PHOENIX

miércoles, 26 de septiembre de 2012

CAPITULO 1

Esto no es exactamente una historia, simplemente un conjunto de recuerdos, situaciones, emociones, sentimientos.



Todo empezó aquel día de Otoño, bendito día, Mac y yo ya teníamos todo preparado, el equipaje, los billetes, los pasaportes… todo lo necesario para el que sería el viaje de nuestras vidas, por fin nos iríamos a vivir a la ciudad de nuestros sueños, Londres, esa ciudad donde hay un sinfín de oportunidades, esa ciudad llena de magia, donde puedes decidir si crecer o quedarte siendo un niño para siempre, donde los sueños se hacen realidad.

-“Tengo un nudo en el estómago” – dijo Mac acariciándose la barriga.

+“Tranquila, solo son nervios, cuando te des cuenta ya estaremos deshaciendo la maleta ya verás, además tan solo son 2 horitas de vuelo, eso no es nada cielo”- dije intentando tranquilizarla.

“Pasajeros para el vuelo Madrid-Londres número 943613 por favor pasen por la puerta de embarque”-  sonó con eco en el aeropuerto.

 -“Uff, allá vamos”- le dije a Mac mientras apretaba su mano.

Entramos en el avión como si fuéramos hormiguitas, intentamos poner el equipaje como pudimos, yo, como siempre muy patosa, necesité ayuda de la azafata, finalmente nos sentamos, cogimos la mantita que trajimos para el vuelo, nos pusimos los casos y empezamos a escuchar música, en mi iPod sonaba Coldplay, siempre está ahí para relajarme, en el de Mac, Aerosmith, su grupo favorito. Finalmente, nos acurrucamos, y en menos de 10 minutos nos quedamos dormidas.

Dormíamos como bebés, menos en un momento que me desperté por que sonaba una de mis canciones favoritas, Paradise, entonces miré por la ventana y fue cuando realmente me di cuenta de que lo que estaba viviendo era verdad, y aunque la canción ni siquiera había acabado mis parpados ganaron la batalla del sueño, hasta que la voz del capitán anunciando que habíamos llegado a nuestro destino nos despertó. Yo,  como siempre, impaciente por salir la primera, Mac como siempre, calmándome, y diciendo que era mejor que esperásemos a que saliera la mayoría de pasajeros, que así podríamos coger mejor el equipaje y  salir más tranquilas, en mi iPod ahora sonada Clocks.

Ahora la que tenía el nudo en el estómago era yo, Mac siempre llevaba mejor las situaciones nuevas o diferentes, menos mal que la tengo a ella.

-“¡Tía, me siento tan pequeña!”- dijo Mac mirando la inmensidad del aeropuerto de Heathrow.

+”Jajajaja eso mismo pensé yo cuando vine, pero tranquila lo han hecho tan bien que serás incapaz de perderte, además recuerdo algunas cosas así que, confía en mi”- le sonreí.

-“¡Eso es lo que me preocupa!”-dijo riendo.

+”¡Oye!”- reía mientras le daba un empujoncito.

El camino a casa fue como cuando un niño se monta en un tío vivo por primera vez, todo nos asombraba, el paisaje, el clima, la gente… esa gente, todos tan particulares que te hacen sentir particular a ti también y aun así sigues formando parte del conjunto, eso era una de las cosas que más me gustaban de aquella ciudad. Y después de lo que se nos hizo como si fueran un millón de paradas, por fin llegamos a nuestra estación.

“Próxima estación Warren Street.”- sonó, mientras Mac y yo dábamos un brinco de la emoción y cogíamos nuestras cientos de maletas intentando salir como podías de entre la cantidad de gente que había.

Después de andar unos metros por fin llegamos, Schafer house era nuestro destino, en aquella residencia había vivido la última vez que visité la ciudad, y cuando supe que la habían ampliado para ofrecer pisos para estudiantes pensé que era la mejor opción posible. Estaba muy bien situada, justo entre el Soho y Candem y a tan solo 10 minutos andando de mi paraíso, Oxford Street, aquella infinita avenida imposible de ver de una vez, llena de todas las tiendas que pueden existir en el mundo.

Entramos en la recepción, nos dio la bienvenida un chico muy guapo, se llamaba John, nos enseñó el camino hacia nuestra nueva casa, nuestro nuevo hogar.
El piso era precioso, no era inmenso pero tampoco lo queríamos, era un loft de dos habitaciones, forrado de madera con grandes ventanales que daban a la gran ciudad y una cocina que daba al salón, cuando llegamos apenas había muebles, pero para nosotras era mas que suficiente.

-“Muchas gracias John, has sido muy amable”- dijo Mac con una sonrisa de oreja a oreja como si de una niña en el día de navidad se tratara.

+”Espero que estéis cómodas aquí, y, que se os cumplan todos vuestros sueños en esta mágica ciudad”- dijo John mientras cerraba la puerta.

Yo, yo apenas podía articular palabra, solamente sonreía, era lo único que sabía hacer en aquel momento. Estábamos muy cansadas del viaje y no teníamos fuerzas para nada, y menos para hacer la compra y cocinar, por lo que recordé que había un restaurante de comida china cerca de la residencia, así que pedimos algo de sushi, nos duchamos y nos sentamos a ver un poco la tele hasta quedarnos totalmente dormidas.

Era un nuevo día en la gran ciudad, y teníamos cientos de cosas pendientes aún por hacer, es más, no habíamos hecho absolutamente nada.
Intentamos ser responsables y ordenadas, para no hacernos un lío y poder hacer las cosas lo más rápido posible para terminar de asentarnos que era nuestro principal problema. Así que nos pusimos a ello, primero iríamos a comprar algunos muebles para terminar de decorar la casa, algo de pintura y algunas plantas para darle vida; después iríamos a hacer la compra y llenar el frigorífico y por último terminar de deshacer las maletas.

Aquel día fue muy intenso y agotador, pero mereció la pena, aunque las dos acabamos llenas de pintura por todos lados, papel de periódico y tornillos esparcidos por el suelo de los muebles que no sabíamos montar, menos mal que estaba John para ayudarnos, él siempre tan servicial…

Otro nuevo día amanecía, esta vez tocaba darnos un capricho después de todo lo que habíamos trabajado, por lo que esta vez actuaríamos como unas simples turistas, e iríamos a ver la ciudad que nos había acogido y dado la bienvenida. Aquel día fuimos a mi sitio favorito, Oxford Street pero mas que a comprar, preferimos pasear y admirar lo bonito del lugar, a la hora de comer, pillamos algo de comida, cogimos unas bicis y nos fuimos a Hyde Park que está justo al lado, ¡era todo tan maravilloso, tan increíble!.

Pasamos casi toda la tarde en Hyde Park con las bicis, aquello es enorme, nos tomamos unos helados, jugamos con las ardillas y después nos dispusimos para irnos a un lugar que no le había dicho a Mac, aunque para mí era bastante obvio.

Llegamos allí justo en mi momento favorito, al atardecer, entonces mientras tapaba los ojos de Mac con mis manos le dije:

+” ¿Estás dispuesta a enamorarte?”

-“Sabes que no soy de esas”- dijo mientras reía.

+” ¡Ya lo veremos!” – le contesté mientras quitaba las manos de sus ojos y la dejaba ver lo que había a nuestro alrededor.

-“Es… precioso, simplemente perfecto, estoy sin palabras…”- dijo completamente alucinada.

+”Te dije que te enamorarías”- decía riendo.

Aquella imagen era muy típica, la imagen más conocida de la ciudad, pero para mi era más que eso, representaba muchas cosas en mi mente, todas buenas y bonitas, y eso me hacía sentir como nunca.

Sin duda alguna, ver cómo el sol se apaga y a su vez se encienden las luces del Big Ben, el London Eye y el resto de la ciudad era como una utopía.

Nos sentamos en unos escalones mientras nos comíamos unos tacos, disfrutábamos de las vistas y hablábamos y hacíamos tonterías. Aquello ya no era más un sueño.
Se nos había echado el tiempo encima, era más de medianoche, no sabíamos cómo habían podido pasar tan rápidas las horas cuando íbamos rápidamente hacia la estación de metro.
Mientras bajábamos las escaleras del metro, nos tropezamos con unos chicos que iban en sentido contrario al nuestro, yo tan patosa como siempre me caí al suelo, arrastrando a Mac conmigo. Los chicos muy preocupados pero con prisa, se disculparon y nos ayudaron rápidamente a levantarnos, pero enseguida se fueron.

Mac y yo aun seguíamos en shock, cuando nos miramos y las dos exclamamos a la vez: “¡Madre mía, que ojos!”. Ni siquiera hablábamos de la misma persona.

2 comentarios:

  1. Holaa!!
    @HeCalledMeAC al aparatoo!
    Bueno, ya he acabado el primer capítulo. Sin duda de aquí lo que destaco es el final. La última frase me ha arrancado una sonrisa, ha sido genial ese "Ni siquiera hablábamos de la misma persona" Me pareció muy original... El resto, debo decir que también me gustó, pero esa frase me mató.
    Voy a seguir.
    :)

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  2. Hola, creo que me esta por atrapar... :)

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