tendré que ser una chica educada y ayudarte con eso.- dije mientras me incorporaba y le hacía hueco en la cama.

-Creo que ya has bebido suficiente por hoy.- me contestó mientras se echaba algo en un vaso.

+Eso ya lo veremos- le vacilé mientras cogía la botella de sus manos y le daba un trago.

Dejé que se bebiera lo que había en el vaso pero, impaciente, lo cogí nada más terminarse la copa y lo puse sobre mí y empecé a besarlo. No sabía por qué me apetecía tanto, tampoco me importaba, y por lo que pude comprobar, a él tampoco.

Me sobraba todo en aquel momento, todo menos él. Así que lo quité de encima de mí y empecé a quitarme la ropa muy lentamente delante de él, como si de un espectáculo privado se tratara. Eso lo excitaba aún más. Primero los zapatos, y después el vestido, muy despacito, todo a su tiempo. Pero él no podía esperar más estaba tan enganchado a mi cuerpo como yo a su aroma. Las ganas fueron superiores a su paciencia. Me cogió, me tiró sobre la cama otra vez. Su boca respiraba junto a mi cuello mientras yo exploraba su cuerpo.

Adrenalina.

Aquel festival de caricias, besos, mordiscos, y gemidos continuó durante toda la noche. Fue incluso más intenso que la primera vez, quizá gracias al alcohol.

Al día siguiente me desperté y lo primero que hice fue ver mi teléfono para ver si Mac me había llamado. No lo había hecho, estaría dormida. Así que le mandé un mensaje diciéndole que estaba bien y que me llamara cuando pudiera ir a casa. Después intenté averiguar dónde estaba, no reconocía aquel sitio, pero sí quién estaba a mi lado, Alex.

+Buenos días, ¿estabas despierto o te he despertado?- pregunté.

-Tranquila, llevo despierto un buen rato.-me contestó con una sonrisa preciosa.

+Creo que debería volver a casa.- le dije intentando salir como podía de aquella cama enorme, aunque parecía imposible con aquel dolor de cabeza que me golpeaba como mil martillos.

-Puedes quedarte, para mi sería todo un placer. He preparado café para desayunar.-me dijo metiéndome de nuevo en la cama.

Yo me quedé tumbada. No podía moverme de lo que me dolía la cabeza.

+No gracias, no bebo café. Estoy bien.- dije mientras me tapaba la cabeza con la almohada.

-Vale pues mi casa es tuya, puedes servirte. Por cierto ¿te encuentras bien?- me dijo mientras me acariciaba la mano.

+Si, si, sólo tengo un poco de resaca.- contesté como pude.

Después él se levantó, o eso pude intuir. A los cinco minutos volvía a entrar en la habitación con una bandeja que llevaba un vaso de leche caliente y una pastilla. Además, junto a la taza de leche había una notita que decía: “Gracias por este día tan maravilloso. Te quiero”.

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