PHOENIX

sábado, 15 de junio de 2013

CAPITULO 125

No me mientas más.

-¿Sobre qué?

Él no me miraba, miraba hacia el suelo, mientras movía las manos y las piernas con gran nerviosismo. Como si quisiera decir algo.

Pasó un rato en silencio.

-¿Jay?

Me sentía nerviosa, incómoda y preocupada a la vez.



La luz de la luna llena entraba por el gran ventanal y las luces de la gran ciudad se reflejaban en la pared, pero aun así la habitación parecía muy oscura, tanto que apenas veía su silueta.

Por eso me acerqué a él y le acaricié la espalda lentamente.

-Voy a hablar claro por una vez. No quiero que sigamos teniendo este juego que llevamos teniendo desde que nos conocemos, no puedo más, estoy cansado.

No entendía nada, pero no hablé por si iba a decirme algo más.

-Además, después de que hayas hablado con Jeremy… No quiero que estés con él.

+ ¿Y qué más da lo que tú quieras, Jay? Yo estaré con quién yo quiera estar… De todas formas, no estamos juntos. Joder, otra vez el mismo tema, de me canso de ti, y te vuelvo a dejar que ya volverás a mí cuando me aburra… por no hablar del gusto que le tienes a tomar decisiones por mí, como la de estar o no con Jeremy. ¡Qué más te da a ti!

-¿Qué que más me da? Alucino contigo, Elena. Me daría igual si no tuviéramos que cuidarte después, que pareces una niña pequeña…

+No, la que alucina soy yo, de qué vas viniendo a mi casa a estas horas, haciendo como el que eres mi amigo para después comportarte como un auténtico gilipollas.  Eres bipolar. Un día te quiero, al día siguiente no. Deja de hacerme daño, Jay. Yo no quiero que me cuides ni tú, ni nadie, y menos para que después me lo echen en cara.  Vete ahora mismo de mi casa. Estoy harta, no puedo más no puedo verte y…- grité mientras le empujaba hacia la puerta.


-Yo te quiero todos los días.- dijo él en el rellano.

+ ¿Qué? Jay, estás loco. Olvídame.

-¡Que te quiero todos los días!- gritó enfadado- No voy a seguir mintiendo, no puedo seguir así. Desgraciadamente te quiero todos los malditos días, desde hace demasiado tiempo llevo sintiendo cosas muy fuertes cuando te tengo cerca, Elena. Cosas que me daban miedo sentir porque eran nuevas para mí. He tenido miedo a reconocerlo- me dijo empujándome contra la pared y cerrando la puerta de una patada.

Me agarraba las manos con fuerza, pero a la vez era delicado, y aunque intentaba escaparme de él, no iba a dejar que lo hiciera.

+No es verdad lo que dices, lo sé. Es otro de tus caprichos y tus cambios de forma de pensar. No vas a jugar más conmigo, capullo.

-Elena cállate y escúchame.- dijo mientras forcejeábamos.- Te quiero joder, pero no te quiero como quiere la gente normal, te quiero a rabiar, me estoy volviendo loco, ¡Qué digo! ¡Me vuelves loco! No eres un capricho, no eres un juego, si me he comportado así ha sido porque pensaba que era la única manera de estar cerca de ti.

Me soltó, pero seguíamos a centímetros de distancia y sus ojos seguían clavados en los míos sin desviarse en un solo momento.

+ ¿La única manera de estar cerca de mí? ¿Qué no has jugado conmigo?-reí de enfado- Kelsey Ann no fue un juego…

-Parece mentira que sigas con aquella historia.

+Claro que sigo con aquella historia.- dije llorando.


-¿Y Jeremy, no te ha dicho nada?

+ ¿Qué va a decirme Jeremy sobre ti?

-¿No te ha dicho por qué se fue?

+Sí, pero tú no aparecías en esa historia, sinceramente, no entendí nada de lo que me dijo.-mentí. Era él de quién habló en todo momento.

-Cuando estabas en el hospital, pensé que te iba a perder para siempre, y hablé con Jeremy por que no podía permitir perderte definitivamente. Solo quería lo mejor para ti, y cuando despertaste ni siquiera me viste, por eso me fui y desaparecí.

Yo seguía llorando desconsoladamente.

-Deja de llorar. Por favor.

+No, olvídame, ¡Vete! No quiero volver a verte.

-Deja de llorar. ¿Me quieres?

+ ¡Que no! ¡Suéltame Jay! Me voy, no puedo seguir así…

Conseguí escaparme pero rápidamente me agarró del brazo y me abrazó.

-No lo voy a permitir. No voy a dejar que te vayas otra vez de mi lado. No voy a esperar más. No pienso ir a ninguna parte a no ser que tú vengas conmigo. Solo me iré si es verdad que no me quieres, entonces no tendrás por qué volver a verme más. Te lo voy a preguntar una última vez. Elena, ¿me quieres?

Ya no me abrazaba, ya no me agarraba. Estaba libre, podía escapar cuando quisiera, pero mis pies pesaban como el plomo sobre el suelo.

Su mano acarició suavemente la mía, su mirada fija sobre la mía ya no me intimidaba, era una mirada diferente que me hacía sentir bien, esperando una respuesta.

Tenía los ojos llorosos y rojos, la respiración acelerada y me parecía imposible decir ni una palabra.

-Sé que nadie va a quererme como tú. Nadie me va a hacer sentir como tú puedes. No necesito nada de lo que me rodea, me da igual absolutamente todo, menos tú. Siento haber tardado tanto tiempo en reconocer que sentía todo esto por ti desde el principio, perdóname por haberte hecho tanto daño. Pero, la forma en la que me miras… es especial, es diferente… Elen…

+Jay.- dije cortando lo que me decía- no digas mi nombre.

Cada vez que lo había hecho, desde el momento en el que lo conocí, siempre había sentido la misma sensación. No sabía qué sentiría en aquel momento.

-Te quiero, Elena.- lo dijo, y lo volví a sentir.

Era una situación muy extraña. Pero yo tampoco aguantaba más, necesitaba decirle todo lo que sentía, sin remordimientos, sin pensar en las consecuencias.

+Si te soy sincera, nunca me ha importado equivocarme contigo, me da igual todo lo que tengo, si tú no estás cerca. Quiera o no, te necesito cerca de mí, sea de la manera que sea, me hables o no, me quieras o no, necesito verte, necesito que me sonrías, necesito que me abraces, necesito que me beses, necesito que estés ahí. Si de algo estoy segura es de que no puedo permitir que te alejes de mi vida. Siento haberme ido tantas veces, siento haber tenido miedo de tenerte por tener miedo a perderte, siento haberte hecho daño, siento haber empezado aquel maldito juego, pero necesitaba ser parte de tu vida de alguna manera que no fuera solo como tu amiga, y pensaba que era la única forma de hacerlo. ¿Qué si te quiero? Pues claro que te quiero, es algo que he intentado evitar, pero no puedo, y no quiero hacerlo. Es una locura, pero no puedo evitar buscarte, ni pensar en ti, no puedo dejar de quererte, y ya no quiero engañarme más.

Me cogió en brazos, sin decir nada. Me llevó a mi habitación, y me acostó en la cama. Besaba mi cuello, me acariciaba delicadamente, y me miraba a los ojos mientras me decía:

-Te quiero. Quiero que se te grabe primero en la mente, que ya me encargaré yo de hacerlo en tu corazón.

Y me volvía a besar.

No podía evitar sonreír como una idiota. Me gustaba lo que escuchaba, me gustaba lo que sentía.
El sabor de sus besos, aquello sí que me gustaba. Me volvían loca.

Pero lo mejor de todo era saber que, después de haber perdido tanto tiempo haciéndonos daño, por fin sabía que él sentía lo mismo que yo. Y estaba segura de que no se iría a ningún lado.

Y yo, yo tampoco quería ir a ningún lado.

Deseaba que aquella noche fuera eterna.

Las sábanas, testigo de lo que aquella noche pasó. Ellas vieron cómo nos quisimos hasta el amanecer.

Dormí abrazada a él, no quería dejar de sentir su calor ni un segundo, pero la luz del día me despertó.

Me levanté con cuidado y rodeé la cama hasta llegar a su lado. Le acaricié suavemente y besé su boca perfecta.

Un segundo después abrió los ojos con cuidado y sonrió al verme.

-Buenos días preciosa.


+Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario