Esto no es exactamente una historia, simplemente un conjunto
de recuerdos, situaciones, emociones, sentimientos.
Todo empezó aquel día de Otoño, bendito día, Mac y yo ya
teníamos todo preparado, el equipaje, los billetes, los pasaportes… todo lo
necesario para el que sería el viaje de nuestras vidas, por fin nos iríamos a
vivir a la ciudad de nuestros sueños, Londres, esa ciudad donde hay un sinfín
de oportunidades, esa ciudad llena de magia, donde puedes decidir si crecer o
quedarte siendo un niño para siempre, donde los sueños se hacen realidad.
-“Tengo un nudo en el estómago” – dijo Mac acariciándose la
barriga.
+“Tranquila, solo son nervios, cuando te des cuenta ya
estaremos deshaciendo la maleta ya verás, además tan solo son 2 horitas de vuelo,
eso no es nada cielo”- dije intentando tranquilizarla.
“Pasajeros para el
vuelo Madrid-Londres número 943613 por favor pasen por la puerta de embarque”- sonó con eco en el aeropuerto.
-“Uff, allá vamos”- le dije a Mac mientras
apretaba su mano.
Entramos en el avión como si fuéramos hormiguitas,
intentamos poner el equipaje como pudimos, yo, como siempre muy patosa,
necesité ayuda de la azafata, finalmente nos sentamos, cogimos la mantita que
trajimos para el vuelo, nos pusimos los casos y empezamos a escuchar música, en
mi iPod sonaba Coldplay, siempre está ahí para relajarme, en el de Mac,
Aerosmith, su grupo favorito. Finalmente, nos acurrucamos, y en menos de 10
minutos nos quedamos dormidas.
Dormíamos como bebés, menos en un momento que me desperté
por que sonaba una de mis canciones favoritas, Paradise, entonces miré por la ventana y fue cuando realmente me di
cuenta de que lo que estaba viviendo era verdad, y aunque la canción ni
siquiera había acabado mis parpados ganaron la batalla del sueño, hasta que la
voz del capitán anunciando que habíamos llegado a nuestro destino nos despertó.
Yo, como siempre, impaciente por salir
la primera, Mac como siempre, calmándome, y diciendo que era mejor que
esperásemos a que saliera la mayoría de pasajeros, que así podríamos coger
mejor el equipaje y salir más
tranquilas, en mi iPod ahora sonada Clocks.
Ahora la que tenía el nudo en el estómago era yo, Mac
siempre llevaba mejor las situaciones nuevas o diferentes, menos mal que la
tengo a ella.
-“¡Tía, me siento tan pequeña!”- dijo Mac mirando la
inmensidad del aeropuerto de Heathrow.
+”Jajajaja eso mismo pensé yo cuando vine, pero tranquila lo
han hecho tan bien que serás incapaz de perderte, además recuerdo algunas cosas
así que, confía en mi”- le sonreí.
-“¡Eso es lo que me preocupa!”-dijo riendo.
+”¡Oye!”- reía mientras le daba un empujoncito.
El camino a casa fue como cuando un niño se monta en un tío
vivo por primera vez, todo nos asombraba, el paisaje, el clima, la gente… esa
gente, todos tan particulares que te hacen sentir particular a ti también y aun
así sigues formando parte del conjunto, eso era una de las cosas que más me
gustaban de aquella ciudad. Y después de lo que se nos hizo como si fueran un
millón de paradas, por fin llegamos a nuestra estación.
“Próxima estación
Warren Street.”- sonó, mientras Mac y yo dábamos un brinco de la emoción y
cogíamos nuestras cientos de maletas intentando salir como podías de entre la
cantidad de gente que había.
Después de andar unos metros por fin llegamos, Schafer house
era nuestro destino, en aquella residencia había vivido la última vez que
visité la ciudad, y cuando supe que la habían ampliado para ofrecer pisos para
estudiantes pensé que era la mejor opción posible. Estaba muy bien situada,
justo entre el Soho y Candem y a tan solo 10 minutos andando de mi paraíso,
Oxford Street, aquella infinita avenida imposible de ver de una vez, llena de
todas las tiendas que pueden existir en el mundo.
Entramos en la recepción, nos dio la bienvenida un chico muy
guapo, se llamaba John, nos enseñó el camino hacia nuestra nueva casa, nuestro
nuevo hogar.
El piso era precioso, no era inmenso pero tampoco lo
queríamos, era un loft de dos habitaciones, forrado de madera con grandes
ventanales que daban a la gran ciudad y una cocina que daba al salón, cuando
llegamos apenas había muebles, pero para nosotras era mas que suficiente.
-“Muchas gracias John, has sido muy amable”- dijo Mac con
una sonrisa de oreja a oreja como si de una niña en el día de navidad se
tratara.
+”Espero que estéis cómodas aquí, y, que se os cumplan todos
vuestros sueños en esta mágica ciudad”- dijo John mientras cerraba la puerta.
Yo, yo apenas podía articular palabra, solamente sonreía,
era lo único que sabía hacer en aquel momento. Estábamos muy cansadas del viaje
y no teníamos fuerzas para nada, y menos para hacer la compra y cocinar, por lo
que recordé que había un restaurante de comida china cerca de la residencia,
así que pedimos algo de sushi, nos duchamos y nos sentamos a ver un poco la
tele hasta quedarnos totalmente dormidas.
Era un nuevo día en la gran ciudad, y teníamos cientos de
cosas pendientes aún por hacer, es más, no habíamos hecho absolutamente nada.
Intentamos ser responsables y ordenadas, para no hacernos un
lío y poder hacer las cosas lo más rápido posible para terminar de asentarnos
que era nuestro principal problema. Así que nos pusimos a ello, primero iríamos
a comprar algunos muebles para terminar de decorar la casa, algo de pintura y
algunas plantas para darle vida; después iríamos a hacer la compra y llenar el
frigorífico y por último terminar de deshacer las maletas.
Aquel día fue muy intenso y agotador, pero mereció la pena,
aunque las dos acabamos llenas de pintura por todos lados, papel de periódico y
tornillos esparcidos por el suelo de los muebles que no sabíamos montar, menos
mal que estaba John para ayudarnos, él siempre tan servicial…
Otro nuevo día amanecía, esta vez tocaba darnos un capricho
después de todo lo que habíamos trabajado, por lo que esta vez actuaríamos como
unas simples turistas, e iríamos a ver la ciudad que nos había acogido y dado
la bienvenida. Aquel día fuimos a mi sitio favorito, Oxford Street pero mas que
a comprar, preferimos pasear y admirar lo bonito del lugar, a la hora de comer,
pillamos algo de comida, cogimos unas bicis y nos fuimos a Hyde Park que está
justo al lado, ¡era todo tan maravilloso, tan increíble!.
Pasamos casi toda la tarde en Hyde Park con las bicis,
aquello es enorme, nos tomamos unos helados, jugamos con las ardillas y después
nos dispusimos para irnos a un lugar que no le había dicho a Mac, aunque para
mí era bastante obvio.
Llegamos allí justo en mi momento favorito, al atardecer,
entonces mientras tapaba los ojos de Mac con mis manos le dije:
+” ¿Estás dispuesta a enamorarte?”
-“Sabes que no soy de esas”- dijo mientras reía.
+” ¡Ya lo veremos!” – le contesté mientras quitaba las manos
de sus ojos y la dejaba ver lo que había a nuestro alrededor.
-“Es… precioso, simplemente perfecto, estoy sin palabras…”-
dijo completamente alucinada.
+”Te dije que te enamorarías”- decía riendo.
Aquella imagen era muy típica, la imagen más conocida de la
ciudad, pero para mi era más que eso, representaba muchas cosas en mi mente,
todas buenas y bonitas, y eso me hacía sentir como nunca.
Sin duda alguna, ver cómo el sol se apaga y a su vez se
encienden las luces del Big Ben, el London Eye y el resto de la ciudad era como
una utopía.
Nos sentamos en unos escalones mientras nos comíamos unos
tacos, disfrutábamos de las vistas y hablábamos y hacíamos tonterías. Aquello
ya no era más un sueño.
Se nos había echado el tiempo encima, era más de medianoche,
no sabíamos cómo habían podido pasar tan rápidas las horas cuando íbamos
rápidamente hacia la estación de metro.
Mientras bajábamos las escaleras del metro, nos tropezamos
con unos chicos que iban en sentido contrario al nuestro, yo tan patosa como
siempre me caí al suelo, arrastrando a Mac conmigo. Los chicos muy preocupados
pero con prisa, se disculparon y nos ayudaron rápidamente a levantarnos, pero
enseguida se fueron.
Mac y yo aun seguíamos en shock, cuando nos miramos y las
dos exclamamos a la vez: “¡Madre mía, que ojos!”. Ni siquiera hablábamos de la
misma persona.
Holaa!!
ResponderEliminar@HeCalledMeAC al aparatoo!
Bueno, ya he acabado el primer capítulo. Sin duda de aquí lo que destaco es el final. La última frase me ha arrancado una sonrisa, ha sido genial ese "Ni siquiera hablábamos de la misma persona" Me pareció muy original... El resto, debo decir que también me gustó, pero esa frase me mató.
Voy a seguir.
:)
Hola, creo que me esta por atrapar... :)
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