No me mientas más.
-¿Sobre qué?
Él no me miraba, miraba hacia el suelo, mientras movía las
manos y las piernas con gran nerviosismo. Como si quisiera decir algo.
Pasó un rato en silencio.
-¿Jay?
Me sentía nerviosa, incómoda y preocupada a la vez.
La luz de la luna llena entraba por el gran ventanal y las
luces de la gran ciudad se reflejaban en la pared, pero aun así la habitación
parecía muy oscura, tanto que apenas veía su silueta.
Por eso me acerqué a él y le acaricié la espalda lentamente.
-Voy a hablar claro por una vez. No quiero que sigamos
teniendo este juego que llevamos teniendo desde que nos conocemos, no puedo
más, estoy cansado.
No entendía nada, pero no hablé por si iba a decirme algo
más.
-Además, después de que hayas hablado con Jeremy… No quiero
que estés con él.
+ ¿Y qué más da lo que tú quieras, Jay? Yo estaré con quién
yo quiera estar… De todas formas, no estamos juntos. Joder, otra vez el mismo
tema, de me canso de ti, y te vuelvo a dejar que ya volverás a mí cuando me
aburra… por no hablar del gusto que le tienes a tomar decisiones por mí, como
la de estar o no con Jeremy. ¡Qué más te da a ti!
-¿Qué que más me da? Alucino contigo, Elena. Me daría igual
si no tuviéramos que cuidarte después, que pareces una niña pequeña…
+No, la que alucina soy yo, de qué vas viniendo a mi casa a
estas horas, haciendo como el que eres mi amigo para después comportarte como
un auténtico gilipollas. Eres bipolar.
Un día te quiero, al día siguiente no. Deja de hacerme daño, Jay. Yo no quiero
que me cuides ni tú, ni nadie, y menos para que después me lo echen en
cara. Vete ahora mismo de mi casa. Estoy
harta, no puedo más no puedo verte y…- grité mientras le empujaba hacia la
puerta.
-Yo te quiero todos los días.- dijo él en el rellano.
+ ¿Qué? Jay, estás loco. Olvídame.
-¡Que te quiero todos los días!- gritó enfadado- No voy a seguir mintiendo, no puedo seguir así. Desgraciadamente te quiero todos los malditos días, desde hace demasiado tiempo
llevo sintiendo cosas muy fuertes cuando te tengo cerca, Elena. Cosas que me
daban miedo sentir porque eran nuevas para mí. He tenido miedo a reconocerlo-
me dijo empujándome contra la pared y cerrando la puerta de una patada.
Me agarraba las manos con fuerza, pero a la vez era
delicado, y aunque intentaba escaparme de él, no iba a dejar que lo hiciera.
+No es verdad lo que dices, lo sé. Es otro de tus caprichos
y tus cambios de forma de pensar. No vas a jugar más conmigo, capullo.
-Elena cállate y escúchame.- dijo mientras forcejeábamos.-
Te quiero joder, pero no te quiero como quiere la gente normal, te quiero a
rabiar, me estoy volviendo loco, ¡Qué digo! ¡Me vuelves loco! No eres un
capricho, no eres un juego, si me he comportado así ha sido porque pensaba que
era la única manera de estar cerca de ti.
Me soltó, pero seguíamos a centímetros de distancia y sus
ojos seguían clavados en los míos sin desviarse en un solo momento.
+ ¿La única manera de estar cerca de mí? ¿Qué no has jugado
conmigo?-reí de enfado- Kelsey Ann no fue un juego…
-Parece mentira que sigas con aquella historia.
+Claro que sigo con aquella historia.- dije llorando.
-¿Y Jeremy, no te ha dicho nada?
+ ¿Qué va a decirme Jeremy sobre ti?
-¿No te ha dicho por qué se fue?
+Sí, pero tú no aparecías en esa historia, sinceramente, no
entendí nada de lo que me dijo.-mentí. Era él de quién habló en todo momento.
-Cuando estabas en el hospital, pensé que te iba a perder
para siempre, y hablé con Jeremy por que no podía permitir perderte
definitivamente. Solo quería lo mejor para ti, y cuando despertaste ni siquiera
me viste, por eso me fui y desaparecí.
Yo seguía llorando desconsoladamente.
-Deja de llorar. Por favor.
+No, olvídame, ¡Vete! No quiero volver a verte.
-Deja de llorar. ¿Me quieres?
+ ¡Que no! ¡Suéltame Jay! Me voy, no puedo seguir así…
Conseguí escaparme pero rápidamente me agarró del brazo y me
abrazó.
-No lo voy a permitir. No voy a dejar que te vayas otra vez
de mi lado. No voy a esperar más. No pienso ir a ninguna parte a no ser que tú
vengas conmigo. Solo me iré si es verdad que no me quieres, entonces no tendrás
por qué volver a verme más. Te lo voy a preguntar una última vez. Elena, ¿me
quieres?
Ya no me abrazaba, ya no me agarraba. Estaba libre, podía
escapar cuando quisiera, pero mis pies pesaban como el plomo sobre el suelo.
Su mano acarició suavemente la mía, su mirada fija sobre la
mía ya no me intimidaba, era una mirada diferente que me hacía sentir bien,
esperando una respuesta.
Tenía los ojos llorosos y rojos, la respiración acelerada y
me parecía imposible decir ni una palabra.
-Sé que nadie va a quererme como tú. Nadie me va a hacer
sentir como tú puedes. No necesito nada de lo que me rodea, me da igual
absolutamente todo, menos tú. Siento haber tardado tanto tiempo en reconocer
que sentía todo esto por ti desde el principio, perdóname por haberte hecho
tanto daño. Pero, la forma en la que me miras… es especial, es diferente… Elen…
+Jay.- dije cortando lo que me decía- no digas mi nombre.
Cada vez que lo había hecho, desde el momento en el que lo
conocí, siempre había sentido la misma sensación. No sabía qué sentiría en
aquel momento.
-Te quiero, Elena.- lo dijo, y lo volví a sentir.
Era una situación muy extraña. Pero yo tampoco aguantaba
más, necesitaba decirle todo lo que sentía, sin remordimientos, sin pensar en
las consecuencias.
+Si te soy sincera, nunca me ha importado equivocarme
contigo, me da igual todo lo que tengo, si tú no estás cerca. Quiera o no, te
necesito cerca de mí, sea de la manera que sea, me hables o no, me quieras o no,
necesito verte, necesito que me sonrías, necesito que me abraces, necesito que
me beses, necesito que estés ahí. Si de algo estoy segura es de que no puedo
permitir que te alejes de mi vida. Siento haberme ido tantas veces, siento
haber tenido miedo de tenerte por tener miedo a perderte, siento haberte hecho
daño, siento haber empezado aquel maldito juego, pero necesitaba ser parte de
tu vida de alguna manera que no fuera solo como tu amiga, y pensaba que era la
única forma de hacerlo. ¿Qué si te quiero? Pues claro que te quiero, es algo
que he intentado evitar, pero no puedo, y no quiero hacerlo. Es una locura,
pero no puedo evitar buscarte, ni pensar en ti, no puedo dejar de quererte, y
ya no quiero engañarme más.
Me cogió en brazos, sin decir nada. Me llevó a mi
habitación, y me acostó en la cama. Besaba mi cuello, me acariciaba
delicadamente, y me miraba a los ojos mientras me decía:
-Te quiero. Quiero que se te grabe primero en la mente, que
ya me encargaré yo de hacerlo en tu corazón.
Y me volvía a besar.
No podía evitar sonreír como una idiota. Me gustaba lo que
escuchaba, me gustaba lo que sentía.
El sabor de sus besos, aquello sí que me gustaba. Me volvían
loca.
Pero lo mejor de todo era saber que, después de haber
perdido tanto tiempo haciéndonos daño, por fin sabía que él sentía lo mismo que
yo. Y estaba segura de que no se iría a ningún lado.
Y yo, yo tampoco quería ir a ningún lado.
Deseaba que aquella noche fuera eterna.
Las sábanas, testigo de lo que aquella noche pasó. Ellas
vieron cómo nos quisimos hasta el amanecer.
Dormí abrazada a él, no quería dejar de sentir su calor ni
un segundo, pero la luz del día me despertó.
Me levanté con cuidado y rodeé la cama hasta llegar a su
lado. Le acaricié suavemente y besé su boca perfecta.
Un segundo después abrió los ojos con cuidado y sonrió al
verme.
-Buenos días preciosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario